Luke camino por el pasillo de la escuela, ignorando como todos los días las miradas de todos en su persona, tanto de admiración como de desaprobación. Cruzo la mirada con uno de los profesores que lo examino de arriba abajo mientras pasaba a su lado y le lanzaba esa mirada rígida, un regaño en silencio. Aun así no se tomo la molestia abrocharse los primeros dos botones flojos del uniforme dejando a la vista esa piel blanquecina como fantasma que le caracterizaba, ni arreglarse la corbata que caía de cada lado de su cuello masculino, mucho menos fajarse la camisa blanca en los pantalones que se ajustaban en su cintura.
Con una sonrisa descarada paso una mano por los cabellos negros ya despeinados creando más alboroto en ellos, para desaprobación de los maestros y deleite de varias alumnas al ver que ese sencillo movimiento aumentaba el atractivo del hijo del dueño. Pero para decepción de todas ellas y sus risas tontas la mirada oscura de Luke Wolf nunca cruzo por su esquina.
Dejo las miradas atrás de él, aun conservando esa sonrisa victoriosa en su rostro mientras se alejaba en el siguiente corredor. Sonrisa que desapareció en cuanto cruzo el marco de l aula más cercana. Serio, empezó a observar en todo el aula como si buscara algo o alguien. Todos dentro de la estancia le miraban, miradas de desconcierto, coqueteo y hasta costumbre se posaron sobre su figura adolescente. Logro encontrar su objetivo al final de la sala y dirigió sus pasos hacia el escritorio donde una chica de cabellera extravagante de tonos negros y plateados surtido en todo su cabello. Cabeceaba de vez en vez provocando que acelerara el paso hacia ella.
Cuando se encontró frente al pupitre sin pensar por segunda vez dejo caer sus manos sobre la madera provocando un estruendoso y potente ruido que provoco que varios cerca del lugar dieran un brinco de susto y le lanzaran miradas interrogantes. Él solo los ignoro y siguió observando a la chica quien por el ruido había soltado un grito y sus ojos se abrían enormes ya despiertos.
-¿Estas loco?- susurro en reproche la chica mientras le mandaba una mirada verdosa llena de reproche
-No te duermas- ordeno con voz firme, ignorando por completo la mirada y el tono de reproche
-No lo he hecho por una semana- el susurro de la chica ya no tenia ni un signo de reproche, al contrario, parecía cansado, al igual que su semblante, la mirada verdosa se entrecerró como su mantener los parpados abiertos fuese una tarea demasiado difícil para ella, en su rostro andrógino se dibujo el cansancio de varios días sin sueño.
-Espera a casa- su tono de mando no cambio en absoluto, ni siquiera su mirar seria, como si el cambio en la apariencia de la menor no le preocupara.
-Pero…- un bostezo le interrumpió y su voz se quedo apagada en medio de la palabra. La morena cerró de nuevo los ojos rindiéndose de mantenerlos abiertos por más tiempo.
-Kisa- una voz entre enojo y un leve ton de preocupación escapo entre sus dientes mientras nombraba a la chica, pero la morena no parecía reaccionar ante su nombre, su cabeza empezó a descender hasta su pecho en un intento de conciliar ese sueño que tanto deseaba.
Con frustración el chico coloco una mano sobre su hombro sacudiéndola un poco con la intención de despertarle. No funciono, pareciera que ese zarandeo solo incremento el sueño de la chica quien ya tenia la barbilla sobre su pecho y su aliento se volvía ligero, indicio de estar sumergiéndose en el mundo de los sueños.
-Sera mejor que la saquemos de aquí- una voz a sus espaldas le hizo tensarse y olvidarse por un segundo de la chica bella durmiente. Aunque no era necesario voltear a ver a la persona para poder saber de quien se trataba.
-No te metas Kyle- su voz ahora sonaba amenazante pero su vista no se aparto de Kisa.
Rodeo el pupitre hasta para quedar de lado a la chica, aparto la silla y agachándose tomo a la chica entre sus brazos cargándola como su un costal se tratase. Sin mirar al castaño pulcramente vestido con el uniforme de la escuela se dirigió a la salida con la mirada de todos de nuevo sobre de ellos.
Aunque el hecho de observar al dueño de la escuela Luke Wolf cargando a su hermana menor Kisa Wolf ya no era nada nuevo para los alumnos del instituto, ni tampoco era extraño ver salir detrás de ambos hermanos al nuevo alumno de intercambio que había llegado hasta apenas un mes atrás.
Como siempre este los seguía con esa expresión de tranquilidad haciendo que nadie sospechara de la extraña escena que se montaba entorno del trió. Aun así, era imposible para todos no ponerse a pensar que era lo que pasaba entre ellos.
El instituto era lo bastante grande para este abarcara por una sola calle por si solo, y por lo mismo las aéreas verdes eran bastantes. Desde el patio principal donde metros y metros de pasto verde se encontraba hasta las pequeñas y privadas aéreas que nada mas eran ocupadas para esos momentos no apto para todo público de los alumnos. Claro está, los profesores y guardias tendrían que pasar a cada minuto por esos lugares. Aun así no les fue difícil encontrar un solitario espacio, lo suficiente apartado de todo el mundo hasta los mismos profesores.
Luke coloco a Kisa con cuidado sobre el verde pasto, la chica reacciono de inmediato ante el toque de la hierba fresca, acurrucándose como si la superficie fuese en si su cómodo y blanda colchón de cama en lugar de la superficie dura e incomoda. Mientras el moreno coloco su mirada sobre el castaño que los había seguido en silencio en todo momento. Kyle miraba a Kisa recostada, sus manos estaban dentro de los pantalones. Luke no mostro ningún indicio de si hubiese hecho mucho esfuerzo ante su antigua tarea de cargar a la morena, su uniforme seguía de la misma manera alborotada que hace rato y su cabellera se movía como el viento le pedía. Tal vez lo único que había cambiado era la intensidad que su mirada oscura estaba sobre de Kyle.
-Deja de seguirnos- ordeno, fue ahí cuando la mirada confusamente de tono naranjado y cobre del castaño cayo sobre él.
-Kisa también es mi amiga…- hablo con un poco de temblor- yo…
-No pensabas eso hace algunos años-Luke interrumpió bruscamente
-Era un niño en ese entonces- mientras esas palabras eran pronunciadas la mirada cobriza se ensombreció
-Tenias 15 años, no eras precisamente un niño- una sonrisa taciturna cruzo por la cara de Luke
Kyle no respondió ante ese comentario, su mirada termino por oscurecerse y solo se limito a bajar la cabeza hacia la hierba bajo sus pies. Luke no le pareció necesario argumentar nada más, y solo se giro para quedar de perfil a él frente de Kisa. Se dejo caer en el pasto sentado en un movimiento ágil y seguro, recargo su codo sobre una pierna doblada enterrando su mano sobre sus cabellos negros en una posición de descanso. No tardo en escuchar y sentir movimiento a su lado, sabiendo que Kyle se había sentado junto a el a una distancia considerable para ambos. Ninguno se dedico a decir ni una palabra, se quedaron en silencio como si esperaran que algo más pasara.
-¿Nunca dejaran de pelear?- la voz femenina provoco que ambos fijaran su atención a Kisa, la chica recostada frente a ellos, que ahora se reincorporaba lentamente- son más infantiles que yo- un bostezo fue seguido por el comentario- y eso es decir demasiado- ahora ambos ojos verdosos y soñolientos estaban sobre de ellos
-Pensé que dormirías-Luke enarco una ceja observando a su hermana estirarse como un gato en la hierba
-No- restregándose un ojo y con el otro observando al moreno- esperare a casa
Una apagada risa de Kyle hizo que ambos dejasen su mundo de hermandad y voltearon a ver al castaño y parecía que trataba de disimular las risas con su mano sobre la boca.
-Ustedes nunca cambiaran- después de tranquilizarse les comento aun teniendo una sonrisa divertida en el rostro- Kisa sigue siendo un espécimen raro entre los hombres- Kisa le mando una mirada fulminante a lo cual el respondió ampliando su propia sonrisa- y Luke es el único que puede comprenderla más que los demás- volteo a ver a Luke que había fruncido su ceja más
-Mira quien lo dice- una sonrisa irónica le mando Luke desde su posición- el niño que aun se comía el “Play do” a los ocho años- Kisa acompaño el comentario con una gran carcajada.
-Touche- con los ojos cerrados Kyle indico su derrota.
Kisa decidió tumbarse de nuevo en el pasto cerrando los ojos, pero uno podía escuchar la agitación de su respiración y notar que el dormir no estaba en sus planes. Luke tomo una rama suelta y pequeña empezando a escarbar el pasto, su mirada ausente como si la idea de estar en ese momento ahí mismo con ellos dos no lo supiera, a pesar de que segundos atrás lo habría recordado y Kyle miro hacia la nada, sabiendo que tal vez su presencia era un obstáculo entre el vinculo entre ambos hermanos. El silencio los reino a los tres.
Cuando Catherine le había llevado a esa zona residencial en el centro de Paris, con las mansiones de largas hectáreas, o las casas de mas de dos pisos con extensos jardines delanteros, cuando observo todo esa elegancia que nunca había visto de cerca se sintió sorprendida e intimidada.
Cuando Catherine estaciono el auto frente a ese edificio de vidrios y acero, de casi siete pisos y entraron a esa recepción pulcramente limpio sintió que sus zapatos podían ensuciar en cualquier momento el azulejo blanco y le pedirían retirarse. Se mordió el labio inferior al escuchar a la recepcionista ser tan amable y respetuosa con la morena y solo atino a bajar la cabeza y a seguirla en silencio.
Y ahora se encontraba en medio de su sala, rodeada con esos muebles modernos y de lujo, esa tecnología de punta y ese ambiente totalmente extraño para ella. Pensó por un momento en nunca haber expresado en voz alta su deseo, Catherine le hacia sentirse en todo momento intimidada ante su presencia perfecta para ella.
-Es…linda- tartamudeo observando a la moreno colocar las llaves en la mesa de centro- tu casa… es linda- repitió al no recibir respuesta, pensando que tal vez no se había hecho explicar bien
-No es mía- contesto cortantemente Catherine mirándole de reojo por un segundo antes de dar media vuelta y dirigirse a la cocina que se encontraba frente a ambas desde la sala.
Christine volvió a morderse el labio inferior ante la contestación de la moreno, pensó que tal vez su comentario le habría molestado por la mirada y la forma en que le contesto. Pero ahora su propio nerviosismo empezaba a hacer estragos sobre de ella. Sus manos empezaban a sudar ligeramente y sentía que su voz se había perdido en un abismo dentro de su mismo cuerpo ya que por más que entreabría los labios nada salía de ellos. Aprovechando que Catherine se encontraba de espaldas a ella cerró los ojos respirando profundamente en un intento de poder controlar su ritmo cardiaco.
Sintiéndose con las fuerzas suficientes para decir algo abrió la boca pero…
-Cat, necesito que…!oh!- un hombre aproximadamente de unos veinte tantos años había salido por uno de los corredores del departamento.
Observo atenta a la nueva persona dentro del lugar, no podía negar lo atractivo que el hombre era. Cabellos castaños rubios que se encontraban en cierta forma peinados pero no evitaba que alguno que otro mechón tomara un actitud rebelde, aun así ella pensó que eso solo aumentaba mas su atractivo. Tenia la piel ligeramente bronceada, como de una persona común y corriente que salía al exterior y era expuesto a los rayos del sol de cada día. El rostro era ovalado, de nariz recta, mentón duro, labios delgados y unos grandes ojos mieles que ahora la miraban confundido desde su posición.
Apretó los labios hasta convertirlos en una fina línea, no sabia como reaccionar al no reconocer al hombre. Pero este parecía que tenia suficiente confianza en la morena por haberle llamado son ese sobrenombre. De repente, no sabia si para su sorpresa o nervio, la mirada del chico se volvió en uno agradable y una sonrisa pequeña cruzo por su rostro mientras la observaba. Dio unos pasos entorno a ella. Christine no sabia si retroceder o no.
-Tu has de ser la famosa pelirroja – comento a medio camino deteniéndose a unos pasos del respaldo del sillón de tres personas.
Ahora fue Christine quien le observo confundida. Lanzo una mirada de reojo hacia su propio cabello –como si fuese la primera vez en años que lo comprobaba-, el color rojo intenso llamaba demasiado la atención. Su mirada subió de nuevo hacia el hombre frente de ella. La sonrisa se mantenía igual, sus manos habían sido colocado en el respaldo y se inclinaba un poco hacia ella como si quisiera verla un poco mas de cerca.
-Julián- Catherine interrumpió la interacción de ambos, regañando al castaño desde su posición recargada sobre la barra de la cocina.
-Lo siento querida- el susodicho llamado Julián volteo a ver a la morena dándole su perfil. Catherine solo le dirigió una mirada severa antes de voltearse de nuevo dándoles la espalda a ambos.
Ella observo a ambos, de nuevo esa extraña sensación de que se encontraba en un momento y lugar que no le correspondía. Esa interacción entre ambos había demostrado esa intimidad que ambos profesaban. El intercambio de miradas había sido más que suficiente para saber sobre la relación de esas dos personas. Se mordió su lengua regañándose por haberse dejado llevar por el impulso y las ganas de su deseo sin sentido.
-Soy Julián Dumont- la voz suave y tranquila del hombre la volvió a sacar de su mundo.
Notó que el ya no se encontraba detrás del sillón, si no justo frente a ella. ¿Cuándo se había desplazado hasta esa posición? Ni siquiera el arrastre que una persona normal hacia con los zapatos sobre la alfombra se escucho. De repente el hombre se había encontrado frente de ella. Se vio a si misma retrocediendo un paso hacia atrás. La parte de atrás de sus rodillas chocaron con la mesa de centro donde las llaves resonaron contra el vidrio por el brusco impacto.
-Tranquila- Julián coloco una mano sobre su hombro.
Alzó la vista y miro hacia los orbes miel del castaño. Este aun mantenía esa sonrisa pequeña y genuina, y de repente una ola de tranquilidad le lleno por completo, apaciguando los nervios y el repentino susto que hace segundo había tenido se desvaneció poco a poco de su sistema. Seguía observando esos ojos miel sintiendo esa confianza pura para él. Poco a poco una sonrisa fue surgiendo en la comisura de sus labios. Tal vez no era una sonrisa grande, era pequeña apenas visible, pero totalmente genuina.
-Christine Dux, es un placer- se presento, su voz parecía haber recuperado su fuerza al salir con naturalidad de su garganta
-El placer es todo mío- Julián tomo su mano derecha y la dirigió hacia sus labios donde deposito un pequeño beso sobe sus nudillos. Un gesto totalmente inesperado pero caballeroso. Un suave ardor creció en sus mejillas y supo enseguida que se había sonrojado.
-Julián, es hora
Catherine hablo y ambos voltearon a verla, la morena señalaba con un dedo el reloj de pared que se encontraba en la cocina el cual marcaba las dos menos diez minutos. Su otro brazo se encontraba frotando su gemelo sobre la playera de manga larga que la chica utilizaba. Como si el frio se colara bajo la prenda. Extraño al ser un día bastante caluroso, incluso en el camino hacia ahí se había preguntado interiormente si Catherine no estuviese muriéndose de calor con ese conjunto tan tapado y oscuro, pero no. La chica no dio ni un indicio de presentar calor, como ahora, solo presentaba como si el frio la invadiera.
Volteo a ver a Julián y este tenia un brillo en sus ojos de preocupación dirigido hacia la morena y con un tono igual dijo -Cat quieres que…
-No- le corto la morena sabiendo lo que el hombre le iba a decir- iré a cambiarme- la chica dio media vuelta y del mismo corredor donde había aparecido Julián hace poco desapareció ella.
-Tengo que irme
Julián le dirigió una ultima sonrisa mientras se agachaba cerca de ella para tomar la llaves que Cat había dejado, un extraño olor frutal le llego a sus fosas nasales en el proceso. Sonrio un poco más al conectar el olor del castaño con su peculiar forma de ser. Ambos eran relajantes, como si simplemente una sonrisa pudiese recuperar la estabilidad armónica en un campo de guerra.
-Le puedes avisar a Cat que le toca ir a centro comercial- del pantalón negro de vestir el hombre saco una hija doblada y se la extendió- será mejor que vallas ahora- señalo con la cabeza el corredor- al fondo la segunda puerta de la derecha.
Una cabeceada pequeña fue la despedida del hombre, se dirigió a la puerta y sin dar una mirada hacia atrás salió del departamento. Su mirada bajo al papel que le habían otorgado y después hacia el corredor. De nuevo ese aceleramiento en su corazón se presento en cuanto Julián se fue. Se mordió levemente su labio y con pasos dudosos llevo sus pies hasta donde le había indicado el castaño. El corredor apenas era iluminado por la luz que quedaba de la sala y la cocina entonces la mayoría estaba algo oscuro, aun suficiente para distinguir donde caminar. Vio varias puertas pero justo la puerta que le indicaron que buscara se encontraba abierta y una luz salía de ella. Aun lento se dirigió ahí. En cuanto llegó no sabia que hacer, si mantenerse en silencio ahí o salir corriendo ante lo que vio.
Lo único que supo es que su corazón paso a otro nivel de latidos por minuto…
Los guardias seguían parados en forma de combate en la entrada del callejón. Él seguía entre esos dos hombres que se había encontrado en el fondo de esa calle sin salida. El rubio con quien había chocado y accidentalmente había tirado se encontraba detrás de él a una distancia corta, podía sentir su aliento pegando en la parte de atrás de su cabeza.
Miro de reojo al otro hombre ahí, el compañero del rubio se había acercado a ellos en cuanto los guardias custodiaron la única entrada y salida del lugar. Tenía cabellos castaños de una extraña forma revuelta, era demasiado lacias y tal vez era por eso que resbalaban con facilidad hacia el rostro del susodicho. Tenía unos profundos y fuertes ojos color verde. Se mordió el labio inferior, nunca habían visto una mirada que expresara nada y aun así fuese tan dura. Era un hombre maduro, su fisonomía era alta y trabajada, sus facciones tenían una extraña mezcla entre delicado y rudo dándole una masculinidad asombrosa.
Volvió su rostro hacia los uniformados. Tenia miedo, no lo iba a negar. Había logrado escapar por primera vez de su custodia, ahora por un simple y tonto desvío todo se ha arruinado. Lo peor es que había logrado involucrar a dos inocentes en el asunto. Miro de nuevo a los dos hombres a su lado de una manera rápida. El castaño estaba parado a lado de ellos con los brazos cruzados aun así se podía notar esa aura defensiva que irradiaba. Su mirar paso al rubio, este mirada a los guardias con el entrecejo fruncido, como si el hecho de verlos en ese lugar se le hacia aburrido. Con asombro vio más allá de ese brillo de aburrimiento la certeza que el conocía a los guardias.
No… no a ellos, si no a lo que ellos cuidaban.
-No queremos molestarles, solo necesitamos al chico- la voz grave del jefe en guardia de ese turno se escucho devolviéndolo a la realidad. Conocía al hombre y siempre lo había visto como un hombre falso y sin escrúpulos.
Aun así, el miedo se intensifico, sabía que al final tendría que regresar con ellos. Todo había acabado, regresaría a la academia y recibiría el castigo apropiado. Era tonto radicar sus esperanzas en dos hombres desconocidos que por su culpa se vieron dentro de un problema que ni siquiera les concierne. Quería acabar con eso rápido así que dio un paso hacia delante con la intención de irse con esos guardias. Pero sus acciones fueron detenidas cuando una mano se coloco sobre su hombro deteniéndolo. Miro la mano sobre su hombre y subió la mirada por el brazo hasta el rubio. Este no lo miraba, si no a los guardias y noto un pequeño cambio en sus ojos, ahora un reflejo de ira salía de ellos.
-¿Por qué deberíamos de regresárselo?- la voz del rubio sonó ante su alarma a total provocación el cual surtió efecto.
Los guardias de inmediato se colocaron de nuevo en una posición de ataque, mientras el jefe miraba al rubio con confusión igual que molestia.
-Solo regrésanos al chico- a pesar de que el jefe de guardias quería sonar calmado era bastante notorio el tono de irritación que tenia por no haber sido obedecido a su primera orden.
-No- la respuesta del rubio solo logro tensar las cosas más.
El agarre en su hombro se hizo más fuerte y de nuevo volteo a ver al susodicho, este le jalo del hombro logrando que el perdiera el equilibrio y cayera sobre su trasero en el suelo. Tanto el rubio como el castaño se colocaron frente de él de una manera defensiva. Podía ver desde su posición entre las piernas de ambos hombres como el último gramo de cortesía y paciencia se esfumaba del jefe y solo mantenía la furia.
-No…- quiso detener a ambos chicos antes de que se metieran más en problemas
-No te muevas- el rubio le ordeno sin mirarle de nuevo. Como desde el inicio su mirada no se aparto de los tres hombres delante de ellos- Seyer…- por un instante el rubio miro de reojo al castaño y ese solo asintió mientras daba un paso hacia delante.
Asustado el pelirrojo observo como dos de los tres hombres daba paso al frente pero eso no detuvo al hombre Seyer ya que siguió dando pasos seguros hacía delante hasta que quedo a solo dos metros de los guardias. Vio que se preparaban, apretó los labios esperando el primer impacto cuando de repente la vista le fue obstruida por esos ojos chocolates se encontraban frente a él. No sabía si sentirse intimidado por el sonido de gritos y quejidos de dolor provenientes donde se encontraban Seyer y los demás guardias o por la mirada que el chico le mandaba.
-¿Cuál de ellos tiene inserción?- pregunto de repente en apenas un susurro el rubio, casi arrastrando las palabras
-¿Qu…que?- tartamudeo viéndose confundido de repente
-¿Algunos de ellos tiene una maldita inserción?- pregunto mal humorado el rubio
Ahora si entendió completamente a que se refería el rubio. Abrió los ojos con sorpresa. ¿Cómo era posible que esos hombres supieran eso? Nunca había conocido a nadie fuera de la academia que supiese sobre la inserciones de poderes que hacían en pocos alumnos o se podría decir a unos cuantos de los miles que lo poblaban. Ahora encontrarse con esas personas que sabían sobre eso, no sabía si temer o confiar.
-N..no, solo el guardia- su voz salía de manera torpe- porta un estabilizador
-Maldición- lanzando la palabra al aire se levanto y olvido al pelirrojo de nuevo- ¿Escuchaste Seyer?- pregunto al castaño.
Cuando el rubio de nombre desconocido se levanto pudo observar de nuevo la escena, un guardia ya había sido tumbado y ahora se encontraba en el suelo inmóvil y un pequeño charco de sangre empezaba a formarse a su alrededor haciendo que sus nervios se reflejaran más en su rostro. El segundo guardia estaba de rodillas, era claro que lo único que lo mantenía en esa posesión era la mano que sujetaban sus cabellos, algo que no duro mucho cuando Seyer tomo el ya ensangrentado cuchillo clavándolo en el pecho del hombre, justo en el corazón. Lentamente dejo libre la cabellera del sujeto y el cuerpo sin vida se desplomo junto con su compañero.
Quiso haber cerrado los ojos cuando paso, pero el impacto había sido demasiado y ni siquiera pudo moverse un milímetro de su lugar. Ni siquiera cuando sintió de nuevo esa oleada de amenaza cuando Seyer se agacho sobre el cuerpo inerte a recuperar su arma y mientras gotas de ese liquido rojo caían de la punta se encaminaba al guardia que ahora observaba al castaño como si hubiese visualizado el propio demonio en persona. Con manos temblorosas y torpes empezó a buscarse entre los bolsillos mientras retrocedía lo suficiente para obtener el espacio entre los dos. Pero el miedo que transmitía su cuerpo ni siquiera le dio oportunidad de sacar eso que tanto buscaba con fervor cuando dio media vuelta y salió corriendo.
El silencio siguió después de eso, lo único que podía escuchar con claridad era el latir frenético de su propio corazón que parecía que en cualquier momento iba a salirse de su pecho por lo fuerte que bombeaba. Su respiración era agitado a pesar de que no se había movido ni un centímetro de donde había caído desde hace rato.
Miro a su costado cuando escucho el sonido de unos zapatos, el rubio dirigía su andar aburrido y arrastrado hacia los cuerpos tirados, colocándose en medio de ellos los observo a ambos, dándole la espalda a uno se coloco en cuclillas frente al otro para examinarlo más cerca.
Él seguía sin moverse, viendo como ahora ambos hombres intercambiaban palabras susurrantes entre ellos, solo lograba ver sus labios moverse, pero no distinguía ningún sonido que salió de ellos. Un pequeño movimiento se hizo presente, miro con atención como uno de los guardias, el que se encontraba a espaldas a ellos se movía lentamente, como si la tarea fuese algo demasiado arduo. Con espanto reconoció un pequeño brillo plateado que salía del costado de su ropa.
Pasaron segundos tal vez, pero lo único que supo es que sus piernas reaccionaron y salieron disparados hacia ellos, a pesar de que su cuerpo era pequeño superando en fuerza por mucho por esos dos hombres logro aventar la mayoría de su peso hacia el rubio apartándolo del camino del objeto filoso.
Seguido sintió de inmediato el dolor en el costado de su torso, cerró los ojos y el grito desgarrador saliendo de su garganta no se espero. El mareo empezó a presentarse de inmediato, igual que la extraña sensación de liquido que salía de su herida, podía percatar voces lejanas pero que no entendía, un segundo después perdió la conciencia.
Era extraño la forma en que sentía que su corazón se encontraba en cada parte de su cuerpo, como sentía que ese latía con intensidad, sus labios se encontraban ligeramente separados temblaban. Y sus ojos no se apartaron en ningún momento de la escena frente de ella. Sabía que iba a ir directo a la habitación de la morena pero esperaba cualquier cosa, hasta el hecho de que la chica no le abriese la puerta, por eso encontrarla abierta de par en par fue bastante sorprendente pero ahora la imagen que veía también lo era.
Catherine se encontraba dando espaldas a la puerta, en una parte agradeció que así fuese, ya que la morena portaba en ese momento solo la ropa interior de la parte superior, el pantalón de mezclilla hacia sido cambiado por uno de algodón negro. El negro intensifico lo blanco y casi traslucida piel de la chica, le recordaba a su piel cuando estaba a muy baja temperatura; pero en Cat era natural, ese blanquecino casi un paso a enfermizo. La cintura estrecha subía hasta su torso donde solo la parte de atrás de la ropa interior verde se mostraba, su cabello estaba atado en un chongo mal hecho dejando que mechones negros rozaran de manera tentativa los hombros caídos.
Soltó un jadeo cuando la morena dio un paso para colocarse a perfil de ella, el fleco disparejo caí por un lado de su rostro impidiéndole ver los ojos pero si su nariz y los carnosos labios rosados. Solo se mostraba una parte del cuello femenino, no largo, solo lo preciso. Su vista como si tuviese vida propia bajo hasta el busto de la morena, el brasier verde cubría la mayoría de los pechos aun así se notaba el principio de ellos, Christine noto con total detalle como el pecho subía y bajaba lentamente igual que la respiración de la morena.
-¿Pasa algo?- la voz de la morena le saco de su ensueño
Dando un pequeño salto su vista subió topándose con los ojos grises cristalinos de la chica, millones de ideas cruzaron en esos segundos por su cabeza, tal vez de que Catherine se hubiese sentido acosada por la mirada o enojada de haber entrado a su habitación sin su consentimiento, esperaba eso y mucho más, pero nunca imagino lo que vio en esa mirada. La chica no reflejaba ni enojo, ni molestia ni incomodidad, solo indiferencia. Como si el hecho de que le hubiese cachado observándola tan atentamente fuese algo que siempre pasase.
-Yo…- su voz salió como un hilo y ahí noto el nudo que tenia en la garganta
-¿Si?- la morena aparto su vista de ella mientras tomaba del closet un suéter de tejido delgado color verde oscuro.
-El señor Julián… él- trago fuerte, sintiéndose como esos niños que apenas empezaban a aprender a hablar.
- ¿Te pidió algo?- Catherine camino hacia ella deteniéndose a una distancia prudente y cruzando los brazos esperando paciente a su respuesta.
-Me… dio esto- susurro apenas audible mientras bajaba la cabeza y buscaba entre sus pantalones, se sentía vergüenza y ya no podía atreverse a subir la mirada para enfrentar a la morena después de haberla observado tan fijamente. Cuando encontró el papel que el castaño le había dado, extendió su brazo otorgándole el papel doblado.
No supo que expresión tomo Catherine ya que aun seguía con la mirada fija en la alfombra solo sintió como ella caminaba de nuevo hacia ella deteniéndose ahora a unos centímetros de ella. Cuando tomó el papel los dedos de ambas se rozaron y una pequeña corriente eléctrica se sintió fluir haciendo que apartara rápido la mano.
-Tendremos que salir- un apenas susurro surgió de Catherine, Christine alzo la vista encontrándose a la morena observando lo que parecía una lista- ¿te importa caminar?- la mirada grisácea se encontró con la suya azulada.
-No, caminar esta bien- respondió
Catherine asintió y salió de la habitación sin decirle nada más, tomo eso como una indicación de que le siguiera. Salieron del edificio en silencio sin pronunciar ni una palabra, al igual que cuando llegaron. Christine no era de las personas que preferían en silencio, era más bien una típica chica que le gustaría tener una conversación con la gente que le rodea y sus momentos privados tenerlos en ciertos sitios. Pero con Catherine la cosa no podía ir así. Por más que Christine quisiera entablar una conversación con ella la morena siempre respondía de manera cortante, extrañamente nunca hubo una chispa de disgusto por el interrogatorio. Era como si simplemente la morena no tuviera nada más que agregar o no sabía que más decir.
El ya acostumbrado silencio estaba alrededor de ambas, la pelirroja veía alrededor, examinando más precisamente las casas alrededor, sonriendo hacia si misma al encontrarse con los jardines de los alrededores. El día empezaba a caer, aunque el sol aun estaba presente y el calor era inminente. Ella sentía como el pantalón de mezclilla se pegaba en sus piernas de una manera casi incomoda. Dirigió la vista a la morena y observo su conjunto. Se mordió el labio inferior al observarla mejor y notar de nuevo ese suéter tejido verde y ese pantalón negro.
-¿No tienes calor?- no se percato que dejo salir su pregunta al aire, y casi se mordió el labio inferior por tal movimiento torpe.
-No- contesto Catherine, cortante… como siempre.
Ahora su ceño se frunció ante eso. Dudo un poco si la morena estaba diciendo la verdad, el calor era demasiado y por las pocas personas que pasaban del otro lado de la banqueta podía asegurar que pensaban lo mismo que ella ante el vestuario de Catherine. Adelanto un poco los pasos hasta colocarse bien a su lado, le miro de reojo. Ella nunca volteo a verla, en la frente no había ni un rastro de sudor al contrario estaba demasiado fresca, y la piel que antes de por si tenia un aspecto blanquecino de mármol ahora estaba volviéndose algo grisácea, como enfermo. No pudo evitar volver a extrañarse por eso, pero decidió no hablar más.
Sabía que si lo hacia solo estaría metiéndose en cosas que no le eran sus problemas y tal vez hasta Catherine se sentiría algo incomoda. Tenia una suerte ya bastante grande el poder saber donde vivía la chica. O eso pensaba ella al ver que tenía una propia habitación, aunque la morena le había confirmado que el departamento no era suyo. ¿Tal vez de ese hombre Julián? Y todo eso le llevaba a preguntarse ¿Quién era Julián en la vida de la chica?
Sabía que tal vez las respuestas a esas preguntas nunca llegarían.
-Gracias- susurro de repente sin ver a Catherine
-¿De que?- trago fuerte cuando sintió la mirada fuerte sobre ella
-Por haberme permitido estar ahí, se que no es algo que pasa todos los días- miro de reojo a Catherine quien ahora de nuevo veía al frente mientras ambas avanzaban
-Te lo dije: es puro aburrimiento- contesto simplemente como si el tema fuese de poca importancia.
-Aun así…- se detuvo y de inmediato Catherine se detuvo a unos pasos después- gracias- no supo bien el por que, al igual que en el restaurante estiro su mano rozando la de Catherine sintiendo de nuevo esos escalofríos pero junto con algo más que antes no había notado, esa sensación de frio de parte de la piel de la morena- Estas fría- comento en susurro viendo la mano blanca
Como respuesta Catherine aparto la manó rápidamente y la coloco dentro de los bolsillos del pantalón negro, dio media vuelta dándole la espalda de nuevo cuando empezó a caminar retomando el camino.
-Tenemos prisa- dijo después de varios pasos alejados de ella, Christine solo apretó los labios en una fina línea y le siguió en silencio.
Dentro de la casa el timbre resonó varias veces por todos los corredores, ni un segundo más tarde volvió a hacerse y de nuevo una y otra y otra vez. Malhumorada una mujer de cabellos rizados largos y apenas alborotados, rubios castaños salió de una de las habitaciones, atravesando los pasillos con ese caminar elegante y hipnotizador que siempre le marco en la vida. Los ojos avellana estaban encendidos por el malhumor y el ceño ligeramente fruncido.
Ninguno de esos puntos logro disminuir la belleza fina de la mujer, el cuerpo esbelto y perfecto que el vestido blanco acentuaba más a cada paso que daba rozando la tela que la rodeaba. Tomo la manija y abrió la puerta de bruscamente a pesar de su apariencia frágil.
-¿Qué?....- el tono de demando se apago en cuanto observo quien se encontraba en la puerta- Edward…- susurro aun en estado conmocional
Edward no se quedaba corto en cuanto a expresiones y sorpresas, su mirada estaba fija en la bella mujer que le había abierto la puerta, se quedo hipnotizado por esos ojos avellana. Sus labios entreabiertos y sin saber que decir. Debía haber sospechado que algo así pasaría. Al final y al cabo había ido directo hasta su casa, era más que normal la alta posibilidad de que se iba a encontrar con la hermana menor de Caleb.
-Alice- contesto en apenas un susurro entre dientes
Una sonrisa pequeña pero honesta surgió en el rostro de la chica y abriendo la puerta se hizo a un lado con la intención de darle el pase de entrada. El rubio dudo un poco antes de dar el primer paso y cruzar la estancia hacia el pequeño recibidor de la familia Bax. Observo alrededor inspeccionando el lugar. La decoración pulcramente elegante y fina, nada ostentoso y fuera de contraste. Sabia que todo eso era gracias a la mujer detrás de él.
-Caleb no se encuentra- informo la mujer cerrando la puerta para caminar después con calma hacia él pero se detuvo apenas a unos metros de él, interiormente el rubio lo agradeció
-¿Tardara?- Alice cerró los ojos cuando escucho la pregunta, afirmando sus suposiciones de que lo que Edward había venido. Negó con la cabeza y cruzo los brazos debajo de su pecho.
-No creo- miro hacia el reloj viejo y enorme que reposaba en el pasillo- ha estado afuera hace algunas horas… si gustas esperar- señalo con la cabeza hacia la puerta de la sala.
-Seria mejor que me fuera- exclamo de inmediato Edward ante el ofrecimiento, empezando a caminar hacia la puerta
-No sabia que eras un cobarde- comento Alice
Esas palabras hicieron que se detuvieron bruscamente, aun estaba de espaldas a Alice, pero sabia como estaría la mujer, sonriendo como siempre de manera arrogante y victoriosa cuando sabia de que tenia razón en algo, lastimaba que esa vez no era verdad; o eso deseaba. Él mantenía la mandíbula apretada y no respondió de inmediato, ni siquiera se tomo la molestia de voltear a verla si no hasta algunos segundos o minutos después. Alice aun le daba la espalda y eso le permitía una total visión de la cabellera abundante de rizos de la chica. Era toda una tentación para el esa cabellera, aun así no alargo la mano ni se movió de su lugar.
Alice ante el silencio que daba Edward estaba segura de dos cosas, que el hombre se había sentido ofendido por su comentario y por lo mismo se había rehusado en irse solo para demostrar la negatividad de sus palabras. Y lo segundo era que por más que pasaran los años Edward Leborgne nunca dejaría su orgullo de hombre verse en duda con nadie. Ni siquiera con ella. Sonrio con nostalgia ante varios recuerdos que se agolpaban en su mente. Lentamente dio media vuelta para enfrentarse con esa mirada bizarra de verdes y azules.
-Vamos a la sala entonces- señalo mientras dirigía sus pasos hacia la estancia
El rubio la siguió en silencio, la sala estaba decorada del mismo estilo que el recibidor, y podía asegurar que toda la casa tenia esa decoración. Caleb no era de los hombres que podían quedarse con un decorador de interiores para discutir de que color combinaba con los muebles del baño. No, la paciencia no era una palabra que el chico tenía. Todo lo contrario a su hermana. Observo a Alice que se encontraba ahora parada junto a un ventanal, sus brazos seguían cruzados bajo su pecho pequeño, los brazos delgados estaban despejados de tela y se notaba el tono bronceado y la tentativa piel suave que él mismo comprobó varios años atrás.
De repente sus recuerdos le vieron cortados por un repentino dolor en la cabeza, soltó apenas un gruñido y cerró los ojos para poder despejarse del dolor.
-Espera- la voz de Alice sonaba lejana pero lo suficiente audible.
Tiempo después, de nuevo los pasos de la mujer llenaron el cuarto, entreabrió los ojos y encontró frente a el las manos extendidas de Alice ofreciéndole un vaso con agua natural junto con un frasco de pastillas en la otra. Frunció el ceño
-¿Cómo…
-Yo también tuve mis propios efectos secundarios después de abandonar las secciones de inserciones- aclaro sin bajar los brazos- además se que Caleb te ha estado dando medicamento para tus dolores.
Asintió y no espero más por tomar el vaso de agua junto con el frasco donde saco dos pastillas antes de colocarlas en su paladar y tomar un gran sorbo de agua. Los efectos fueron inmediatos, el dolor empezó a desvanecerse poco a poco hasta quedar en un olvido y logro abrir los ojos viendo con claridad. Alice aun se encontraba frente a él observándolo con ese toque maternal y lleno de preocupación. Desvió la mirada incomodo.
-¿Mejor?- pregunto ella y solo logro asentir en silencio.
Alice observo al hombre mayor frente a ella, era extraño que ese hombre se comportara a veces como un total niño infantil. Su sonrisa se ensancho más al ver que este desviaba la mirada y un ligero rubor cubría sus mejillas, aunque no era muy visible para cualquiera. Ella lograba verlo gracias a la distancia corta que había entre ambos. Alzó la mano y la coloco en la frente de Edward, sintiendo ese pequeño cosquilleo en su mano todo lo que su piel tocaba la de él, pero no mostro signo alguno que eso le molestase o avergonzara. Pero si sonrio con mayor amplitud cuando el rojo en las mejillas del hombre se intensifico y ahora la mirada confundido.
Él sabia que ese inesperado movimiento de parte de Alice era en un sentido totalmente provocativo. Alice podía tener la apariencia de apenas y matar una inocente flor, pero él la conocía, ese lado oscuro que la chica tenia en molestar a las personas en situaciones incomodas y menos deseadas. O simplemente colocarlos en situaciones en donde uno preferiría ser comido por la tierra que tener que enfrentar de nuevo al mundo. Por eso le mando esa mirada interrogativa mientras por su mente trataba de descifrar a esa mujer que desde años atrás solo lograba dejarlo sin aliento ni sentido común.
Alice se vio sorprendida con el siguiente movimiento del rubio. Su mano con un movimiento veloz tomo la suya en su frente alejándola de el y terminando por entrelazar los dedos de ambos. Podía sentir como su mano vibraba de manera insistente entre el agarre posesivo de Edward. S aliento se vio afectado cuando él decidió dar un paso hacia ella. El pecho de ambos chocaron en una corriente eléctrica que recorrió su espina dorsal pero nunca apartaron la mirada del otro. Los labios de ambos se entreabrieron en un movimiento sincronizado como si ambos esperaran algo del otro. Algo que nunca llegó.
-¡Alice!- el grito de Caleb resonó en toda la casa y provoco que ambos se separaran.
Caleb ingreso a la sala como si un torbellino fuese, Alice de inmediato reacciono ante la imagen de su hermano, su cabello casi siempre perfectamente colocado estaba revuelto y hasta algo sucio, junto con sus rostro. La ropa algo desajustada y entre sus manos se encontraba un chico apenas adolescente que sangraba aunque Caleb trataba de detener la hemorragia con su mano derecha.
-¿Qué paso?- pregunto de inmediato acercándose para verificar al pelirrojo en manos de su hermano.
-Larga historia… necesito que lo cures- ordeno Caleb mientras pasaba a su hermana para colocar al chico en uno de los sillones, encontrándose con Edward a medio camino- ¿Qué haces aquí?- bramo
-No creo que sea lo mejor explicar eso en este momento- señalo lo obvio Edward mirando de soslayo al chico en brazos.
Caleb solo gruño y empujando a Edward a un lado coloco con poco cuidado al chico en el sillón, cuando se aparto se podía notar una que otra mancha de sangre en su ropa regalo del pelirrojo. Después volteo a ver a Alice sin quitar esa mueca de frustración.
-Cúralo
-Si no fuera porque es una emergencia- le regaño Alice acercándose al chico y arrodillándose a su lado.
Con cuidado levanto la playera desgastada y gris que el chico portaba, no tardo en hallar la herida en su costado, la sangre no dejaba salir impidiendo que pudiera verificar la herida bien. Volteo a ver a su hermano.
-Tráeme el botiquín- ordeno seriamente volviendo a fijarse en el chico mientras escuchaba los pasos de Caleb por la casa.
La experiencia en el supermercado fue en decir demasiado rápida y exprés. O era que tal vez las idas con su madre siempre procuraban ser de unas dos horas mínimo en cada visita, fuese cual fuese la cantidad que se compraba de mercancía. Catherine fue todo lo contrario, en cuanto entro a la tienda tomo lo que era necesario y sin buscar nada más ni cerciorar precios como siempre recomendaba su madre se dirigió a la caja y ahora ambas se encontraban de camino a casa.
Cada quien tenia dos bolsas, admitía que al principio fue un gran reto convencer a Catherine en que le dejara ayudarle. La morena tenia una extraña y particular manera de ser “caballerosa” y protectora. Pero entre miradas y ruegos de parte de ella logro toma dos de las cuatro bolsas de plásticos. Feliz con su victoria empezó a caminar siguiendo a su ídolo. Aunque en todo el camino ninguna de las dos volvió a tener una conversación.
Cuando llegaron a la edificación de departamentos el sol empezaba a meterse entonces el paisaje tenia una luz extraña entre naranjado y rojo alrededor. Catherine se interno dentro del edificio y ella le siguió sin más.
Cuando entraron al departamento, nos solo Julián ya se encontraba en casa si no una presencia más estaba en el lugar. De nuevo se vio súbitamente detenida en el tiempo mientras observaba al adonis que se encontraba sentado en la barra de la cocina. Los cabellos negros que revoloteaban desordenadamente perfecto, la piel el extremo blanco, pero al contrario de Catherine su piel se veía saludable y cremosa. Los ojos negros le miraban de manera interrogante.
-Bien… llegaron-Julián se levanto del sillón donde se encontraba sentado y se acerco a ambas quitándoles las bolsas sin esperar respuesta alguna- ¿Qué cenaremos?- pregunto totalmente tranquilo sin notar la extraña atmosfera que se volvió entre Christine y el chico de abundante cabellera negra.
-Espera a la cena- contesto Catherine teniendo la misma actitud de indiferencia. Camino hacia la cocina no sin antes pasar y revolverle la cabellera mas al chico sentado en la barra- Luke- saludo y por primera vez Christine noto el cambio de tono en que la morena hablo, dejando la indiferencia para dar paso a uno totalmente de cariño y maternidad.
-Cat- el chico hablo desviando la mirada de ella hacia la morena, se notaba los hombros tensos mientras observaba a la morena quien lo veía confundida- Kisa esta durmiendo… desde hace media hora.
Christine no supo nada más, Catherine había abierto los ojos y por segunda vez una expresión muy diferente a la que le mostro todo el día salió de sus ojos. Preocupación y …miedo. Con pasos rápidos se regreso hasta ella y sin más le tomo de la muñeca jalándola fuera del departamento. Christine enseguida noto el frio que la piel de Catherine transmitía y soltó un jadeo ante el contacto pero eso no impidió que la morena siguiese avanzando con rapidez hacia la salida.
-Catherine…¿Qué…- quiso saber entre la carrera
-Tengo que sacarte de aquí- solo contesto la morena mientras se acercaba al auto y le abría la puerta- entra… te llevare a casa- con esa sentencia la libero y rodeo el auto para entrar en él . Confundida entro al auto en silencio.


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