domingo, 29 de enero de 2012

Muñeca de Porcelana

Día 1; Hora 11

El pueblo de Kataneo era pequeño, demasiado que era un milagro que llegase a aparecer en algún mapa de las ciudades cercanas, mucho menos del país. No era algo que molestara a la gente del lugar, contrario a eso. Amaban esa privacidad que su poca popularidad les otorgaba; por lo menos para los nativos del lugar mientras los más jóvenes se llenaban con la desesperación de un día salir de lo cotidiano y fugarse a lo desconocido de las fronteras del pueblo y había otros que pensaban igual que los adultos y disfrutaban de la vida tranquila del lugar. Kataneo era un pueblo pequeño, solo eso.

Gain Gallagher trato de concentrar su vista en el televisor. La puerta de su habitación se encontraba cerrada, algo que era muy poco común en la casa de los Gallagher, no era prohibido, pero la confianza entre los hermanos y el único tío era la suficiente para dejar abierta de par en par las puertas la mayoría del día. Pero la situación en la casa había cambiado desde algunas semanas.

Bum,bum

Y una de ellas era esa. Cerrando los ojos y evitando soltar un gruñido el chico echo la cabeza hacía atrás dejando que su cabellera negra colgara desde la cabecera de la cama. Soltando un bufido volvió a enfocar la vista en la caja de imágenes, pero el insistente ruido de golpes en lugar de disminuir aumentaba. Entrecerró los ojos queriendo llegar a encontrar más concentración con pequeño acto. Nada. “Maldita sea” pensó apagando la televisión y aventando el control hacia alguna parte de la habitación que en esos momentos en verdad le tenia poco interés. Se recostó en la cama enredándose con los cobertores expandidos en el mueblo. Enterró su cara en la almohada y sintió como la paz empezaba a llegarle cuando el martillazo paró. Tranquilidad, eso era como Gain recordaba su hogar, tranquilidad apenas interrumpida por los intentos de cocina de alguno de los habitantes del lugar (intentos que terminaban siendo una amenaza para su salud). Si, eso era lo que quería y amaba.

-¡Gain!- ahora si no pudo retener el gruñido al escuchar el grito de su hermano mayor desde la planta baja.

“Ignóralo” se dijo a si mismo no moviéndose de su posición. Era cómoda, relajante. Era lo que necesitaba nada más que eso. Pero su hermano no pensaba lo mismo cuando un segundo se escucho pero ahora se podía notar un poco la impaciencia en su voz. Solo le quedo suspirar e ir a su encuentro. En cuanto salió de su cuarto recordó una de las razones del por que se estaba refugiando en esa cueva esos últimos días sin salir, solo lo necesario o cuando lo necesitaban.
Aunque el martilleo había desaparecido el sonido arrastre y otros cuantos que no distinguió, ni tenía el interés de hacerlo llenaron el pasillo. Con paso flojo arrastro los pies hasta la escaleras y hubiese seguido el mismo ritmo si no fuese por el hecho de que terminaría rodando por las escaleras de madera en menos de lo que cantaba un gallo. Si en la planta alta era notorio el ruido uno no podría describir el circo de sonidos que se encontraban en la planta baja. Se vio lanzando una mirada de pocos amigos a la puerta trasera de la casa, la salida hacia el jardín y en donde el circo se manifestaba.

Su nombre volvió a mencionarse y volteando hacia el otro lado encontró a su hermano entrando a la casa con una caja cerrada entre sus manos, una expresión seria y cerrada en su rostro, pero el conocía bien al hombre para saber que en su mirar oscura estaba fastidiado y con un posible mal humor próximo. Deposito con cuidado la caja sobre la mesa de centro de la sala de la casa. Antes de dirigirse hacia él se estiro y sobo el cuello. Gain podía notar la tensión que Alex tenía en ese momento, casi podía llegar a sentirlo él mismo.

-¿Qué pasa?- pregunto queriendo salir lo más pronto posible de ese lugar y regresar a su refugio. Tal vez podría conseguir algo de sueño, o si no la idea de conectarse los audífonos para terminar de ver el filme de hace rato también era una idea tentadora.

-Necesito que vayas a la estación de tren- el hombre se dejó caer en el sillón dando a notar su cansancio- Selene llega a las 4 de la tarde. Iría pero…

-Está bien- lo interrumpió.

Por un momento su mal humor se disipo al igual que su dolor de cabeza. Había olvidado por un momento que su hermana menor llegaba ese día al pueblo. Aunque era una noticia de que regresaba la menor de ellos a casa era algo que en verdad le entusiasmaba había también una parte de él que no estaba totalmente seguro si era lo mejor que regresara la mujer. Alzo la mirada de nuevo hacia Alex encontrando su mirada sobre de él. El hombre sabía en lo que estaba pensando.

-Si no lo sintiera seguro no la dejaría regresar- había algo en el tono de voz de Alex. Algo seguro.

Gain asintió sabiendo que eso sería el primer detalle que su hermano checaría antes de que Selene regresara a ese lugar; pero eso no quitaba el hecho de que se preocupaba por ella. Con un movimiento de cabeza Alex dejo que se fuera ya que era lo único que necesitaba. Agradeciendo que no le pidiera que se quedara más tiempo en ese lugar subió a prisas las escaleras, cerrando la puerta de su habitación detrás de él.

Hora 15

Salió de casa sintiendo la mirada de su hermano sobre su espalda hasta el momento en que subió al auto y lo prendió. Por un momento le llegó la sensación de salir del auto y gritarle al mayor que dejara de verle de esa manera, era intimidante y intensamente incómodo. Tratando de ignorar la mirada penetrante del hombre dio marcha al motor y acelero poco, agradeció el momento en que dio vuelta a la esquina perdiendo por completo la vista de la casa y por ende de la mirada de su hermano. Suspiro de alivio al no sentir la presión de la mirada de Alex. Por un momento pensó en darse el lujo de soltar una risa por la actitud exagerada del mayor, pero se detuvo antes de hacerlo.

Su cuerpo se tensó de repente, y el sentimiento de ser observado volvió a su cuerpo. Pero Gain no hizo nada por apaciguarlo o encontrar la fuente que lo tensaba. Sabía que si observaba de reojo a ambas ventanillas encontraría la mirada de los habitantes del pueblo sobre él. Apretó los labios con molestia y trato que sus ojos se mantuvieran fijos en el camino y no se desviaran a ningún lado. Sus nudillos empezaban a volverse blancos por la presión que ejercía en el volante.

Todo trabajo fue mandado lejos cuando sus ojos se movieron sin orden alguna. Ahí estaban las miradas de curiosidad, como niños de primaria en su primera excursión al zoológico y el león se encuentra en medio de la explanada. Eso era lo que transmitían las miradas más jóvenes, contrario a los ojos con pocas arrugas a su alrededor. Esas miradas de reproche, de desaprobación. Sabía que su hermano lo iba a matar si llegase a enterarse, apretó el acelerador con la idea de salir de ese lugar y de esos ojos lo más rápido posible.

No fue hasta que llegó a la estación de tren del pequeño pueblo que sintió como sus músculos se relajaban; fue en ese momento cuando se percato de lo tenso que su espina dorsal se encontraba. Sus manos estaban fuertemente agarradas del volante como si hubiese querido fusionar ambas cosas.

Un sonido salió de su boca mientras llevaba la cabeza hacia atrás y restregaba las manos sobre su rostro. Podía sentir un próximo dolor de cabeza, se froto la cien a la vez que salía del auto. Como esperaba la estación se encontraba totalmente vacía, un silencio pacifico rodeaba la construcción de madera. Ni siquiera se veía vida en el cubículo de taquilla y seguridad. El aire se encontraba denso, algo frió a pesar de la época, pero no vio la necesidad de cubrirse.
A pesar de querer evitarlo a toda costa, su memoria llegó a jugar con él haciéndole recordar las miradas de hace rato. Se dejo caer en el único banco del lugar y enterró sus manos en los bolsillos de su pantalón. Observo alrededor queriendo distraerse en cualquier cosa que pudiera alejar los recuerdos de su mente.
El objetivo fue fácil.

Una de las pocas bellezas de ese pueblo era su estación de tren. Siendo un lugar que era poco conocido y apenas visualizado en algunos mapas de pueblos vecinos era normal que la única forma de llegar ahí era en tren, autobús o auto particular, siendo los dos últimos uno de los más incomodos por las varías horas que el recorrido era. Pero si uno amaba la naturaleza y los paisajes que estos podían dar era un paseo que nunca olvidarías.
La estación era pequeña y aun se notaba las características de su diseño original. Eran pocas las modificaciones que había tenido al paso de los años. La instalación eléctrica, una maquina de bebidas y snaks al igual que el computador en la taquilla. Aun se encontraba el mismo tablón de horarios sobre la taquilla que el poco personal del lugar tenía que modificar sobre una escalera, La misma campana que daba aviso de la llegada del próximo tren –siendo que pasaba solo cada dos horas-.

Katanoe era apenas una parada esporádica de una gran ruta que llevaba a la cuidad metropolitana más cercana y hacia una zona rural campestre donde la mayoría de las personas gustaba de ir para tomarse un día libre.

Alzó la vista hacia el enorme reloj que marcaba la hora. Unos pocos minutos antes de que este diera las cuatro. Se permitió recargar la parte de atrás de su cabeza en el respaldo del banco, cerrar los ojos y descansar apropiadamente. Hacía varias semanas que no tenía un momento como este. Desde que empezaron los detalles de la boda de su hermano mayor, lo que uno menos encontraba en casa era silencio y tranquilidad. Ahí en ese momento, lo único que interrumpía el silencio era el canto de varias aves, un sonido que en lugar de ser tedioso era armonioso.

No conto los minutos pero abrió los ojos cuando el sonido de la campana se escucho por todo el lugar. Un hombre de algunos 70 años estaba tocándola, no sabía si aun no se percataba de su presencia o simplemente la ignoraba acostumbrado a que nadie iba al lugar por varios días. El sonido de metal del ferrocarril se escuchaba cerca ya y a cada segundo aumentaba. Se detuvo frente a la estación rechinando las llantas. Un poco de humo llegó a golpear sus fosas nasales pero evito toser, solo cerrar los ojos para detener la tierra.

-¿No me digas que estabas durmiendo?- una voz femenina hizo que por fin abriera los ojos.

Frente a él se encontraba unos pocos años menor que él, exactamente 17 años. El cabello rojizo lleno de chinos como el recordaba y los mismos ojos grises oscuros que le devolvían la mirada del espejo cada mañana. N o noto cuando una sonrisa se formo en sus labios ante la visión frente a él. Su expresión era seria y tenía una postura de regaño

-Selene- susurro con un tono extraño en su voz, casi ronca.

-Gain- le devolvió el saludo sonriendo al igual, relajando los hombros.

Sin aviso alguno la chica se lanzo a sus brazos rodeándole por los hombros en un fuerte abrazo el cual devolvió con la misma intensidad. Hundió su nariz en los rizos de la joven inhalando ese perfume de duraznos que siempre la caracterizo desde que tenía doce años. Sus brazos estaban alrededor de su torso notando el pequeño cuerpo. Ella siempre era pequeña entre sus brazos.

-Es bueno verte de nuevo hermano- susurro Selene en su oído. La apretó un poco más entre sus brazos respondiéndole. Él también estaba feliz de volverla a ver.

-¿Y Alex?- estaban camino al auto. Con la maleta de Selene en una mano mientras ella le seguía de cerca con las manos dentro de la sudadera que podía ser dos tallas más grande que ella y por ende dejaba a la vista un poco de los hombros de la chica. Algo que gruño por dentro.

-En casa-contestó dejando la maleta en la parte trasera del auto y abriendo la puerta del copiloto a la chica.

-Espera…- se detuvo de golpe la chica y adquiriendo un tono serio a la vez asustado- No planeo entrar a ese vehículo si tú conduces. Tu historial no me da buena espina y temo por mi vida.

A pesar de que sabía que su hermana bromeaba, colocando esa postura de damisela en apuro no detuvo que le mandara una mirada entre ofendida y molesta, causando que Selene soltara una gran risa que choco entre los arboles de alrededor. Era bueno volver a escuchar esa risa.

-Supongo que con la boda y el trabajo apenas y tiene tiempo para las necesidades humanas ¿no?- le dijo en un tono cómplice en su voz. Gain solo sonrió dejando salir una casi risa entre sus labios mientras prendía el motor.

-Se casa… extraño- susurró hacia nadie en específico la chica.

-No tanto.

-Cierto, hubiese sido más extraño si hubiese sido tu boda. Ahí si no lo creería- se burlo Selene apuntándolo con el dedo.

-Graciosa- frunció la nariz y le regreso la sonrisa que le daba.

Hubo unos minutos de silencio cómodo entre ambos, siempre había sido así entre ellos. Desde que eran pequeños ambos hermanos se encontraban en total confianza con la presencia del otro y era bueno saber que a pesar de los años esa armonía seguía ahí. Gain miro de reojo como Selene movía los pies en movimientos desiguales. Por un momento se extraño hasta que vio como la chica se acomodaba en el asiento como siempre lo hacía; descalza y en posición fetal. Había costumbres que no cambiaban, y como antes sus piernas apenas llegaban a rozar la orilla del asiento.

-Ni lo pienses- escucho que decía la chica. Estaban frente de un semáforo rojo y Gain estaba viendo de una manera inconforme el hecho de que las piernas de su hermana se encontraban más al aire libre que tapados por el short- contrario a aquí de donde vengo el calor es enorme y no iba a colocarme un pantalón de polar solo por los celos de ambos.

Gain solo pudo gruñir acelerando el auto, con ganas de llegar a casa y meter a la chica dentro de las cuatro paredes donde estaría a salvo y fuera de la vista de muchos. Solo pudo escuchar la risa de la peli-roja a su lado, ni siquiera dio intenciones de voltear a verla.

Día 3; Hora 9

Era curiosa la manera que uno podía sentirse incomodo dentro de su propio hogar haciendo algo tan simple como la cena. Mientras revolvía el estofado de esa noche se dio el lujo de alzar la vista a la ventana abierta frente de ella. Desde ese punto observo con detalle la fila de varias casas de la calle trasera, las ventanas cerradas y sombras detrás de ellas, sombras que veían justo hacía ella. Apretó los labios para evitar soltar una risa por la escena. No solo era una casa, lo mismo se repetía en tres, cuatro... ¡cinco más!

-Siempre lo hacen-sonó una voz detrás ella. Con las manos ocupadas observo de reojo como Gain se acercaba a ella por detrás mirando hacia la ventana.

-Así que las cosas no han cambiado en nada ¿no?- sonrió Selene, suspirando cansadamente. Recargo una mano sobre la barra mientras movía con desgane el estofado- pensaba que por lo menos serían más…- dudo en su siguiente palabra

-¿Flexibles?- le a complementó Gain soltando un bufido detrás de eso- Estamos en Katanoe Selene, aquí las cosas como esas nunca se olvidan…porque nunca pasan. Aquí nunca pasa nada.

Ambos hermanos se quedaron en silencio por unos instantes, sus miradas fuera de la ventana pero esta vez no en las sombras de sus vecinos. Estaban perdidos en sus pensamientos sobre el pueblo. El hecho del porque seguían ahí los hermanos mayores de la familia era un misterio a medias para Selene. Sabía que uno de los principales motivos era el orgullo masculino de la familia. Ni Alez ni Gain se iban a dejar doblegar por las miradas de la gente ni de lo que pensaran de ellos. Y otro factor importante eran sus padres, su madre amaba ese lugar con todo su corazón y su padre había creado una vida aparte del negocio ahí. Era su patrimonio, era su hogar y no podían sacarlos de ahí. ¿Pero eran suficiente eso?.

Selene observó de reojo al chico quién aun miraba fuera de la ventana. Gain contrario a Alex era muy reservado en sus sentimientos y pensamientos, Alex no le importaba mostrar su estado y lo que sentía hacía la otra persona, ya fuese cariño u odio; Gain lo ocultaba todo bajo una máscara de indiferencia a la vida y lo que le rodeaba, eran pocos los que conocían su forma de mirar y su forma de expresarse, fuera de la familia nadie lo sabía. Desde pequeños fueron unidos y fueron los mejores amigos, pero eso ya hacía tres años atrás.

-¿Vas a salir de nuevo?- Alex interrumpió a ambos entrando a la cocina. Su semblante era cansado y podía notarse las bolsas bajo los ojos que empezaban a formarse.

-A donde siempre- respondió Gain encogiéndose de hombros. En un movimiento rápido cerró las cortinas de la ventana.

-¿No comerás?- pregunto extrañada y por fin percatándose de la vestimenta del chico. Aunque no salía de los colores tradicionales oscuros de Gain estas eran de una manera más llamativos, arreglado y podía asegurar que le llegaba un aroma de colonia masculina a sus fosas nasales.

-Regresando lo hare- le sonrió Gain revolviendo sus cabellos. Costumbre que ambos hermanos aplicaban a la menor desde años.

Selene frunció la nariz, y sacudió la cabeza para librarse de la mano masculina, Gain soltó una pequeña risa que fue callado al ser empujado por las caderas de la menor de la casa quien al tener las manos ocupadas tenía que buscar alguna manera de devolver los golpes. Al final Selene termino con un infantil gesto de lengua hacia su hermano y antes de que este replicara de regreso la voz de Alex los interrumpió.

-Gain… tenemos que decirte algo- Alex estaba serio, sus brazos cruzadas sobre el pecho de una manera que daba a entender seriedad e importancia al tema que se iba a abordar. Gain y Selene notaron en esa posición el porqué su hermano mayor había adquirido tanto respeto como empresario y como jefe- en la sala.

Selene asintió apagando la comida, sabía que Gain tenía la mirada sobre de ella; aun así no la levanto y camino directo hacia la sala sentándose en el sillón individual. Sus manos estaban sobre su regazo, no alzó la mirada en ningún momento hasta que escucho como sus dos hermanos tomaban asiento, apretó los labios e inhalo aire como una manera de darse valor. Sabía que lo que vendría no sería algo que iba a dirigir perfectamente Gain.

-Gain… he…

-No regresare al internado- interrumpió Selene a Alex, alzando la vista hacia Gain quien estaba sentado frente a ella

-¿Qué? ¿Cómo que no regresaras?...- la mirada de su hermano paso entre Alex y ella. Ninguno hablo, no era necesario ya que sabían que el chico juntaría todo en menos de lo que ellos lo hablarían- No…- y así fue- no se va a quedar aquí.

-Alex ya me matriculo en la escuela- trataba de que su voz no se mostrara afectada, si no firme. Estaba segura de la decisión que había escogido, pero el hecho de enfrentarse a sus hermanos y que estos llegaran a estar de acuerdo con ella era algo muy distinto.

Gain miro con ojos sorprendidos al mayor de ambos- Alex… estas…

-Sabes que no dejaría que regresara si no fuera seguro- Selene podía sentir lo tensó que se encontraba Alex a un lado de ella y muy dentro de ella agradecía el apoyo que estaba recibiendo de él

-¿Seguro? ¿Crees que es seguro que ella regrese?- por fin el temperamento explosivo de Gain estaba saliendo, estaba de pie y señalaba a Selene con el dedo mientras casi le gritaba a Alex.

-Ya han pasado tres años Gain… no creo

-Katanoe no olvida Selene- ahora la mirada estaba sobre de ella, una mirada seria, enojada y lo que más dolía una mirada de decepción- Alex se la pasa la mayoría del tiempo entre la cuidad y el pueblo por el trabajo, Leon nunca está en casa gracias al hospital, yo soy el que sabe como están las cosas aquí en el pueblo y te digo que la gente no olvida y nunca lo hará ¡Tu misma lo acabas de ver!- grito señalando la ventana cerrada de la cocina desde su posición.

-Estoy cansada de huir, quiero quedarme- Selene cerró los ojos, un acto reflejo de darse valor al enfrentarse a Gain- está también es mi casa- susurro abriendo los ojos y mirándole con firmeza, ambas miradas oscuras se observaron por unos largos segundos

-No seas necia, no tienes…

-Tal vez tenga los mismos motivos que tu Gain, los mismos que hacen que tú y Alex no se vallan de este lugar. También soy una Gallagher por ende también tengo orgullo- Selene tuvo que apretar los dientes para detener el temblor que empezaba a formarse en su quijada. Eso era lo que no quería; gritos, miradas. Pero era algo inevitable.

Gain no dijo nada, solo se quedo observándola desde su posición, frente de ella de pie y ella sentaba en el sillón. No había notado cuando Alex había colocado su mano sobre su hombro pero el calor que emanaba era algo que agradecía profundamente, era un calor que necesitaba para estar firme frente a Gain. Abrió la boca para decir algo después de largo lapso de silencio.

-Olvidalo- susurró entre dientes Gain caminando hacia la puerta.

Selene cerró los ojos con dolor ante el azote de la puerta de entrada. Seguido se escucho las pisadas sobre el pasto mojado de las botas de su hermano y después silencio. Solo estaba la respiración de Alex y ella en la casa.

-Dale tiempo- Alex la apretó suavemente el hombro a lo que Selene solo asintió en silencio y se recargo cansada en el sillón.

Pasó una mano sobre los rizos, revolviéndolos en el proceso, uno de ellos se coloco frente a su rostro, su mirada se vio absorbida por el intenso color rojo fuego que el chico tenía. Desde pequeña siempre le había desconcertado ese color. Alex y Gain habían heredado una cabellera lacia y negra. De hecho entre los dos hermanos eran muy parecidos. La único que los diferenciaba era en el carácter y los rasgos suaves de Gain al contrario de los rasgos algo toscos de Alex, aun así ambos eran hombres atractivos y parecidos. Ella al contrario era de cabellera rojiza desde nacimiento, sus rizos eran alborotados; lo único que le hacía creer al mundo que en verdad eran hermanos eran sus ojos. Los tres hijos habían heredado la intensa mirada oscura de su padre.

-¿Quieres comer?- susurro más al aire que al propio hombre a su lado.

-Si- le dijo Alex, aunque su voz sonaba al igual de distante que la suya.

En silencio se levanto del sillón y fue a colocar la mesa para dos. Aunque eso no evito que Selene se le quedara viendo al tercer mantel por tres segundos más antes de cerrar el cajón

Hora 10

Sus piernas estaban moviéndose por inercia propia, y por primera vez en muchos meses; tal vez años, no notó ni le importo por ningún momento las miradas que recibía de la gente. Estuvo por un momento de reírse ante lo cómico de la situación. Debía de pensar seriamente si quería discutir diario con Selene si eso implicaba que ignoraría a ese grupo de gente y sus miradas. Sacudió la cabeza; eso sería como pedirle que cayeran caramelos del cielo en lugar de lluvia y que nunca existiera la caries por comerlos. Pelearse diario con Selene, ya le gustaría ver eso.

Se detuvo en medio del pavimento y suspiro, el enojo ya se había disipado desde hace mucho, de hecho podía asegurar que en el momento en que Selene le dijo sobre el orgullo Gallagher se había ido. Lo único que quedaba era… decepción. Decepción porque sus hermanos le habían tenido la suficiente confianza para decirle sus planes si no hasta que no había vuelta atrás. Decepción por no confiar en las fuerzas de Selene. Y también preocupación; por la adolescente en su casa que sabía que recibiría golpes fuertes ante su decisión y cuando menos se lo esperaría.

-¿Gain?- una voz aguda que se podía confundir fácilmente como un grito se escucho.

Alzó la vista viendo a su alrededor hasta que la deposito en una de las ventanas de la casa donde se había detenido. De ella se asomaba un chico de cabellera rubia peinado hacia arriba con gel. Su rostro tenia un aire infantil a pesar de ser de la misma edad que él, tenía un cepillo de dientes en la boca, ahora comprendía por que su nombre sonó tan difuso

-¿No es temprano?- pregunto aun con el cepillo en su boca, logrando que apenas y se distinguieran las palabras.

-Habla bien idiota- le contesto en un tono ofensivo. Pero después rodó los ojos al ver que el chico seguía en la misma posición- ábreme.

-Oye nada de “Hola mi querido y mejor amigo Johann, siento llegar una hora más temprano y con un genio del demonio”- exclamo incluyendo también expresiones con las manos en el proceso

-Johann- la voz de Gain sonó más como amenaza que nada

-Voy voy- dijo el rubio con las manos hacia arriba en forma de redención. Su cabellera rubia de perdió detrás del marco de la ventana

Gain se recargo en la puerta mientras esperaba que su amigo bajara. Apenas noto el frio que estaba haciendo esa noche, el mismo enojo y la prisa del salir de la casa habían acalorado su cuerpo, pero ahora que empezaba a relajarse y estaba quieto podía sentir como sus brazos se enfriaban, pero no hizo nada. Su mente estaba en blanco, después de haber pensado en un sin fin de cosas desde que salió casa ahora su mente estaba sin nada. No tardo en escuchar el seguro de la puerta abrirse seguido por Johann. Sin decir nada cruzo el portón de la puerta y entro al hogar cálido que tenía el chico.

-¿Qué hizo ahora Alex?- preguntó el rubio con las manos dentro de los bolsillos- Y no me veas así, tu solo te pones como perro en calor cuando te peleas con él

Gain le lanzó una mirada filosa a su amigo por la comparación que le hizo a su persona, pero en lugar de intimidarlo Eldwin solo rio mientras caminaba hacia la sala de la enorme casa. Johann Wilmer era uno de los descendientes de los llamados “fundadores” de Kataneo. No era un hecho que estuviese escrito en un papel, pero los Wilmer era una de las familias que más años tenían viviendo ahí, por ende el respeto hacia ese apellido era grande.

-Matriculo a Selene en la escuela local- contestó sin tono alguno, dejándose caer en uno de los sillones del lugar.

-¿Qué hizo que? ¿Pero porque?- un sinfín de preguntas siguieron después de esas dos, pero Gain solo escucho y no respondió ninguna- ¿Y Selene?- termino por fin

-Al parecer fue idea de ella- se encogió de hombros dándole poca importancia al asunto, pero Johann lo conocía y sabía que solo una farsa. En verdad estaba muriéndose por saber el porqué y no tener respuestas claras lo frustraba. Aun así el rubio se quedo en silencio y no pregunto más- ¿A qué hora llega Eldwin?

-En algunos minutos supongo- contesto mientras curvaba su cuerpo en una posición inhumana para poder ver el reloj que se encontraba en la otra habitación- Si… en unos minutos- contesto el rubio con esfuerzo volviendo a su posición de golpe.

Gain rodó los ojos. Había cosas que en verdad nunca cambiaban en las personas, por un momento recordó la misma posición pero en un Johann de siete años. Con los zapatos sucios sobre el sillón, solo faltaba el grito de la madre del chico para a complementar la escena.
Como había dicho su amigo, en pocos minutos el timbre de la casa se escucho seguido de un chico pelirrojo entrando a la estancia.

-Gain- saludo el chico con un movimiento de la cabeza

-Eldwin- saludo de la misma manera.

-Amargados- susurro Johann desde atrás al ver el intercambio entre ambos.

Gain y Eldwin intercambiaron miradas cómplices para terminar con una risa; algo disimulada de parte del pelirrojo, que solo ocasiono que Johann moviera la boca de manera infantil. El trió de amigos salió de casa a los pocos minutos, en menos se escucho el motor de un coche.

Hora 11

El camino era largo, peor era necesario. Pasando la señal del pueblo fueron varios los minutos en que lo único que los acompaño a los tres fue el sonido del auto y el aire en los árboles de alrededor. Aunque Johann sustituía al radio sin ningún problema. Algo que Gain y Eldwin solo se miraban y a complementaban con monosílabos y frases cortas. Pero Johann no le importaba, años eran donde el único que hablaba era él. Sabía que los amigos se entendían entre ellos y que uno con el otro tenían su atención.

-Ya casi llegamos- comentó entusiasmado el rubio.

Los tres amigos se fijaron en el camino, frente a ellos solo había una carretera, pero pronto sabían que se encontrarían donde tres caminos se juntaban. No tardaron y como los tres esperaron, las luces de otros automóviles se vieron llegar junto con ellos. Los tres observaron a los automóviles que empezaban a desfilar, eran varios, no podían llegar a distinguir cuantos.
En silencio siguieron el camino hasta llegar a un punto donde los árboles se acabaron y solo quedo un terreno baldío de tierra y piedras. En un movimiento preciso y extraño por el extrovertido Johann salieron del camino subiendo por el terreno. Los autos los siguieron pero ninguno se preocupo o extraño, el terreno seguía y no paraba hasta que de nuevo los árboles hicieron acto de presencia. Contrario de los otros, estos se encontraban separados por varios metros unos de los otros, pero sus ramas y hojas eran espesas logrando que se rellenara el espacio vacío por arriba y dejando el suficiente camino para que un automóvil pasara por debajo, como un arco. Johann acelero un poco, los motores de los otros autos rugieron igual y tres filas se formaron.

No fueron muchos los minutos cuando Johann paro el auto seguido de los demás. Era gracias a las luces del auto que el camino se lograba percibir, pero ahora la oscuridad era total. Los tres amigos se vieron uno a otro antes de salir del auto. Varios ya lo estaban haciendo y pequeñas luces de linternas empezaron a aparecer. Eldwin fue el que portaba el de ellos y lo siguieron caminando hacia el mismo sentido que todos. Empezaron a escucharse voces de las personas alrededor, mujeres, hombres. Más pisadas empezaron a escucharse y el lejano sonido de más motores parando en el refugio que daba los árboles.

El destino de todos llegó pronto cuando no solo las pisadas era lo que se escuchaba, pequeñas figuras de luces de colores empezaron a asomarse por el lugar, el sonido de tambores, música llenaba poco a poco el bosque. Un claro se presento sobre de ellos, era como si hubiesen desechado los árboles formando un perfecto circulo, y dentro de él justo en medio se extendía una construcción de madera de grandes proporciones. De ahí salía la música, las risas, gente se encontraba afuera recargados unos con los otros. Y sobre la entrada “La casa de Halcón” pintado en rojo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
Design by Free WordPress Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | Online Project management