martes, 28 de febrero de 2012

Los Hijos del Halcón

Día 20; Hora 8

Su madre desde pequeña siempre le contaba historias del pueblo natal de sus abuelos. Haciendo que el lugar se viera exactamente como un sitio especial, mágico, como en esos cuentos de época. Esos pequeños pueblos donde solo pocas casas se veían, campos a su alrededor, discreción en todos los sentidos. Pero Kataneo no era así. Era pequeño si, pero no tenía esa magia que esperaba. Eran pocas casas, pero sus habitantes no podían mantenerse fuera de los asuntos que no los consternaban.
Lysander no podía quejarse por completo del lugar, su residencia alejada de todo el bullicio del turismo y de la sociedad en si era uno de sus puntos fuertes. Discreción había pero de una manera distinta a lo que creyó, nada que no pudiera manejar desde el momento en que se enfrento al dilema. Ser rodeados de manera protectora por ese bosque disparejo, lleno de puntos vacios y de repente lleno de vida verde a su alrededor, a cada kilometro era una sorpresa más. Kataneo no era perfecto, pero era lo necesario para lo que necesitaba.

Lysander tenía un plan hecho desde que llegó a ese pueblo; un plan que a lo largo de los dos años de estadía que tenía en el pueblo tuvo sus modificaciones para el bien de su causa. La gente conocía lo que él quería que conocieran de él dejándolos satisfechos y a la vez dejándolo a él mismo tranquilo con sus secretos internos.
Lysander Giove era para todos los habitantes del lugar un chico que después de algunas dificultades familiares decidió establecer una nueva vida tranquila y relajada en es lugar que un amigo le había recomendado. Nadie se extraño, no era la primera vez que una persona de cuidad llegaba al pueblo después de algunos rumores y decidiera establecerse ahí para tener una vida “de tranquilidad y paz”. Lastima de muchos era que Kataneo otorgaba demasiada tranquilidad y paz que terminaban por aburrirse y salir huyendo después de varios meses. Por eso los ancianos y gente mayor del lugar no le tomaron importancia al principio. La gente joven, con ese deseo de lo nuevo aceptó a Lysander de inmediato; queriendo disfrutar del joven lo más posible por el tiempo que se quedara.

Cuando el año se cumplió y Lysander no dio señales alguno de abandonar esa pequeña casa de un piso ni recoger su documentación de la oficina de la escuela la gente empezó a creer que en verdad que el chico se había adaptado a su manera de vida. Nunca había dado problemas, al contrario, era un chico con bastante carisma y buenos modales. Colocándose rápidamente en él primer lugar en calificaciones en la escuela local del pueblo y matriculándose en todas las materias posibles cuando pasó a la preparatoria del lugar.
Ese y más motivos eran los que habían ganado el afecto y aceptación de la gente del pueblo. Lysander había hecho un buen trabajo.

Clases habían iniciado de nuevo. La escuela local era grande ya que tanto alumnos de preparatoria como universidad se encontraban en un mismo edificio. La primera y secundaria estaban aparte en las mismas condiciones. No había guarderías ni escuelas de menor educación, las madres en ese pueblo preferían educar a sus hijos en casa hasta que la edad fuese la apropiada para entrar a la escuela primaria local.
En ninguna escuela existía el código de uniformes, la libertad de llevar lo que uno gustara estaba ahí, pero las costumbres de la mayoría de los chicos y la influencia de sus padres solo había hecho que esa ropa común se volviera uniforme, el mismo estilo, los mismos colores, lo mismo siempre. La tapicería cambiaba un poco en la escuela superior. Los chicos llegaban a salirse de los brazos de sus padres y vestimentas fuera de costumbres y que les otorgaba una que otra mirada de desdeño de parte de los mayores.

Hace apenas algunas semanas se habían cumplido los dos años de su estadía en ese lugar y como era de esperarse una celebración fue hecha. Reunidos en el punto de siempre y la fiesta siendo arreglada por su “amigos”. Si todo había sido perfecto, no había llegado a su casa esa noche, como paso con muchos del lugar. Era bueno tener la tranquilidad de que los adultos no supieran de ese lugar. Saludo con un movimiento de cabeza a todos los que lo saludaban desde lejos o quienes se metían en medio de su camino. El chico desde su llegada fue él centro de atención de varias de las féminas del lugar. Lysander tenía, lo que se podría catalogar, como uno de esos modelos de las revistas juveniles. Un aire de hombre sofisticado, era poseedor de esa fuerza romana. Sus facciones eran varoniles, quijada cuadrada, pómulos ligeramente destacados y un tono de bronceado dorado en la piel. El cabello estaba cortado disparejamente, se notaba el poco control que el chico tenía en sus hebras azabaches. Aun así antes de despejarlo de su galanura europea lo volvía más encantador.

Su expresión era nula. A pesar de devolver a cada uno de los saludos una sonrisa y un cortes movimiento de cabeza. Claro está que Lysander nunca iba a dejar que las personas notaran el poco interés que tenía en ellos, tenía que seguir la imagen del chico nuevo cortes que hipnotizo a todo mundo, menos claro a su círculo. Con los últimos saludos paso derecho hasta los casilleros donde lo esperaban sus compañeros. Contrario a los demás no fue necesario ni un saludo a ninguno, con una simple mirada a cada uno de ellos entendió el saludo.

Como esperaba al segundo las voces en coro de los gemelos Sommer’s se escucho de su lado izquierdo, pero cuando no recibió la misma respuesta de su lazo izquierdo sabía que algo no estaba en su sitio el día de hoy. Frunciendo el ceño volteó a ver a su lado izquierdo, ahí se encontraba parado Zen Mont, un chico de cabellos rubios y una mirada que te daban a entender que no le importaba nada ni nadie, uno podría llegar a pensar que ni siquiera llegaba a importar su propia persona. Lysander había descartado esa idea al primer segundo después de visualizar los zapatos de marca y los pantalones; aunque sencillos, eran reconocidos en pocas casas del mundo. El chico siempre llevaba su cabello de manera ordenada dejando poco al aire. No, el chico amaba su vida, solo no le importaba el del resto.

-Buenas Giove- saludo por fin el rubio cerrando el casillero y sin voltear a dirigir ni una sola mirada se encamino al pasillo lleno de estudiantes

Lysander en silencio volteo a ver a los gemelos a su lado; ambos observaban donde se había ido Zen con una expresión de preocupación en su rostro.

-¿Y bien?- pregunto en un tono fastidiado Lysander cuando ninguna respuesta a su pregunta silenciosa se presento. Quería respuestas y en ese mismo momento.

-Es una larga historia- contesto Shiloh. Contrario a su hermano, él chico llevaba su cabellera castaña un poco más largo y como si simplemente hubiese tomado las tijeras y pasado alguna mano sobre las puntas.

-Tengo tiempo- contesto fríamente cerrando el casillero, colocando un lápiz sobre en su oído derecho. Era impresionante lo que ese simple accesorio podía darle un punto favorable a su imagen con los profesores.

-Eso lo dudo un poco- termino Scander observando por encima del hombro de Lysander.

Caminaba hacia ellos una chica de apariencia tímida, visiblemente algo mojigata por la esa playera de mangas largas y esa falda de cuadros escoceses que llegaban algunos centímetros más bajo de las rodillas. Las manos las llevaba entrelazadas enfrente de ellas y callos eran visibles en algunos de ellos.

-T..te busca el director- tartamudeo la chica, con un evidente sonrojo en su rostro de pecas pequeñas. Era de una altura considerablemente más pequeña que Lysander, apenas y lograba rozarle el hombro y su apariencia te recordaba más a una niña de 12 años que los 17 que ya tenía. Era muy delgada que llegaba a ser algo difícil distinguir los pechos, mucho menos con esa camisa que era como dos tallas más grandes que la suya.

-Gracias Suri. Iré de inmediato- le sonrío a la peli-negra. En cuanto le respondió la chica tomo carrera hacia el final del pasillo sin voltear hacia atrás en ningún momento.

-Definitivamente esa chica tiene un “crush” contigo- comentó Scander cerrando su casillero. Lysander no tenía que voltear a ver para saber que el chico estaba haciendo lo posible para aguantar la risa que la escena le había causado.

-¿Quién no lo tiene?- el tono de arrogancia salió de una manera natural y sin remordimiento alguno de los labios de Lysander.

Los gemelos se rieron al mismo tiempo y con eso de fondo Lysander tomo su camino hacia la dirección de la escuela. Siendo el mejor alumno que tenía esa escuela; a pesar de pertenecer en segundo grado, tenia ciertos deberes extracurriculares que el director le confiaba, al igual que varios profesores del plantel. Ser la única escuela de estudios medio superior en el lugar tenía sus ventajas y desventajas. Era como ir a una escuela privada de mucho prestigio. Pocos alumnos, pero a la vez poca variedad de materias opcionales para una carrera profesional. Para Lysander no le fue difícil situarse en el primer puesto académico del lugar, ganarse el apoyo de varios profesores; si no es que la mayoría y mantener un estatus bajo en su intimidad.
Por el momento la escuela local de Kataneo le era suficiente para obtener lo que quería para cuando saliera de ese hoyo perdido en la tierra.

Llegó a la dirección, era una sala pequeña, más pequeña que un salón de clases de ese lugar, pero era el suficiente espacio para dividirlo en dos, en la primera mitad se encontraba la secretaria, asistente y trabajadora social de la escuela. Una mujer con amor al cristianismo que siempre llevaba suéteres de punto con los botones abrochados hasta arriba. Una falda de pana apenas arriba de la rodilla y medias gruesas, los colores iban variando pero al final la vestimenta era la misma. Era una mujer apenas entrando a los 40 y linda. No hermosa si no una mujer linda.

-Le avisare al señor director que estas aquí- le sonrió cortésmente la mujer, levantando la bocina a la vez

Lysander esperó parado a un lado del escritorio, no era necesario tomar asiento, terminaría entrando en menos de lo que se tomaría el tiempo de sentarse. Como era normal, la oficina se encontraba vacía a excepción de la mujer detrás del escritorio.

-Puedes pasar

Con eso dicho tomo la perilla de la puerta y entro a la oficina. El director no era una gran cosa en si, podía pensar que su secretaria llamaba más la atención que el mismo hombre. Era calvo con apenas y algunos cabellos que resaltaban detrás de su cráneo y rodeaban hasta sus orejas. Siempre se le podía ver con un traje de tonos oscuros, si tenía tres era mucho. Camisas blancas y corbatas negras o azules. El señor Volts era solo eso; un señor.

-¡Lysander!- exclamo con una grata sonrisa el hombre levantándose de su asiento. Era normal tener ese recibimiento de parte del director pero era extraño ver tanto entusiasmo por la presencia de su persona. Podría hasta atrever a deducir que estaba aliviado de verlo.

-Señor director- saludo estrechándole la mano sudada del hombre que soltó casi de inmediato y con total discreción restregó contra su pantalón-¿Necesitaba de mi persona?

-Si, si. Lysander te quiero presentar a la señorita Selene Gallagher. Señorita, este es el señor Giove, el mejor alumno del instituto y su compañero de aula

Fue hasta apenas ahí que Lysander tomo en cuenta la presencia de alguien más en la oficina. En una de las sillas frente al escritorio se encontraba una chica de cabellera rojiza, con rizos pocos controlados pero definidos. Tenía el rostro en forma de corazón y era de cuerpo pequeño, ojos grises, grandes y debía decir que era el rasgo físico más bello de la chica. Pero no fue eso en si lo que llamo la atención de Lysander si no el aura que le rodeaba. A pesar de su apariencia la chica tenía un aire de desafío en su persona. Una fuerza que no era común verlo en las personas de ese pueblo. Aunque para el chico ese aire no le afectaba ahora podía comprender una parte del porque el hombre había sonado aliviado cuando lo vio entrar.

-Un gusto- saludo con una sonrisa, esperando la reacción que tenían todas las mujeres en su presencia.

Pero resulto todo lo contrario, la chica aun con esa aura defensiva lo observo atentamente por algunos segundos, sin bajar su guardia y después regreso el saludo con una inclinación de cabeza y con una expresión; que si no mal se equivocaba podría resultar aburrida, la dirigió de nuevo al director. Decir que Lysander se quedo sorprendido por la actitud de la chica era un decir. El mismo chico no entendía bien lo que sentía en ese momento, una combinación entre molestia y asombro.

Lysander Giove siempre fue un chico de facciones agraciadas, siempre llamó la atención por su aspecto de galán victoriano, te imaginabas al chico con un pañuelo en el bolsillo listo para sacarlo en cualquier momento frente a una jovencita. Por ende era normal recibir las miradas y atenciones de los demás en su persona y ver como la mayoría de mujeres (la minoría Lysander no entraba en su gusto en genero) se derretían ante la sonrisa perfecta de comercial de pasta de dientes del chico.

Selene Gallagher no parecía de esas mujeres lesbianas, podía asegurar que la chica era una princesita mimada con alguno que otro admirador detrás de ella. No era una belleza, pero la forma en que su cuerpo pequeño estaba sentado sobre la silla, la ropa de apariencia “cute” y ese rostro que llegaba a disminuirle bastante edad de lo que en verdad tendría, la chica era una niña mona. Muy mona y linda. Pero había algo más y Lysander no llegaba a comprenderlo por completo.

-Lysander, ¿Podrías mostrarle la escuela a la señorita e instalarla en el grupo correspondiente?- la voz del directo interrumpió el análisis que el chico aun tenia sobre esa chica Gallagher. Algo le sonaba familiar pero no llegaba en ese momento la información.

-Sera un placer señor- sonrío aceptando, aunque por dentro no era necesariamente cierto.

-Señorita Gallagher ¿Podría esperarnos unos momentos afuera? Necesito discutir unos puntos con el señor Giove.

Lysander no se esperaba eso, pero al parecer esa chica si ya que mostro una pequeña sonrisa casi no notoria que si no fuera porque él estaba atento hacia los movimientos de Gallagher tampoco lo abría notado. Asintiendo en silencio tomo la mochila, que contrario a lo que había imaginado se trataba de una mochila mediana sencilla color pasto con varios cierres. Contrarrestaba con la apariencia de “fashion” de la chica. Sin dirigir ni una sola mirada a los dos hombres en la habitación salió cerrando la puerta suavemente detrás de ella. Fu ahí cuando el director se relajo y dejo caer su peso en la silla.

-Toma asiento Lysander- pensando que algo raro ocurría, el chico obedeció y tomo asiento en la silla contraria de la peli-roja

-¿Pasa algo señor Director?- pregunto frunciendo el ceño y mostrando una apariencia consternada

-Si, esa señorita. Selene Gallagher- señalo con el dedo índice a la puerta de la oficina- ten cuidado con ella Lysander, no es de fiar.

-¿Por qué dice eso señor?- si la atención de Lysander era poca respecto a la chica ahora tenía completamente su atención

-Es una larga historia, solo dele el recorrido y después manténgase alejado de ella. No dudo que sus compañeros harán lo mismo- con un movimiento con la mano dejo a un lado el asunto, cerró los ojos y para frustración de Lysander termino por decir- puedes retirarte, es todo.

A pesar de que el chico quería respuestas sabía que no podía insistir al hombre. Pero si lo que decía era cierto, los demás sabían a lo que se refería el director. Así que lo primero que haría sería preguntar sobre eso en cuanto viera a alguno de sus compañeros. Asintiendo se levanto de la silla y salió de la oficina encontrándose con la chica sentada en unos sillones de espera de la recepción y ni una pista de la secretaria en el lugar.

-Salió corriendo en cuanto se dio cuenta que me quedaría más de un segundo en la habitación- explico Gallagher desde su posición con las piernas y brazos cruzados, junto con una expresión aburrida en el rostro.

-¿Por qué tendría que hacer eso?- pregunto extrañado

La chica se le quedo viendo un momento con una expresión pensativa. Observaba a Lysander de manera analítica, contrario a las demás chicas de la escuela que si le mandaban ese tipo de mirada era por otro tipo de motivos. Selene Gallagher lo observaba como queriendo encontrar la respuesta de algo en su persona. Rompieron el contacto visual gracias a ella quien suspiro y se levanto del sillón balanceando un poco su cuerpo.

-No es necesario que me des “tour” – dijo con un acento americano perfecto- conozco la escuela como la palma de mi mano y dudo que haya cambiado mucho.

Ahí había un dato interesante

-¿Vivías en Kataneo?- Selene empezó a moverse hacia la salida pero ante la pregunta se detuvo y volteo a verlo extrañada.

-¿No lo sabes?, pensé que nuestro “querido director” te había dicho algo importante cuando los deje a solas- la ceja de la chica se arqueo, pero en su voz se notaba un tono de burla- Nací en Kataneo, supongo que conocerás a mi hermano mayor Gain Gallagher.

-Sí, va un grado más que nosotros- empezaba a identificar a la chica, y ahora que la observaba con esa nueva información se daba cuenta de lo que se parecía a su hermano, aunque no mucho físicamente. Era por eso que no la había identificado al instante pero tenían sus ojos al igual que esa aura de misteriosa defensiva que siempre portaba el mayor- No sabía de ti- continuo colocándose a un lado de la chica

-No me sorprende; aunque esperaba más de la gente de Kataneo- la chica miro hacia un lado, por un momento Lysander presintió que la chica se perdía dentro de sus pensamientos, pero después sonrió y volteo de nuevo su mirada hacia él- tampoco sabía de ti. ¿Eres nuevo?

-Llegue hace dos años- explico, información corta, precisa y que no decía mucho de su persona. Así siempre era Lysander.

-Eso lo explica, llegaste un año después de que me fui- la chica se colgó la mochila en su hombro y dando un gran suspiro volteo a verlo con una sonrisa- Siento haberte hecho perder el tiempo. Nos vemos en el salón- con eso dio media vuelta y camino alejándose por el pasillo hacia el lado contrario de donde tenían su primera clase.

Lysander Giove se quedo observadora hasta que se perdió en el camino. La chica era extraña y algo inusual. Contrario de las demás mujeres del pueblo. No mantenía una relación muy cercana con su hermano, de hecho era más bien de respeto uno al otro. Una que otra vez lo había visto con sus amigos en La casa del Halcón. Lo consideraba un hombre con bastante control en su vida, contrario a su amigo rubio que lo acompañaba; que si no mal recordaba era hijo de uno de las familias fundadoras del pueblo.
Pero en ese momento al castaño lo que más le importaba era conseguir las respuestas a sus preguntas y esta vez no aceptaría un “Es una larga historia” por tercera vez en el día

Hora 15

Aun era raro ver a ambos hermanos Gallagher caminar por la acera, los adultos se le quedaban viendo con esa expresión de disgusto combinada con incredulidad. Selene observó de reojo a su hermano y noto que Gain llevaba los labios fuertemente apretados dejándolos en una sola línea. Era obvio que el hombre estaba molesto por la situación en la que se encontraban. Selene prefirió no hacer nada al respecto y solo inhalo aire profundamente dejándolo salir poco a poco, el camino a casa era largo y ambos tenían que cruzar la mayoría de los negocios y casas para llegar a la suya.

—Te saldrán arrugas— se burlo la peli-roja queriendo aligerar la atmosfera pero como suponía no funciono. Gain le mando una mirada fulminante por un segundo antes volver la vista al frente como lo llevaba desde que salieron de la escuela—Gain…

­—No entiendo tu obsesión de regresar aquí— dijo por fin el moreno. Deteniéndose en el proceso mientras estiraba los brazos queriendo señalar alrededor— ¿Es una de tus facetas de personaje?

­—No Gain, no es una de mis facetas de personaje— Selene se coloco seria por un momento y evito ver a su hermano. Ahora ella la que empezaba a molestarse. Lo que empeoraba el asunto es que se enojaba con una de las pocas personas que menos quería hacerlo— ¿Tu que hubieras hecho? ¿Seguirías huyendo?

—Selene esto no es huir, esto es…

—¡Lo es para mi!- gritó por fin volteando a verlo con un fuego en los ojos oscuros— Y estoy cansada de hacerlo. Son tres años y si tienes razón, nadie ha olvidado el incidente, pero aun así me quedare y no hay nada que tú o alguien más pueda hacer para hacerme cambiar de opinión

Se miraron por segundos ambos hermanos, la menor tomo con más fuerza el tirante de su mochila y empezó a caminar de regreso a casa, no volteo ni una vez para ver si su hermano le seguía. No tardo es escuchar sus pasos detrás de ella, acelerando hasta colocarse a su lado. Aun así Selene no volteo a verlo ni le dirigió la palabra, ambos siguieron su camino en silencio hasta que tres cuadras antes de llegar a casa Gain decidió hacer algo

—Lo siento, creo que haría lo mismo si fuese tu— susurró.

Selene miró de reojo al peli-negro. Sabía que le tomo mucho trabajo a Gain dejar su orgullo a un lado para darle la razón. Aun así se lo agradecía; al fin de cuentas sabía que su hermano mayor solo estaba viendo para su bienestar. Desde que sus padres murieron en ese accidente de auto los dos hermanos mayores decidieron hacer todo lo posible para que la menor de los Gallagher tuviese lo mejor y siempre estuviese protegida, exagerando en el proceso. Selene era como la muñeca de porcelana, ese tesoro familiar para los hermanos y que evitaban que cualquiera que la tocase no la lastimase. Pero Selene también era como sus hermanos, su orgullo era alto le gustaba decidir por si misma.

—Gracias por entender— fue una pequeña sonrisa, peor fue suficiente para que ambos dejaran todo a un lado y se abrazaran con fuerza— Por cierto… tengo una duda.

—Veo que tu curiosidad es algo que tampoco cambia—se burlo Gain ganándose un golpe suave en su brazo—¿Qué es?

— ¿Quién es Lysander Giove?

Gain se detuvo por un segundo y observo de reojo la ansiedad de su hermana de saber la respuesta. Temía que la chica le preguntara sobre el chico nuevo, pero no es algo que pudiera haber evitado. Kataneo era un pueblo viejo y eran muy pocos los que llegaban para quedarse y por los últimos tres años Lysander había sido el único nuevo integrante del pueblo. Así que solo era cuestión de tiempo en que la peli-roja preguntara por él. Aun así no le gustaba la idea de que su hermana pequeña se interesara en un hombre. Era demasiado joven.

—Es un chico nuevo

— ¿En serio?— un tono de sarcasmo se noto en su voz— Créeme que eso lo figure por mí misma cuando entro a la oficina del director y me saludo completamente normal, bueno si dejas a un lado la sonrisa de conquistador— Selene apretó los labios con fuerza para evitar que la risa saliera al ver como Gain arqueaba una ceja no contentó con lo que le acababa de decir la menor— ¿Y bien?- pregunto con impaciencia.

Gain suspiro por segunda vez mientras veía frente a él. Lysander Giove no era de las personas favoritas de Gain, aunque eso no decía mucho. Prácticamente todo el pueblo no eran personas favoritas para Gain. Aun así, el chico era un total misterio, no muchos lo habían notado pero él si. Lysander había llegado apenas dos años atrás, al principio todos pensaban que era uno de esos estudiantes que se toman unas vacaciones fuera de la cuidad para descansar. Se instalo en la vieja cada de los Shelty; el pueblo no tenía hoteles y cuando un forastero llegaba al pueblo ofrecían una de las casas de los fundadores para su estadía. O en algunos pocos casos rentaban una de las pocas casas que se encontraban desocupadas. Fue bastante extraño ver que el chico había elegido la casa más vieja del pueblo. Los Shelty se habían ido del pueblo hace varios años y nadie sabía nada de ellos desde entonces y la casa pasó a ser parte del pueblo manejado por la comisaría.

Giove no tardo ni dos semanas en empezar a arreglar la casa, cambiando maderas viejas por nuevas, pintando la fachada. Sacando muebles viejos y podridos. Al final del mes la casa quedo como nueva y no había ni una señal de que hubiese sido abandonaba por años. Fue en ese tiempo todos empezaron a notar que el chico había llegado para quedarse, cosa que no afecto mucho a nadie del lugar. Lysander Giove resulto ser uno de esos adolescentes que los padres de familia le encantarían que sus hijos se juntaran para ver si por milagro los buenos modales y la inteligencia se le pegasen. Giove era un excelente conversador y no tardo en ganarse el cariño del pueblo; tanto jóvenes como mayores. Aun así el chico siempre se limito a decir poco de si mismo, siempre escondiendo sus respuestas en medio de frases poéticas.

— ¿Gain?— la voz de su hermana menor lo saco de sus pensamientos

— No hay mucho que saber— suspiro el hermano retomando la caminata— llegó al año de que tú te fuiste, pidió estancia en la casa de los Shelty y la reconstruyo de arriba abajo. Es “un buen mozo”.— hizo el movimiento de dedos para asentar las comillas— Nunca he tenido problemas aparte de ser demasiado galán para las chicas del instituto— dijo con fastidio

— ¿Celoso hermanito?— se burlo Selene soltando una pequeña risa para complementar su comentario.

—No, son odiosas— y era verdad. Gain no tenía interés en ninguna de las mujeres de ese lugar.

—Lo se— susurró la chica, sabiendo bien lo que pensaba su hermano— ¿Qué más?

—No mucho, se junta con Zen Mont y los gemelos Sommer’s desde que llegó al pueblo. Los hacen llamar los “Hijos del Halcón”

— ¿Los hijos del Halcón? ¿Por qué? —ahora fue Selene quien detuvo la marcha y observo curiosa a su hermano.

Si bien ese último detalle de información había sido un error decirlo, era también un detalle que iba a salir a la luz un cualquier momento. En Kataneo nunca había sido normal tener noticias apantallantes y cuando eso pasaba eran noticias que se quedaban para toda la vida. Por eso “Los hijos del Halcón” era una noticia grande en el pueblo y no había ni una sola vez que no se mencionaban a los chicos en las conversaciones de todos. Al igual que el sitio llamado “La Casa del Halcón” y era gracias a ese lugar que los cuatro chicos habían ganado su apodo.

—Un año o más a todos los chicos del instituto nos llegó una invitación a un lugar llamado “La casa del Halcón” junto con un mapa. Como es obvio nadie había escuchado hablar del lugar, así que varios nos vimos en la tentación de descubrir que era ese tal lugar. Resulto ser una bomba total — Gain termino sonriendo irónicamente mientras se recargaba en la pared

— ¿Una discoteca? ¿En Kataneo? — la risa infantil de Selene resonó por el lugar­— eso no le veía venir.

—Nadie lo hizo, pero es el lugar de reunión de muchos ahora. Es sabido que siempre hay fiestas, por lo menos fines de semana, claro está la invitación siempre es mandado a nuestros correos diciendo a qué hora empieza todo y que día es. Los adultos no saben nada sobre esto. Ni siquiera Alex o el tío Leon.

— ¿Gain Gallagher ocultándole cosas a su querido hermano mayor?— la burla era notoria en la voz de la menor y ambos hermanos se rieron— Pero aun no contestas mi pregunta ¿Qué tiene que ver el lugar con ellos?

— Giove, Mont y los Sommer’s resultan ser las personas que nunca se pierden ninguna fiesta en el lugar y extrañamente saben cosas que los demás no.

— ¿Son los fundadores?— las cosas se habían dado un giro interesante

— Todos pensábamos eso al principió, pero nos han demostrado que no es así. Principalmente Mont. Así que quien creo eso y quien manda todas las invitaciones son anónimos totales. Pero sabemos que tiene que ser alguien del pueblo.

— ¿Por las invitaciones?— era algo lógico. Al fin de cuentas, aunque Kataneo era un pueblo viejo donde todos se conocían entre todos, también era un lugar que no aceptaban a cualquiera y solo los nativos del lugar sabrían quien era quien y tendrían contacto con ellos.

—Por eso y por algo más— en este punto Gain se separo de la pared, ya la expresión re relajación y simparía que había mostrado desde que empezaron a hablar del tema había desaparecido. Ahora se encontraba serio y Selene sabía que ya no podría sacarle nada más a su hermano por el momento. Aun así lo intento

— ¿Qué hay más?

Gain suspiro y miro a su alrededor por largo tiempo antes de voltear de nuevo la mirada a Selene.

—Ese lugar no es totalmente seguro, Selene. Por algo los adultos no saben de ello.

Con ello empezó a caminar sin esperarla. Selene observo la espalda de su hermano mientras este se alejaba. Si bien lo que le había dicho era bastante interesante aun tenía esa vena de curiosidad por saber que era ese algo “más” de que hablaba Gain. Por el momento no podría saberlo y tal vez nunca llegaría a sacársela si le preguntaba. Así que ahora el trabajo era para ella de averiguarlo. Sonrió hacia sus adentros, la peli-roja siempre había sido una curiosa total y se le iba bien encontrar respuestas en secretos como esos. Así que no dudaba que lo conseguiría. Lo malo era que no estaba en una situación donde todo se le haría fácil. Pero como decían por ahí: Nada es imposible hasta que tú eliges si es imposible.

Día 24: Hora 10

En los dos años que llevaba en el pueblo; junto con el año y medio de cuando había conocido y mantenido amistas con los gemelos Sommer’s y Zen Mont, nunca había visto al último en un cabreo tan enorme como ahora. Zen Mont había llamado su atención porque era un chico que nunca se dejaba afectar por nada ni nadie que no estuviese dentro de su círculo. Era una persona fiel y bastante protector a su manera pero solo a aquellas personas que consideraba importantes. Lysander estaba dentro de ese círculo junto con los gemelos y unas cuantas personas más que podía contar con los dedos de una sola mano.

Por eso le extrañaba verlo de esa manera. Su cabreo solo podía significar una sola cosa. Algo había pasado, y para su mayor frustración nadie pareciera querer darle respuestas. Lysander había tenido su atención sobre su compañero por días y aun así no notaba nada diferente para justificar su humor. También sabía que no era por sus padres del chico, si bien ambos salían a menudo de viaje habían decidido quedarse a lado del rubio por una temporada de vacaciones y eso era algo que animaba mucho a Zen a pesar de que no lo demostrara abiertamente. La presencia de sus padres era un factor positivo en la vida del rubio.
Lo único fuera de lo normal del chico era las miradas fugitivas hacia la nueva integrante del pueblo. Selene Gallagher, así que asocio el enojo del rubio tenía que ver con ella. El problema era que no había visto en ningún momento que ambos hubiesen intercambiado palabras desde que la chica ingreso al instituto.

Los gemelos Sommers tampoco tenían ni una intención de hablar sobre el tema, aparte de que ellos se encontraban un curso por encima de Lysander. Así que no había mucha comunicación entre ellos aparte del almuerzo y las reuniones después de la escuela donde discutían de muchas cosas fuera de los problemas personales. Aun así Lysander odiaba no saber las cosas y menos cuando se trataba de personas que podían afectar su trabajo y Zen Mont era una de esas personas. Así que ese día iba a saber por fin que era lo que tenía al rubio de tal humor. Sabía que no iba a lograrlo preguntándole al rubio así que su siguiente salida eran los gemelos y no los iba a soltar hasta tener sus respuestas.

A la hora del almuerzo salió rápido del aula dejando a Mont atrás, no iba a ser extraño, había veces que ambos no podían salir al mismo tiempo por distintos compromisos; al final siempre terminaban viéndose en la cafetería. Acelero los pasos y encontró como esperaba a los gemelos sentados en la mesa habitual del lugar. Al fondo, algo escondidos pero desde esa posición la entera cafetería podría ser vista sin ningún problema.

Scander y Shiloh Sommers eran de los gemelos idénticos. La misma altura, el mismo color castaño de cabellera, los mismos ojos celestes, el mismo lunar justo en el espacio entre el hombro y el cuello. Uno solo podía diferenciarlos gracias al corte de cabello de cada uno. Mientras Shiloh se dejo crecer su cabellera y caía sobre su nuca de manera desordenada, Scander lo tenía corto y revoltoso.
Ambos cuando vieron a Lysander acercarse pararon su plática y saludaron al chico mientras este se sentaba en su puesto habitual, en la cabecera de la mesa.

— Quiero saber que tiene Mont— dijo sin ningún miramiento. Directo al tema siempre era mejor — ¿Por qué tiene el cabreo del siglo encima de él?

Ambos gemelos se miraron uno a otro por unos exasperantes segundos para Lysander. Eso no era lo que quería, era obvio que ambos sabían algo pero el hecho de que no lo soltaban lo enojaba. Pero ambos sabían bien que era lo que les convenía entonces tendría sus respuestas.

—Es una larga historia— comenzó Shiloh jugando con su comida

—Eso lo dijiste antes—contestó Lysander observando al gemelo

—Bueno, es que en verdad es una larga historia— quiso bromear en el momento Scander pero la mirada que le mando Lysander le dejo en claro que no era el momento para hacerlo. Nervioso coloco su mirada en el plato y esperó que su hermano continuara, pero el silencio reino en la mesa y eso hizo que Scander volviera a alzar la vista.

Por un momento Lysander creyó que el gemelo lo observaba a él pero noto que la dirección de su mirada no era su rostro si no por su hombro, o mejor dicho detrás de él. Volteo a ver despacio y se encontró con Selene Gallagher parada frente a ellos. La chica observaba a los gemelos y por la manera en que cambiaba su peso corporal de un pie a otro podía notarse el nerviosismo que tenía al estar frente a ellos. Si bien Lysander estaba acostumbrado a ver a las chicas nerviosas enfrente de él, en esta ocasión la situación no le agrado. Selene había interrumpido una conversación importante.

­— ¿Gallagher?—llamo a la chica ocultando con maestría su enojo tras una voz calmada y simpática. La chica pareció reaccionar y salir de un sueño cuando escucho su nombre. Lo observo y parpadeo varias veces como tratando de analizar que era lo que tenía enfrente de ella.

—Lo siento— se disculpo bajando la mirada hacia si mano— el profesor de algebra me pidió que te diera esto Giove—fue en ese momento que Lysander se percato de la hija que la chica llevaba en su mano y que se lo entregaba— al parecer somos compañeros de equipo— le anuncio

Lysander tomo el papel, afirmando lo que decía la chica. Eran los ejercicios que esa misma mañana el profesor hablaba que deberían resolver en equipo. Era un proyecto en tres etapas y por lo mismo duraría por lo menos un mes. Asintió y le dio las gracias a Gallagher pero ella de nuevo estaba fijando su vista en los gemelos y por primera vez en su vida Lysander Giove se sentía ignorado. Era a él que las chicas fijaban la vista siendo los gemelos y Mont los segundos en ser vistos. Pero ahora esta chica observaba a los gemelos atentamente y notaba que su nerviosismo era gracias a ellos y no por él.
Volteo a ver a los gemelos y ambos observaban a la chica con la misma intensidad que ella los observaba a ellos. Hasta que Scander empezó a sonreír poco a poco de una manera burlona.

— Ha pasado tiempo Selene— dijo el castaño pasando una mano sobre su cabello a modo de cortejo.

—Digo lo mismo Scander, veo que ambos no han cambiado nada— el nerviosismo se había esfumado ante la actitud relajada de Scander, de hecho ahora sonreía suavemente, haciéndole ver un poco niña pequeña de lo que ya se veía­— Shiloh, considera ponerle correa a tu hermano

—Lo estoy considerando bastante­— sonrió de vuelta el más serio de los gemelos, siguiéndole el juego a la peli-roja

—Yo preferiría colocarte a ti una correa— insinuó en un doble sentido Scander ignorando la broma que ambos hicieron a su persona

Lysander veía el intercambio de palabras entre los tres, era un forastero en esa conversación y no le agradaba la idea. Aunque el hecho de observar cosas nuevas como la interacción de la chica nueva, o no tan nueva, con los gemelos era interesante. Ahora que lo pensaba bien, Gallagher parecía no hablar con nadie de su curso y por las pocas veces que la había visto en los pasillos tampoco se juntaba con nadie, solo con su hermano por obvias razones. Era la primera vez que veía a la peli-roja en el comedor de la cafetería en toda la semana.
Con comentario insinuador de Scander, Lysander pensaba que la chica, como muchas otras, terminaría sonrojándose y salir huyendo del lugar. No todos los días alguien recibía un cumplido de uno de los chicos más solicitados de la escuela. Pero contrario a lo que pensaba Selene Gallagher hecho la cabeza hacia atrás soltando una risa infantil mientras se cubría la boca con la mano. Al parecer ni los gemelos se esperaban esa reacción de la chica ya que le observaban asombrados, no tardaron en unirse en la risa mientras él seguía observando.

—Me alaga tu alago Scander, pero hace tiempo que perdiste tu toque— le respondió Selene, sorprendiendo a ambos gemelos y entrándole curiosidad a Lysander, era la primera vez que alguien se le negaba a Scander Sommers

De repente la atmosfera pareció cambiar, la sonrisa en los labios de la peli-roja se fueron disminuyendo poco a poco mientras su vista se concentraba en la parte de delante de la mesa, atrás de los gemelos. Lysander encontró a Zen Mont parado de manera estática es su posición. Aunque al principio la mirada de Zen hacia Gallagher era de sorpresa, rápidamente se torno a un fuego intenso de odio. Ninguno de los dos dijo nada, Selene mantenía su postura firme con una fuerza que Lysander nunca había visto en una mujer y su interés incremento de sobremanera.

—Mont— saludo cortésmente pero aun así de manera corta al rubio.

Aun así Zen no le devolvió el saludo, seguía observándola intensamente. Lysander no tardo en comprender que el enojo de toda la semana de Zen tenía que ver con la chica, ahora que ambos estaban frente de él observándose uno a otro lo comprendía. Ahora la pregunta era ¿Por qué?.

—Nos ponemos de acuerdo otro día Giove— sin verlo la chica se dirigió ante él. Su mirada seguía en Zen como si temiera que si volteaba y perdía de vista al rubio este se le lanzaría encima como animal enjaulado.

Se despidió de los gemelos con un movimiento corto de la cabeza y dio media vuelta para dirigirse a la salida de la cafetería. Lysander notó las miradas que la chica había desviado hacia su persona. Aunque no eran como el de Zen si noto uno que otro lleno de curiosidad extrema y por un momento confundió la cafetería de la escuela en un zoológico, ellos eran los espectadores y Selene Gallagher era la nueva especie del lugar.

Hora 15

Era la primera vez que Selene Gallagher quería desaparecer del mundo, o para hacerlo más sencillo estar enterrada bajo sus cobijas y viendo un maratón de películas junto con su hermano y no salir tal vez por algunos días. Por primera vez desde que había tomado la decisión de regresar a Kataneo y retomar la vida que había dejado hace tres años, se cuestionaba si había sido una buena decisión. Claro esta eso nunca se lo diría ni a Alex ni a Gain, conociéndolos en cuanto terminara de decir lo que sentía le conseguirían el boleto de regreso Suecia.

Miro alrededor encontrándose con la mirada de Zen Mont en el proceso. Toda la semana había sentido si mirada sobre de ella, pero había manejado la situación perfectamente evitándolo y concentrándose en sus estudios. Aunque era bastante fácil. Su promedio era bastante alto, y por lo que había escuchado del director casi llegaba a empatar con Lysander Giove, el chico que había conocido en la oficina del director. Pero toda su actuación se vio abajo esa misma mañana, cuando fue a entregarle la copia de lo que tenían que hacer para el proyecto de algebra; la guerra de miradas que se habían enfrentado ambos.
Haber intercambiado esas palabras con los gemelos Sommer’s le hizo sentirse aliviada, por lo menos los chicos seguían hablándole bien y por lo visto no habían cambiado nada entre ellos. Por un momento pensó que podría tener alguien en el lugar con quien hablar aparte de sus hermanaos y los amigos de Gain.
Todo se vino abajo cuando Zen entro en escena, y aunque trato de ser cortes y saludarlo este le intereso poco y la fulmino con la mirada.

Salió huyendo, porque eso fue lo que hizo, aunque no quería que los demás se dieran cuentas así que lo oculto todo tras una máscara de cortesía ciega y salió sin apuro alguno de la cafetería. Pudo sentir las miradas sobre su persona pero no volteo a ver a ninguno en el proceso, su única idea era salir de ahí. Admitía que había evitado el lugar desde que empezó la semana. No quería estar dentro de una habitación lleno de estudiantes que la verían como escaparate promocional. Así que se unía a los almuerzos de su hermano con sus amigos pero no era diario. Aunque Gain decía una y otra vez que no había problema Selene tampoco quería ser un estorbo para la amistad de los tres chicos. Así que también se la pasaba una parte y la mayoría de los almuerzos en una zona de los pastos, medios ocultos y alejado de todos. Pero ese día tuvo que romper la rutina cuando Lysander Giove salió corriendo del salón de clases sin escuchar que el profesor les pedía que pasaran por su hoja y a que supieran quien iba a ser su compañero de equipo.

Saber que Lysander Giove iba a ser su compañero fue un alivio, el chico al parecer no sabía nada sobre el incidente hace tres años, y aparte era nuevo igual. Aunque pareciera que todos los aceptaban como si fuese un nativo.

La campana de salida sonó por fin y Selene no se tomó ni un segundo en recoger sus cosas y salir corriendo del salón para evitar cruzarse con Zen o su hermano. Esperaría afuera, sabía que después de un poco de aire estaría perfecta para enfrentar a su hermano y Gain no notaría en absoluto que algo había pasado. Su plan se obstruyo cuando escucho una voz femenina gritar su nombre. Se detuvo y volteo a ver con un corazón a toda velocidad. Suri Lerman se acercaba a ella lo más rápido que sus cortas piernas junto con la bola de estudiantes que salían le permitían. Ella misma recibió uno que otro empujón en su espera y sonrió suavemente y llena de desconfianza cuando la chica se coloco frente a ella jadeando. Suri y ella eran de la misma altura y por un momento Selene se sintió identificada con la chica. Pero desecho el sentimiento de inmediato. No podía confiar en ninguna persona de ese pueblo

—Ol-olvidaste tu cuaderno— tartamudeo la chica aun en el intento de recuperar el aire perdido— extendió su mano mostrando la agenda de Selene, pequeño y negro.

—Oh… gracias— contestó turbada Selene, tomando la libreta. Eso no era lo que se esperaba, pensaba en palabras brutales, en defensa de Zen por lo que paso en la cafetería. No eso.

—De nada— Suri al parecer se encontraba igual de nerviosa que ella, ya que observaba sus pies y movía sin ritmo sus dedos en su libreta—debo irme— la voz de la chica era aguda y muy baja, podría confundirse con un susurró aunque quedaba perfecto a la personalidad de la chica

—También yo—asintió Selene dando media vuelta

­—Selene…— el corazón de la peli-roja se volvió a descontrolar ante el nombramiento de su nombre. Cerró los ojos suavemente pensando que ahí venían las palabras que ella había pensado desde el inicio. Suspiro y coloco una máscara tranquila en su rostro. Giro un poco la cabeza para ver a la chica de reojo y espero a que continuara — Me alegro que hayas regresado— con esto la chica se alejo de ella rápidamente, dejando a Selene Gallagher sorprendida y feliz.

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