martes, 28 de febrero de 2012

Los Hijos del Halcón

Día 20; Hora 8

Su madre desde pequeña siempre le contaba historias del pueblo natal de sus abuelos. Haciendo que el lugar se viera exactamente como un sitio especial, mágico, como en esos cuentos de época. Esos pequeños pueblos donde solo pocas casas se veían, campos a su alrededor, discreción en todos los sentidos. Pero Kataneo no era así. Era pequeño si, pero no tenía esa magia que esperaba. Eran pocas casas, pero sus habitantes no podían mantenerse fuera de los asuntos que no los consternaban.
Lysander no podía quejarse por completo del lugar, su residencia alejada de todo el bullicio del turismo y de la sociedad en si era uno de sus puntos fuertes. Discreción había pero de una manera distinta a lo que creyó, nada que no pudiera manejar desde el momento en que se enfrento al dilema. Ser rodeados de manera protectora por ese bosque disparejo, lleno de puntos vacios y de repente lleno de vida verde a su alrededor, a cada kilometro era una sorpresa más. Kataneo no era perfecto, pero era lo necesario para lo que necesitaba.

Lysander tenía un plan hecho desde que llegó a ese pueblo; un plan que a lo largo de los dos años de estadía que tenía en el pueblo tuvo sus modificaciones para el bien de su causa. La gente conocía lo que él quería que conocieran de él dejándolos satisfechos y a la vez dejándolo a él mismo tranquilo con sus secretos internos.
Lysander Giove era para todos los habitantes del lugar un chico que después de algunas dificultades familiares decidió establecer una nueva vida tranquila y relajada en es lugar que un amigo le había recomendado. Nadie se extraño, no era la primera vez que una persona de cuidad llegaba al pueblo después de algunos rumores y decidiera establecerse ahí para tener una vida “de tranquilidad y paz”. Lastima de muchos era que Kataneo otorgaba demasiada tranquilidad y paz que terminaban por aburrirse y salir huyendo después de varios meses. Por eso los ancianos y gente mayor del lugar no le tomaron importancia al principio. La gente joven, con ese deseo de lo nuevo aceptó a Lysander de inmediato; queriendo disfrutar del joven lo más posible por el tiempo que se quedara.

Cuando el año se cumplió y Lysander no dio señales alguno de abandonar esa pequeña casa de un piso ni recoger su documentación de la oficina de la escuela la gente empezó a creer que en verdad que el chico se había adaptado a su manera de vida. Nunca había dado problemas, al contrario, era un chico con bastante carisma y buenos modales. Colocándose rápidamente en él primer lugar en calificaciones en la escuela local del pueblo y matriculándose en todas las materias posibles cuando pasó a la preparatoria del lugar.
Ese y más motivos eran los que habían ganado el afecto y aceptación de la gente del pueblo. Lysander había hecho un buen trabajo.

Clases habían iniciado de nuevo. La escuela local era grande ya que tanto alumnos de preparatoria como universidad se encontraban en un mismo edificio. La primera y secundaria estaban aparte en las mismas condiciones. No había guarderías ni escuelas de menor educación, las madres en ese pueblo preferían educar a sus hijos en casa hasta que la edad fuese la apropiada para entrar a la escuela primaria local.
En ninguna escuela existía el código de uniformes, la libertad de llevar lo que uno gustara estaba ahí, pero las costumbres de la mayoría de los chicos y la influencia de sus padres solo había hecho que esa ropa común se volviera uniforme, el mismo estilo, los mismos colores, lo mismo siempre. La tapicería cambiaba un poco en la escuela superior. Los chicos llegaban a salirse de los brazos de sus padres y vestimentas fuera de costumbres y que les otorgaba una que otra mirada de desdeño de parte de los mayores.

Hace apenas algunas semanas se habían cumplido los dos años de su estadía en ese lugar y como era de esperarse una celebración fue hecha. Reunidos en el punto de siempre y la fiesta siendo arreglada por su “amigos”. Si todo había sido perfecto, no había llegado a su casa esa noche, como paso con muchos del lugar. Era bueno tener la tranquilidad de que los adultos no supieran de ese lugar. Saludo con un movimiento de cabeza a todos los que lo saludaban desde lejos o quienes se metían en medio de su camino. El chico desde su llegada fue él centro de atención de varias de las féminas del lugar. Lysander tenía, lo que se podría catalogar, como uno de esos modelos de las revistas juveniles. Un aire de hombre sofisticado, era poseedor de esa fuerza romana. Sus facciones eran varoniles, quijada cuadrada, pómulos ligeramente destacados y un tono de bronceado dorado en la piel. El cabello estaba cortado disparejamente, se notaba el poco control que el chico tenía en sus hebras azabaches. Aun así antes de despejarlo de su galanura europea lo volvía más encantador.

Su expresión era nula. A pesar de devolver a cada uno de los saludos una sonrisa y un cortes movimiento de cabeza. Claro está que Lysander nunca iba a dejar que las personas notaran el poco interés que tenía en ellos, tenía que seguir la imagen del chico nuevo cortes que hipnotizo a todo mundo, menos claro a su círculo. Con los últimos saludos paso derecho hasta los casilleros donde lo esperaban sus compañeros. Contrario a los demás no fue necesario ni un saludo a ninguno, con una simple mirada a cada uno de ellos entendió el saludo.

Como esperaba al segundo las voces en coro de los gemelos Sommer’s se escucho de su lado izquierdo, pero cuando no recibió la misma respuesta de su lazo izquierdo sabía que algo no estaba en su sitio el día de hoy. Frunciendo el ceño volteó a ver a su lado izquierdo, ahí se encontraba parado Zen Mont, un chico de cabellos rubios y una mirada que te daban a entender que no le importaba nada ni nadie, uno podría llegar a pensar que ni siquiera llegaba a importar su propia persona. Lysander había descartado esa idea al primer segundo después de visualizar los zapatos de marca y los pantalones; aunque sencillos, eran reconocidos en pocas casas del mundo. El chico siempre llevaba su cabello de manera ordenada dejando poco al aire. No, el chico amaba su vida, solo no le importaba el del resto.

-Buenas Giove- saludo por fin el rubio cerrando el casillero y sin voltear a dirigir ni una sola mirada se encamino al pasillo lleno de estudiantes

Lysander en silencio volteo a ver a los gemelos a su lado; ambos observaban donde se había ido Zen con una expresión de preocupación en su rostro.

-¿Y bien?- pregunto en un tono fastidiado Lysander cuando ninguna respuesta a su pregunta silenciosa se presento. Quería respuestas y en ese mismo momento.

-Es una larga historia- contesto Shiloh. Contrario a su hermano, él chico llevaba su cabellera castaña un poco más largo y como si simplemente hubiese tomado las tijeras y pasado alguna mano sobre las puntas.

-Tengo tiempo- contesto fríamente cerrando el casillero, colocando un lápiz sobre en su oído derecho. Era impresionante lo que ese simple accesorio podía darle un punto favorable a su imagen con los profesores.

-Eso lo dudo un poco- termino Scander observando por encima del hombro de Lysander.

Caminaba hacia ellos una chica de apariencia tímida, visiblemente algo mojigata por la esa playera de mangas largas y esa falda de cuadros escoceses que llegaban algunos centímetros más bajo de las rodillas. Las manos las llevaba entrelazadas enfrente de ellas y callos eran visibles en algunos de ellos.

-T..te busca el director- tartamudeo la chica, con un evidente sonrojo en su rostro de pecas pequeñas. Era de una altura considerablemente más pequeña que Lysander, apenas y lograba rozarle el hombro y su apariencia te recordaba más a una niña de 12 años que los 17 que ya tenía. Era muy delgada que llegaba a ser algo difícil distinguir los pechos, mucho menos con esa camisa que era como dos tallas más grandes que la suya.

-Gracias Suri. Iré de inmediato- le sonrío a la peli-negra. En cuanto le respondió la chica tomo carrera hacia el final del pasillo sin voltear hacia atrás en ningún momento.

-Definitivamente esa chica tiene un “crush” contigo- comentó Scander cerrando su casillero. Lysander no tenía que voltear a ver para saber que el chico estaba haciendo lo posible para aguantar la risa que la escena le había causado.

-¿Quién no lo tiene?- el tono de arrogancia salió de una manera natural y sin remordimiento alguno de los labios de Lysander.

Los gemelos se rieron al mismo tiempo y con eso de fondo Lysander tomo su camino hacia la dirección de la escuela. Siendo el mejor alumno que tenía esa escuela; a pesar de pertenecer en segundo grado, tenia ciertos deberes extracurriculares que el director le confiaba, al igual que varios profesores del plantel. Ser la única escuela de estudios medio superior en el lugar tenía sus ventajas y desventajas. Era como ir a una escuela privada de mucho prestigio. Pocos alumnos, pero a la vez poca variedad de materias opcionales para una carrera profesional. Para Lysander no le fue difícil situarse en el primer puesto académico del lugar, ganarse el apoyo de varios profesores; si no es que la mayoría y mantener un estatus bajo en su intimidad.
Por el momento la escuela local de Kataneo le era suficiente para obtener lo que quería para cuando saliera de ese hoyo perdido en la tierra.

Llegó a la dirección, era una sala pequeña, más pequeña que un salón de clases de ese lugar, pero era el suficiente espacio para dividirlo en dos, en la primera mitad se encontraba la secretaria, asistente y trabajadora social de la escuela. Una mujer con amor al cristianismo que siempre llevaba suéteres de punto con los botones abrochados hasta arriba. Una falda de pana apenas arriba de la rodilla y medias gruesas, los colores iban variando pero al final la vestimenta era la misma. Era una mujer apenas entrando a los 40 y linda. No hermosa si no una mujer linda.

-Le avisare al señor director que estas aquí- le sonrió cortésmente la mujer, levantando la bocina a la vez

Lysander esperó parado a un lado del escritorio, no era necesario tomar asiento, terminaría entrando en menos de lo que se tomaría el tiempo de sentarse. Como era normal, la oficina se encontraba vacía a excepción de la mujer detrás del escritorio.

-Puedes pasar

Con eso dicho tomo la perilla de la puerta y entro a la oficina. El director no era una gran cosa en si, podía pensar que su secretaria llamaba más la atención que el mismo hombre. Era calvo con apenas y algunos cabellos que resaltaban detrás de su cráneo y rodeaban hasta sus orejas. Siempre se le podía ver con un traje de tonos oscuros, si tenía tres era mucho. Camisas blancas y corbatas negras o azules. El señor Volts era solo eso; un señor.

-¡Lysander!- exclamo con una grata sonrisa el hombre levantándose de su asiento. Era normal tener ese recibimiento de parte del director pero era extraño ver tanto entusiasmo por la presencia de su persona. Podría hasta atrever a deducir que estaba aliviado de verlo.

-Señor director- saludo estrechándole la mano sudada del hombre que soltó casi de inmediato y con total discreción restregó contra su pantalón-¿Necesitaba de mi persona?

-Si, si. Lysander te quiero presentar a la señorita Selene Gallagher. Señorita, este es el señor Giove, el mejor alumno del instituto y su compañero de aula

Fue hasta apenas ahí que Lysander tomo en cuenta la presencia de alguien más en la oficina. En una de las sillas frente al escritorio se encontraba una chica de cabellera rojiza, con rizos pocos controlados pero definidos. Tenía el rostro en forma de corazón y era de cuerpo pequeño, ojos grises, grandes y debía decir que era el rasgo físico más bello de la chica. Pero no fue eso en si lo que llamo la atención de Lysander si no el aura que le rodeaba. A pesar de su apariencia la chica tenía un aire de desafío en su persona. Una fuerza que no era común verlo en las personas de ese pueblo. Aunque para el chico ese aire no le afectaba ahora podía comprender una parte del porque el hombre había sonado aliviado cuando lo vio entrar.

-Un gusto- saludo con una sonrisa, esperando la reacción que tenían todas las mujeres en su presencia.

Pero resulto todo lo contrario, la chica aun con esa aura defensiva lo observo atentamente por algunos segundos, sin bajar su guardia y después regreso el saludo con una inclinación de cabeza y con una expresión; que si no mal se equivocaba podría resultar aburrida, la dirigió de nuevo al director. Decir que Lysander se quedo sorprendido por la actitud de la chica era un decir. El mismo chico no entendía bien lo que sentía en ese momento, una combinación entre molestia y asombro.

Lysander Giove siempre fue un chico de facciones agraciadas, siempre llamó la atención por su aspecto de galán victoriano, te imaginabas al chico con un pañuelo en el bolsillo listo para sacarlo en cualquier momento frente a una jovencita. Por ende era normal recibir las miradas y atenciones de los demás en su persona y ver como la mayoría de mujeres (la minoría Lysander no entraba en su gusto en genero) se derretían ante la sonrisa perfecta de comercial de pasta de dientes del chico.

Selene Gallagher no parecía de esas mujeres lesbianas, podía asegurar que la chica era una princesita mimada con alguno que otro admirador detrás de ella. No era una belleza, pero la forma en que su cuerpo pequeño estaba sentado sobre la silla, la ropa de apariencia “cute” y ese rostro que llegaba a disminuirle bastante edad de lo que en verdad tendría, la chica era una niña mona. Muy mona y linda. Pero había algo más y Lysander no llegaba a comprenderlo por completo.

-Lysander, ¿Podrías mostrarle la escuela a la señorita e instalarla en el grupo correspondiente?- la voz del directo interrumpió el análisis que el chico aun tenia sobre esa chica Gallagher. Algo le sonaba familiar pero no llegaba en ese momento la información.

-Sera un placer señor- sonrío aceptando, aunque por dentro no era necesariamente cierto.

-Señorita Gallagher ¿Podría esperarnos unos momentos afuera? Necesito discutir unos puntos con el señor Giove.

Lysander no se esperaba eso, pero al parecer esa chica si ya que mostro una pequeña sonrisa casi no notoria que si no fuera porque él estaba atento hacia los movimientos de Gallagher tampoco lo abría notado. Asintiendo en silencio tomo la mochila, que contrario a lo que había imaginado se trataba de una mochila mediana sencilla color pasto con varios cierres. Contrarrestaba con la apariencia de “fashion” de la chica. Sin dirigir ni una sola mirada a los dos hombres en la habitación salió cerrando la puerta suavemente detrás de ella. Fu ahí cuando el director se relajo y dejo caer su peso en la silla.

-Toma asiento Lysander- pensando que algo raro ocurría, el chico obedeció y tomo asiento en la silla contraria de la peli-roja

-¿Pasa algo señor Director?- pregunto frunciendo el ceño y mostrando una apariencia consternada

-Si, esa señorita. Selene Gallagher- señalo con el dedo índice a la puerta de la oficina- ten cuidado con ella Lysander, no es de fiar.

-¿Por qué dice eso señor?- si la atención de Lysander era poca respecto a la chica ahora tenía completamente su atención

-Es una larga historia, solo dele el recorrido y después manténgase alejado de ella. No dudo que sus compañeros harán lo mismo- con un movimiento con la mano dejo a un lado el asunto, cerró los ojos y para frustración de Lysander termino por decir- puedes retirarte, es todo.

A pesar de que el chico quería respuestas sabía que no podía insistir al hombre. Pero si lo que decía era cierto, los demás sabían a lo que se refería el director. Así que lo primero que haría sería preguntar sobre eso en cuanto viera a alguno de sus compañeros. Asintiendo se levanto de la silla y salió de la oficina encontrándose con la chica sentada en unos sillones de espera de la recepción y ni una pista de la secretaria en el lugar.

-Salió corriendo en cuanto se dio cuenta que me quedaría más de un segundo en la habitación- explico Gallagher desde su posición con las piernas y brazos cruzados, junto con una expresión aburrida en el rostro.

-¿Por qué tendría que hacer eso?- pregunto extrañado

La chica se le quedo viendo un momento con una expresión pensativa. Observaba a Lysander de manera analítica, contrario a las demás chicas de la escuela que si le mandaban ese tipo de mirada era por otro tipo de motivos. Selene Gallagher lo observaba como queriendo encontrar la respuesta de algo en su persona. Rompieron el contacto visual gracias a ella quien suspiro y se levanto del sillón balanceando un poco su cuerpo.

-No es necesario que me des “tour” – dijo con un acento americano perfecto- conozco la escuela como la palma de mi mano y dudo que haya cambiado mucho.

Ahí había un dato interesante

-¿Vivías en Kataneo?- Selene empezó a moverse hacia la salida pero ante la pregunta se detuvo y volteo a verlo extrañada.

-¿No lo sabes?, pensé que nuestro “querido director” te había dicho algo importante cuando los deje a solas- la ceja de la chica se arqueo, pero en su voz se notaba un tono de burla- Nací en Kataneo, supongo que conocerás a mi hermano mayor Gain Gallagher.

-Sí, va un grado más que nosotros- empezaba a identificar a la chica, y ahora que la observaba con esa nueva información se daba cuenta de lo que se parecía a su hermano, aunque no mucho físicamente. Era por eso que no la había identificado al instante pero tenían sus ojos al igual que esa aura de misteriosa defensiva que siempre portaba el mayor- No sabía de ti- continuo colocándose a un lado de la chica

-No me sorprende; aunque esperaba más de la gente de Kataneo- la chica miro hacia un lado, por un momento Lysander presintió que la chica se perdía dentro de sus pensamientos, pero después sonrió y volteo de nuevo su mirada hacia él- tampoco sabía de ti. ¿Eres nuevo?

-Llegue hace dos años- explico, información corta, precisa y que no decía mucho de su persona. Así siempre era Lysander.

-Eso lo explica, llegaste un año después de que me fui- la chica se colgó la mochila en su hombro y dando un gran suspiro volteo a verlo con una sonrisa- Siento haberte hecho perder el tiempo. Nos vemos en el salón- con eso dio media vuelta y camino alejándose por el pasillo hacia el lado contrario de donde tenían su primera clase.

Lysander Giove se quedo observadora hasta que se perdió en el camino. La chica era extraña y algo inusual. Contrario de las demás mujeres del pueblo. No mantenía una relación muy cercana con su hermano, de hecho era más bien de respeto uno al otro. Una que otra vez lo había visto con sus amigos en La casa del Halcón. Lo consideraba un hombre con bastante control en su vida, contrario a su amigo rubio que lo acompañaba; que si no mal recordaba era hijo de uno de las familias fundadoras del pueblo.
Pero en ese momento al castaño lo que más le importaba era conseguir las respuestas a sus preguntas y esta vez no aceptaría un “Es una larga historia” por tercera vez en el día

Hora 15

Aun era raro ver a ambos hermanos Gallagher caminar por la acera, los adultos se le quedaban viendo con esa expresión de disgusto combinada con incredulidad. Selene observó de reojo a su hermano y noto que Gain llevaba los labios fuertemente apretados dejándolos en una sola línea. Era obvio que el hombre estaba molesto por la situación en la que se encontraban. Selene prefirió no hacer nada al respecto y solo inhalo aire profundamente dejándolo salir poco a poco, el camino a casa era largo y ambos tenían que cruzar la mayoría de los negocios y casas para llegar a la suya.

—Te saldrán arrugas— se burlo la peli-roja queriendo aligerar la atmosfera pero como suponía no funciono. Gain le mando una mirada fulminante por un segundo antes volver la vista al frente como lo llevaba desde que salieron de la escuela—Gain…

­—No entiendo tu obsesión de regresar aquí— dijo por fin el moreno. Deteniéndose en el proceso mientras estiraba los brazos queriendo señalar alrededor— ¿Es una de tus facetas de personaje?

­—No Gain, no es una de mis facetas de personaje— Selene se coloco seria por un momento y evito ver a su hermano. Ahora ella la que empezaba a molestarse. Lo que empeoraba el asunto es que se enojaba con una de las pocas personas que menos quería hacerlo— ¿Tu que hubieras hecho? ¿Seguirías huyendo?

—Selene esto no es huir, esto es…

—¡Lo es para mi!- gritó por fin volteando a verlo con un fuego en los ojos oscuros— Y estoy cansada de hacerlo. Son tres años y si tienes razón, nadie ha olvidado el incidente, pero aun así me quedare y no hay nada que tú o alguien más pueda hacer para hacerme cambiar de opinión

Se miraron por segundos ambos hermanos, la menor tomo con más fuerza el tirante de su mochila y empezó a caminar de regreso a casa, no volteo ni una vez para ver si su hermano le seguía. No tardo es escuchar sus pasos detrás de ella, acelerando hasta colocarse a su lado. Aun así Selene no volteo a verlo ni le dirigió la palabra, ambos siguieron su camino en silencio hasta que tres cuadras antes de llegar a casa Gain decidió hacer algo

—Lo siento, creo que haría lo mismo si fuese tu— susurró.

Selene miró de reojo al peli-negro. Sabía que le tomo mucho trabajo a Gain dejar su orgullo a un lado para darle la razón. Aun así se lo agradecía; al fin de cuentas sabía que su hermano mayor solo estaba viendo para su bienestar. Desde que sus padres murieron en ese accidente de auto los dos hermanos mayores decidieron hacer todo lo posible para que la menor de los Gallagher tuviese lo mejor y siempre estuviese protegida, exagerando en el proceso. Selene era como la muñeca de porcelana, ese tesoro familiar para los hermanos y que evitaban que cualquiera que la tocase no la lastimase. Pero Selene también era como sus hermanos, su orgullo era alto le gustaba decidir por si misma.

—Gracias por entender— fue una pequeña sonrisa, peor fue suficiente para que ambos dejaran todo a un lado y se abrazaran con fuerza— Por cierto… tengo una duda.

—Veo que tu curiosidad es algo que tampoco cambia—se burlo Gain ganándose un golpe suave en su brazo—¿Qué es?

— ¿Quién es Lysander Giove?

Gain se detuvo por un segundo y observo de reojo la ansiedad de su hermana de saber la respuesta. Temía que la chica le preguntara sobre el chico nuevo, pero no es algo que pudiera haber evitado. Kataneo era un pueblo viejo y eran muy pocos los que llegaban para quedarse y por los últimos tres años Lysander había sido el único nuevo integrante del pueblo. Así que solo era cuestión de tiempo en que la peli-roja preguntara por él. Aun así no le gustaba la idea de que su hermana pequeña se interesara en un hombre. Era demasiado joven.

—Es un chico nuevo

— ¿En serio?— un tono de sarcasmo se noto en su voz— Créeme que eso lo figure por mí misma cuando entro a la oficina del director y me saludo completamente normal, bueno si dejas a un lado la sonrisa de conquistador— Selene apretó los labios con fuerza para evitar que la risa saliera al ver como Gain arqueaba una ceja no contentó con lo que le acababa de decir la menor— ¿Y bien?- pregunto con impaciencia.

Gain suspiro por segunda vez mientras veía frente a él. Lysander Giove no era de las personas favoritas de Gain, aunque eso no decía mucho. Prácticamente todo el pueblo no eran personas favoritas para Gain. Aun así, el chico era un total misterio, no muchos lo habían notado pero él si. Lysander había llegado apenas dos años atrás, al principio todos pensaban que era uno de esos estudiantes que se toman unas vacaciones fuera de la cuidad para descansar. Se instalo en la vieja cada de los Shelty; el pueblo no tenía hoteles y cuando un forastero llegaba al pueblo ofrecían una de las casas de los fundadores para su estadía. O en algunos pocos casos rentaban una de las pocas casas que se encontraban desocupadas. Fue bastante extraño ver que el chico había elegido la casa más vieja del pueblo. Los Shelty se habían ido del pueblo hace varios años y nadie sabía nada de ellos desde entonces y la casa pasó a ser parte del pueblo manejado por la comisaría.

Giove no tardo ni dos semanas en empezar a arreglar la casa, cambiando maderas viejas por nuevas, pintando la fachada. Sacando muebles viejos y podridos. Al final del mes la casa quedo como nueva y no había ni una señal de que hubiese sido abandonaba por años. Fue en ese tiempo todos empezaron a notar que el chico había llegado para quedarse, cosa que no afecto mucho a nadie del lugar. Lysander Giove resulto ser uno de esos adolescentes que los padres de familia le encantarían que sus hijos se juntaran para ver si por milagro los buenos modales y la inteligencia se le pegasen. Giove era un excelente conversador y no tardo en ganarse el cariño del pueblo; tanto jóvenes como mayores. Aun así el chico siempre se limito a decir poco de si mismo, siempre escondiendo sus respuestas en medio de frases poéticas.

— ¿Gain?— la voz de su hermana menor lo saco de sus pensamientos

— No hay mucho que saber— suspiro el hermano retomando la caminata— llegó al año de que tú te fuiste, pidió estancia en la casa de los Shelty y la reconstruyo de arriba abajo. Es “un buen mozo”.— hizo el movimiento de dedos para asentar las comillas— Nunca he tenido problemas aparte de ser demasiado galán para las chicas del instituto— dijo con fastidio

— ¿Celoso hermanito?— se burlo Selene soltando una pequeña risa para complementar su comentario.

—No, son odiosas— y era verdad. Gain no tenía interés en ninguna de las mujeres de ese lugar.

—Lo se— susurró la chica, sabiendo bien lo que pensaba su hermano— ¿Qué más?

—No mucho, se junta con Zen Mont y los gemelos Sommer’s desde que llegó al pueblo. Los hacen llamar los “Hijos del Halcón”

— ¿Los hijos del Halcón? ¿Por qué? —ahora fue Selene quien detuvo la marcha y observo curiosa a su hermano.

Si bien ese último detalle de información había sido un error decirlo, era también un detalle que iba a salir a la luz un cualquier momento. En Kataneo nunca había sido normal tener noticias apantallantes y cuando eso pasaba eran noticias que se quedaban para toda la vida. Por eso “Los hijos del Halcón” era una noticia grande en el pueblo y no había ni una sola vez que no se mencionaban a los chicos en las conversaciones de todos. Al igual que el sitio llamado “La Casa del Halcón” y era gracias a ese lugar que los cuatro chicos habían ganado su apodo.

—Un año o más a todos los chicos del instituto nos llegó una invitación a un lugar llamado “La casa del Halcón” junto con un mapa. Como es obvio nadie había escuchado hablar del lugar, así que varios nos vimos en la tentación de descubrir que era ese tal lugar. Resulto ser una bomba total — Gain termino sonriendo irónicamente mientras se recargaba en la pared

— ¿Una discoteca? ¿En Kataneo? — la risa infantil de Selene resonó por el lugar­— eso no le veía venir.

—Nadie lo hizo, pero es el lugar de reunión de muchos ahora. Es sabido que siempre hay fiestas, por lo menos fines de semana, claro está la invitación siempre es mandado a nuestros correos diciendo a qué hora empieza todo y que día es. Los adultos no saben nada sobre esto. Ni siquiera Alex o el tío Leon.

— ¿Gain Gallagher ocultándole cosas a su querido hermano mayor?— la burla era notoria en la voz de la menor y ambos hermanos se rieron— Pero aun no contestas mi pregunta ¿Qué tiene que ver el lugar con ellos?

— Giove, Mont y los Sommer’s resultan ser las personas que nunca se pierden ninguna fiesta en el lugar y extrañamente saben cosas que los demás no.

— ¿Son los fundadores?— las cosas se habían dado un giro interesante

— Todos pensábamos eso al principió, pero nos han demostrado que no es así. Principalmente Mont. Así que quien creo eso y quien manda todas las invitaciones son anónimos totales. Pero sabemos que tiene que ser alguien del pueblo.

— ¿Por las invitaciones?— era algo lógico. Al fin de cuentas, aunque Kataneo era un pueblo viejo donde todos se conocían entre todos, también era un lugar que no aceptaban a cualquiera y solo los nativos del lugar sabrían quien era quien y tendrían contacto con ellos.

—Por eso y por algo más— en este punto Gain se separo de la pared, ya la expresión re relajación y simparía que había mostrado desde que empezaron a hablar del tema había desaparecido. Ahora se encontraba serio y Selene sabía que ya no podría sacarle nada más a su hermano por el momento. Aun así lo intento

— ¿Qué hay más?

Gain suspiro y miro a su alrededor por largo tiempo antes de voltear de nuevo la mirada a Selene.

—Ese lugar no es totalmente seguro, Selene. Por algo los adultos no saben de ello.

Con ello empezó a caminar sin esperarla. Selene observo la espalda de su hermano mientras este se alejaba. Si bien lo que le había dicho era bastante interesante aun tenía esa vena de curiosidad por saber que era ese algo “más” de que hablaba Gain. Por el momento no podría saberlo y tal vez nunca llegaría a sacársela si le preguntaba. Así que ahora el trabajo era para ella de averiguarlo. Sonrió hacia sus adentros, la peli-roja siempre había sido una curiosa total y se le iba bien encontrar respuestas en secretos como esos. Así que no dudaba que lo conseguiría. Lo malo era que no estaba en una situación donde todo se le haría fácil. Pero como decían por ahí: Nada es imposible hasta que tú eliges si es imposible.

Día 24: Hora 10

En los dos años que llevaba en el pueblo; junto con el año y medio de cuando había conocido y mantenido amistas con los gemelos Sommer’s y Zen Mont, nunca había visto al último en un cabreo tan enorme como ahora. Zen Mont había llamado su atención porque era un chico que nunca se dejaba afectar por nada ni nadie que no estuviese dentro de su círculo. Era una persona fiel y bastante protector a su manera pero solo a aquellas personas que consideraba importantes. Lysander estaba dentro de ese círculo junto con los gemelos y unas cuantas personas más que podía contar con los dedos de una sola mano.

Por eso le extrañaba verlo de esa manera. Su cabreo solo podía significar una sola cosa. Algo había pasado, y para su mayor frustración nadie pareciera querer darle respuestas. Lysander había tenido su atención sobre su compañero por días y aun así no notaba nada diferente para justificar su humor. También sabía que no era por sus padres del chico, si bien ambos salían a menudo de viaje habían decidido quedarse a lado del rubio por una temporada de vacaciones y eso era algo que animaba mucho a Zen a pesar de que no lo demostrara abiertamente. La presencia de sus padres era un factor positivo en la vida del rubio.
Lo único fuera de lo normal del chico era las miradas fugitivas hacia la nueva integrante del pueblo. Selene Gallagher, así que asocio el enojo del rubio tenía que ver con ella. El problema era que no había visto en ningún momento que ambos hubiesen intercambiado palabras desde que la chica ingreso al instituto.

Los gemelos Sommers tampoco tenían ni una intención de hablar sobre el tema, aparte de que ellos se encontraban un curso por encima de Lysander. Así que no había mucha comunicación entre ellos aparte del almuerzo y las reuniones después de la escuela donde discutían de muchas cosas fuera de los problemas personales. Aun así Lysander odiaba no saber las cosas y menos cuando se trataba de personas que podían afectar su trabajo y Zen Mont era una de esas personas. Así que ese día iba a saber por fin que era lo que tenía al rubio de tal humor. Sabía que no iba a lograrlo preguntándole al rubio así que su siguiente salida eran los gemelos y no los iba a soltar hasta tener sus respuestas.

A la hora del almuerzo salió rápido del aula dejando a Mont atrás, no iba a ser extraño, había veces que ambos no podían salir al mismo tiempo por distintos compromisos; al final siempre terminaban viéndose en la cafetería. Acelero los pasos y encontró como esperaba a los gemelos sentados en la mesa habitual del lugar. Al fondo, algo escondidos pero desde esa posición la entera cafetería podría ser vista sin ningún problema.

Scander y Shiloh Sommers eran de los gemelos idénticos. La misma altura, el mismo color castaño de cabellera, los mismos ojos celestes, el mismo lunar justo en el espacio entre el hombro y el cuello. Uno solo podía diferenciarlos gracias al corte de cabello de cada uno. Mientras Shiloh se dejo crecer su cabellera y caía sobre su nuca de manera desordenada, Scander lo tenía corto y revoltoso.
Ambos cuando vieron a Lysander acercarse pararon su plática y saludaron al chico mientras este se sentaba en su puesto habitual, en la cabecera de la mesa.

— Quiero saber que tiene Mont— dijo sin ningún miramiento. Directo al tema siempre era mejor — ¿Por qué tiene el cabreo del siglo encima de él?

Ambos gemelos se miraron uno a otro por unos exasperantes segundos para Lysander. Eso no era lo que quería, era obvio que ambos sabían algo pero el hecho de que no lo soltaban lo enojaba. Pero ambos sabían bien que era lo que les convenía entonces tendría sus respuestas.

—Es una larga historia— comenzó Shiloh jugando con su comida

—Eso lo dijiste antes—contestó Lysander observando al gemelo

—Bueno, es que en verdad es una larga historia— quiso bromear en el momento Scander pero la mirada que le mando Lysander le dejo en claro que no era el momento para hacerlo. Nervioso coloco su mirada en el plato y esperó que su hermano continuara, pero el silencio reino en la mesa y eso hizo que Scander volviera a alzar la vista.

Por un momento Lysander creyó que el gemelo lo observaba a él pero noto que la dirección de su mirada no era su rostro si no por su hombro, o mejor dicho detrás de él. Volteo a ver despacio y se encontró con Selene Gallagher parada frente a ellos. La chica observaba a los gemelos y por la manera en que cambiaba su peso corporal de un pie a otro podía notarse el nerviosismo que tenía al estar frente a ellos. Si bien Lysander estaba acostumbrado a ver a las chicas nerviosas enfrente de él, en esta ocasión la situación no le agrado. Selene había interrumpido una conversación importante.

­— ¿Gallagher?—llamo a la chica ocultando con maestría su enojo tras una voz calmada y simpática. La chica pareció reaccionar y salir de un sueño cuando escucho su nombre. Lo observo y parpadeo varias veces como tratando de analizar que era lo que tenía enfrente de ella.

—Lo siento— se disculpo bajando la mirada hacia si mano— el profesor de algebra me pidió que te diera esto Giove—fue en ese momento que Lysander se percato de la hija que la chica llevaba en su mano y que se lo entregaba— al parecer somos compañeros de equipo— le anuncio

Lysander tomo el papel, afirmando lo que decía la chica. Eran los ejercicios que esa misma mañana el profesor hablaba que deberían resolver en equipo. Era un proyecto en tres etapas y por lo mismo duraría por lo menos un mes. Asintió y le dio las gracias a Gallagher pero ella de nuevo estaba fijando su vista en los gemelos y por primera vez en su vida Lysander Giove se sentía ignorado. Era a él que las chicas fijaban la vista siendo los gemelos y Mont los segundos en ser vistos. Pero ahora esta chica observaba a los gemelos atentamente y notaba que su nerviosismo era gracias a ellos y no por él.
Volteo a ver a los gemelos y ambos observaban a la chica con la misma intensidad que ella los observaba a ellos. Hasta que Scander empezó a sonreír poco a poco de una manera burlona.

— Ha pasado tiempo Selene— dijo el castaño pasando una mano sobre su cabello a modo de cortejo.

—Digo lo mismo Scander, veo que ambos no han cambiado nada— el nerviosismo se había esfumado ante la actitud relajada de Scander, de hecho ahora sonreía suavemente, haciéndole ver un poco niña pequeña de lo que ya se veía­— Shiloh, considera ponerle correa a tu hermano

—Lo estoy considerando bastante­— sonrió de vuelta el más serio de los gemelos, siguiéndole el juego a la peli-roja

—Yo preferiría colocarte a ti una correa— insinuó en un doble sentido Scander ignorando la broma que ambos hicieron a su persona

Lysander veía el intercambio de palabras entre los tres, era un forastero en esa conversación y no le agradaba la idea. Aunque el hecho de observar cosas nuevas como la interacción de la chica nueva, o no tan nueva, con los gemelos era interesante. Ahora que lo pensaba bien, Gallagher parecía no hablar con nadie de su curso y por las pocas veces que la había visto en los pasillos tampoco se juntaba con nadie, solo con su hermano por obvias razones. Era la primera vez que veía a la peli-roja en el comedor de la cafetería en toda la semana.
Con comentario insinuador de Scander, Lysander pensaba que la chica, como muchas otras, terminaría sonrojándose y salir huyendo del lugar. No todos los días alguien recibía un cumplido de uno de los chicos más solicitados de la escuela. Pero contrario a lo que pensaba Selene Gallagher hecho la cabeza hacia atrás soltando una risa infantil mientras se cubría la boca con la mano. Al parecer ni los gemelos se esperaban esa reacción de la chica ya que le observaban asombrados, no tardaron en unirse en la risa mientras él seguía observando.

—Me alaga tu alago Scander, pero hace tiempo que perdiste tu toque— le respondió Selene, sorprendiendo a ambos gemelos y entrándole curiosidad a Lysander, era la primera vez que alguien se le negaba a Scander Sommers

De repente la atmosfera pareció cambiar, la sonrisa en los labios de la peli-roja se fueron disminuyendo poco a poco mientras su vista se concentraba en la parte de delante de la mesa, atrás de los gemelos. Lysander encontró a Zen Mont parado de manera estática es su posición. Aunque al principio la mirada de Zen hacia Gallagher era de sorpresa, rápidamente se torno a un fuego intenso de odio. Ninguno de los dos dijo nada, Selene mantenía su postura firme con una fuerza que Lysander nunca había visto en una mujer y su interés incremento de sobremanera.

—Mont— saludo cortésmente pero aun así de manera corta al rubio.

Aun así Zen no le devolvió el saludo, seguía observándola intensamente. Lysander no tardo en comprender que el enojo de toda la semana de Zen tenía que ver con la chica, ahora que ambos estaban frente de él observándose uno a otro lo comprendía. Ahora la pregunta era ¿Por qué?.

—Nos ponemos de acuerdo otro día Giove— sin verlo la chica se dirigió ante él. Su mirada seguía en Zen como si temiera que si volteaba y perdía de vista al rubio este se le lanzaría encima como animal enjaulado.

Se despidió de los gemelos con un movimiento corto de la cabeza y dio media vuelta para dirigirse a la salida de la cafetería. Lysander notó las miradas que la chica había desviado hacia su persona. Aunque no eran como el de Zen si noto uno que otro lleno de curiosidad extrema y por un momento confundió la cafetería de la escuela en un zoológico, ellos eran los espectadores y Selene Gallagher era la nueva especie del lugar.

Hora 15

Era la primera vez que Selene Gallagher quería desaparecer del mundo, o para hacerlo más sencillo estar enterrada bajo sus cobijas y viendo un maratón de películas junto con su hermano y no salir tal vez por algunos días. Por primera vez desde que había tomado la decisión de regresar a Kataneo y retomar la vida que había dejado hace tres años, se cuestionaba si había sido una buena decisión. Claro esta eso nunca se lo diría ni a Alex ni a Gain, conociéndolos en cuanto terminara de decir lo que sentía le conseguirían el boleto de regreso Suecia.

Miro alrededor encontrándose con la mirada de Zen Mont en el proceso. Toda la semana había sentido si mirada sobre de ella, pero había manejado la situación perfectamente evitándolo y concentrándose en sus estudios. Aunque era bastante fácil. Su promedio era bastante alto, y por lo que había escuchado del director casi llegaba a empatar con Lysander Giove, el chico que había conocido en la oficina del director. Pero toda su actuación se vio abajo esa misma mañana, cuando fue a entregarle la copia de lo que tenían que hacer para el proyecto de algebra; la guerra de miradas que se habían enfrentado ambos.
Haber intercambiado esas palabras con los gemelos Sommer’s le hizo sentirse aliviada, por lo menos los chicos seguían hablándole bien y por lo visto no habían cambiado nada entre ellos. Por un momento pensó que podría tener alguien en el lugar con quien hablar aparte de sus hermanaos y los amigos de Gain.
Todo se vino abajo cuando Zen entro en escena, y aunque trato de ser cortes y saludarlo este le intereso poco y la fulmino con la mirada.

Salió huyendo, porque eso fue lo que hizo, aunque no quería que los demás se dieran cuentas así que lo oculto todo tras una máscara de cortesía ciega y salió sin apuro alguno de la cafetería. Pudo sentir las miradas sobre su persona pero no volteo a ver a ninguno en el proceso, su única idea era salir de ahí. Admitía que había evitado el lugar desde que empezó la semana. No quería estar dentro de una habitación lleno de estudiantes que la verían como escaparate promocional. Así que se unía a los almuerzos de su hermano con sus amigos pero no era diario. Aunque Gain decía una y otra vez que no había problema Selene tampoco quería ser un estorbo para la amistad de los tres chicos. Así que también se la pasaba una parte y la mayoría de los almuerzos en una zona de los pastos, medios ocultos y alejado de todos. Pero ese día tuvo que romper la rutina cuando Lysander Giove salió corriendo del salón de clases sin escuchar que el profesor les pedía que pasaran por su hoja y a que supieran quien iba a ser su compañero de equipo.

Saber que Lysander Giove iba a ser su compañero fue un alivio, el chico al parecer no sabía nada sobre el incidente hace tres años, y aparte era nuevo igual. Aunque pareciera que todos los aceptaban como si fuese un nativo.

La campana de salida sonó por fin y Selene no se tomó ni un segundo en recoger sus cosas y salir corriendo del salón para evitar cruzarse con Zen o su hermano. Esperaría afuera, sabía que después de un poco de aire estaría perfecta para enfrentar a su hermano y Gain no notaría en absoluto que algo había pasado. Su plan se obstruyo cuando escucho una voz femenina gritar su nombre. Se detuvo y volteo a ver con un corazón a toda velocidad. Suri Lerman se acercaba a ella lo más rápido que sus cortas piernas junto con la bola de estudiantes que salían le permitían. Ella misma recibió uno que otro empujón en su espera y sonrió suavemente y llena de desconfianza cuando la chica se coloco frente a ella jadeando. Suri y ella eran de la misma altura y por un momento Selene se sintió identificada con la chica. Pero desecho el sentimiento de inmediato. No podía confiar en ninguna persona de ese pueblo

—Ol-olvidaste tu cuaderno— tartamudeo la chica aun en el intento de recuperar el aire perdido— extendió su mano mostrando la agenda de Selene, pequeño y negro.

—Oh… gracias— contestó turbada Selene, tomando la libreta. Eso no era lo que se esperaba, pensaba en palabras brutales, en defensa de Zen por lo que paso en la cafetería. No eso.

—De nada— Suri al parecer se encontraba igual de nerviosa que ella, ya que observaba sus pies y movía sin ritmo sus dedos en su libreta—debo irme— la voz de la chica era aguda y muy baja, podría confundirse con un susurró aunque quedaba perfecto a la personalidad de la chica

—También yo—asintió Selene dando media vuelta

­—Selene…— el corazón de la peli-roja se volvió a descontrolar ante el nombramiento de su nombre. Cerró los ojos suavemente pensando que ahí venían las palabras que ella había pensado desde el inicio. Suspiro y coloco una máscara tranquila en su rostro. Giro un poco la cabeza para ver a la chica de reojo y espero a que continuara — Me alegro que hayas regresado— con esto la chica se alejo de ella rápidamente, dejando a Selene Gallagher sorprendida y feliz.

jueves, 9 de febrero de 2012

Indice de Capitulos.


...Ella

Su único deseo era ella. Nunca pensó en las consecuencias de tenerla.



Indice de Cápitulos
01. Deseo
02. Solitarios
03. Caras Opuestas

Caras Opuestas

Luke camino por el pasillo de la escuela, ignorando como todos los días las miradas de todos en su persona, tanto de admiración como de desaprobación. Cruzo la mirada con uno de los profesores que lo examino de arriba abajo mientras pasaba a su lado y le lanzaba esa mirada rígida, un regaño en silencio. Aun así no se tomo la molestia abrocharse los primeros dos botones flojos del uniforme dejando a la vista esa piel blanquecina como fantasma que le caracterizaba, ni arreglarse la corbata que caía de cada lado de su cuello masculino, mucho menos fajarse la camisa blanca en los pantalones que se ajustaban en su cintura.
Con una sonrisa descarada paso una mano por los cabellos negros ya despeinados creando más alboroto en ellos, para desaprobación de los maestros y deleite de varias alumnas al ver que ese sencillo movimiento aumentaba el atractivo del hijo del dueño. Pero para decepción de todas ellas y sus risas tontas la mirada oscura de Luke Wolf nunca cruzo por su esquina.

Dejo las miradas atrás de él, aun conservando esa sonrisa victoriosa en su rostro mientras se alejaba en el siguiente corredor. Sonrisa que desapareció en cuanto cruzo el marco de l aula más cercana. Serio, empezó a observar en todo el aula como si buscara algo o alguien. Todos dentro de la estancia le miraban, miradas de desconcierto, coqueteo y hasta costumbre se posaron sobre su figura adolescente. Logro encontrar su objetivo al final de la sala y dirigió sus pasos hacia el escritorio donde una chica de cabellera extravagante de tonos negros y plateados surtido en todo su cabello. Cabeceaba de vez en vez provocando que acelerara el paso hacia ella.

Cuando se encontró frente al pupitre sin pensar por segunda vez dejo caer sus manos sobre la madera provocando un estruendoso y potente ruido que provoco que varios cerca del lugar dieran un brinco de susto y le lanzaran miradas interrogantes. Él solo los ignoro y siguió observando a la chica quien por el ruido había soltado un grito y sus ojos se abrían enormes ya despiertos.

-¿Estas loco?- susurro en reproche la chica mientras le mandaba una mirada verdosa llena de reproche

-No te duermas- ordeno con voz firme, ignorando por completo la mirada y el tono de reproche

-No lo he hecho por una semana- el susurro de la chica ya no tenia ni un signo de reproche, al contrario, parecía cansado, al igual que su semblante, la mirada verdosa se entrecerró como su mantener los parpados abiertos fuese una tarea demasiado difícil para ella, en su rostro andrógino se dibujo el cansancio de varios días sin sueño.

-Espera a casa- su tono de mando no cambio en absoluto, ni siquiera su mirar seria, como si el cambio en la apariencia de la menor no le preocupara.

-Pero…- un bostezo le interrumpió y su voz se quedo apagada en medio de la palabra. La morena cerró de nuevo los ojos rindiéndose de mantenerlos abiertos por más tiempo.

-Kisa- una voz entre enojo y un leve ton de preocupación escapo entre sus dientes mientras nombraba a la chica, pero la morena no parecía reaccionar ante su nombre, su cabeza empezó a descender hasta su pecho en un intento de conciliar ese sueño que tanto deseaba.

Con frustración el chico coloco una mano sobre su hombro sacudiéndola un poco con la intención de despertarle. No funciono, pareciera que ese zarandeo solo incremento el sueño de la chica quien ya tenia la barbilla sobre su pecho y su aliento se volvía ligero, indicio de estar sumergiéndose en el mundo de los sueños.

-Sera mejor que la saquemos de aquí- una voz a sus espaldas le hizo tensarse y olvidarse por un segundo de la chica bella durmiente. Aunque no era necesario voltear a ver a la persona para poder saber de quien se trataba.

-No te metas Kyle- su voz ahora sonaba amenazante pero su vista no se aparto de Kisa.

Rodeo el pupitre hasta para quedar de lado a la chica, aparto la silla y agachándose tomo a la chica entre sus brazos cargándola como su un costal se tratase. Sin mirar al castaño pulcramente vestido con el uniforme de la escuela se dirigió a la salida con la mirada de todos de nuevo sobre de ellos.
Aunque el hecho de observar al dueño de la escuela Luke Wolf cargando a su hermana menor Kisa Wolf ya no era nada nuevo para los alumnos del instituto, ni tampoco era extraño ver salir detrás de ambos hermanos al nuevo alumno de intercambio que había llegado hasta apenas un mes atrás.
Como siempre este los seguía con esa expresión de tranquilidad haciendo que nadie sospechara de la extraña escena que se montaba entorno del trió. Aun así, era imposible para todos no ponerse a pensar que era lo que pasaba entre ellos.

El instituto era lo bastante grande para este abarcara por una sola calle por si solo, y por lo mismo las aéreas verdes eran bastantes. Desde el patio principal donde metros y metros de pasto verde se encontraba hasta las pequeñas y privadas aéreas que nada mas eran ocupadas para esos momentos no apto para todo público de los alumnos. Claro está, los profesores y guardias tendrían que pasar a cada minuto por esos lugares. Aun así no les fue difícil encontrar un solitario espacio, lo suficiente apartado de todo el mundo hasta los mismos profesores.

Luke coloco a Kisa con cuidado sobre el verde pasto, la chica reacciono de inmediato ante el toque de la hierba fresca, acurrucándose como si la superficie fuese en si su cómodo y blanda colchón de cama en lugar de la superficie dura e incomoda. Mientras el moreno coloco su mirada sobre el castaño que los había seguido en silencio en todo momento. Kyle miraba a Kisa recostada, sus manos estaban dentro de los pantalones. Luke no mostro ningún indicio de si hubiese hecho mucho esfuerzo ante su antigua tarea de cargar a la morena, su uniforme seguía de la misma manera alborotada que hace rato y su cabellera se movía como el viento le pedía. Tal vez lo único que había cambiado era la intensidad que su mirada oscura estaba sobre de Kyle.

-Deja de seguirnos- ordeno, fue ahí cuando la mirada confusamente de tono naranjado y cobre del castaño cayo sobre él.

-Kisa también es mi amiga…- hablo con un poco de temblor- yo…

-No pensabas eso hace algunos años-Luke interrumpió bruscamente

-Era un niño en ese entonces- mientras esas palabras eran pronunciadas la mirada cobriza se ensombreció

-Tenias 15 años, no eras precisamente un niño- una sonrisa taciturna cruzo por la cara de Luke

Kyle no respondió ante ese comentario, su mirada termino por oscurecerse y solo se limito a bajar la cabeza hacia la hierba bajo sus pies. Luke no le pareció necesario argumentar nada más, y solo se giro para quedar de perfil a él frente de Kisa. Se dejo caer en el pasto sentado en un movimiento ágil y seguro, recargo su codo sobre una pierna doblada enterrando su mano sobre sus cabellos negros en una posición de descanso. No tardo en escuchar y sentir movimiento a su lado, sabiendo que Kyle se había sentado junto a el a una distancia considerable para ambos. Ninguno se dedico a decir ni una palabra, se quedaron en silencio como si esperaran que algo más pasara.

-¿Nunca dejaran de pelear?- la voz femenina provoco que ambos fijaran su atención a Kisa, la chica recostada frente a ellos, que ahora se reincorporaba lentamente- son más infantiles que yo- un bostezo fue seguido por el comentario- y eso es decir demasiado- ahora ambos ojos verdosos y soñolientos estaban sobre de ellos

-Pensé que dormirías-Luke enarco una ceja observando a su hermana estirarse como un gato en la hierba

-No- restregándose un ojo y con el otro observando al moreno- esperare a casa

Una apagada risa de Kyle hizo que ambos dejasen su mundo de hermandad y voltearon a ver al castaño y parecía que trataba de disimular las risas con su mano sobre la boca.

-Ustedes nunca cambiaran- después de tranquilizarse les comento aun teniendo una sonrisa divertida en el rostro- Kisa sigue siendo un espécimen raro entre los hombres- Kisa le mando una mirada fulminante a lo cual el respondió ampliando su propia sonrisa- y Luke es el único que puede comprenderla más que los demás- volteo a ver a Luke que había fruncido su ceja más

-Mira quien lo dice- una sonrisa irónica le mando Luke desde su posición- el niño que aun se comía el “Play do” a los ocho años- Kisa acompaño el comentario con una gran carcajada.

-Touche- con los ojos cerrados Kyle indico su derrota.

Kisa decidió tumbarse de nuevo en el pasto cerrando los ojos, pero uno podía escuchar la agitación de su respiración y notar que el dormir no estaba en sus planes. Luke tomo una rama suelta y pequeña empezando a escarbar el pasto, su mirada ausente como si la idea de estar en ese momento ahí mismo con ellos dos no lo supiera, a pesar de que segundos atrás lo habría recordado y Kyle miro hacia la nada, sabiendo que tal vez su presencia era un obstáculo entre el vinculo entre ambos hermanos. El silencio los reino a los tres.

Cuando Catherine le había llevado a esa zona residencial en el centro de Paris, con las mansiones de largas hectáreas, o las casas de mas de dos pisos con extensos jardines delanteros, cuando observo todo esa elegancia que nunca había visto de cerca se sintió sorprendida e intimidada.
Cuando Catherine estaciono el auto frente a ese edificio de vidrios y acero, de casi siete pisos y entraron a esa recepción pulcramente limpio sintió que sus zapatos podían ensuciar en cualquier momento el azulejo blanco y le pedirían retirarse. Se mordió el labio inferior al escuchar a la recepcionista ser tan amable y respetuosa con la morena y solo atino a bajar la cabeza y a seguirla en silencio.

Y ahora se encontraba en medio de su sala, rodeada con esos muebles modernos y de lujo, esa tecnología de punta y ese ambiente totalmente extraño para ella. Pensó por un momento en nunca haber expresado en voz alta su deseo, Catherine le hacia sentirse en todo momento intimidada ante su presencia perfecta para ella.

-Es…linda- tartamudeo observando a la moreno colocar las llaves en la mesa de centro- tu casa… es linda- repitió al no recibir respuesta, pensando que tal vez no se había hecho explicar bien

-No es mía- contesto cortantemente Catherine mirándole de reojo por un segundo antes de dar media vuelta y dirigirse a la cocina que se encontraba frente a ambas desde la sala.

Christine volvió a morderse el labio inferior ante la contestación de la moreno, pensó que tal vez su comentario le habría molestado por la mirada y la forma en que le contesto. Pero ahora su propio nerviosismo empezaba a hacer estragos sobre de ella. Sus manos empezaban a sudar ligeramente y sentía que su voz se había perdido en un abismo dentro de su mismo cuerpo ya que por más que entreabría los labios nada salía de ellos. Aprovechando que Catherine se encontraba de espaldas a ella cerró los ojos respirando profundamente en un intento de poder controlar su ritmo cardiaco.
Sintiéndose con las fuerzas suficientes para decir algo abrió la boca pero…

-Cat, necesito que…!oh!- un hombre aproximadamente de unos veinte tantos años había salido por uno de los corredores del departamento.

Observo atenta a la nueva persona dentro del lugar, no podía negar lo atractivo que el hombre era. Cabellos castaños rubios que se encontraban en cierta forma peinados pero no evitaba que alguno que otro mechón tomara un actitud rebelde, aun así ella pensó que eso solo aumentaba mas su atractivo. Tenia la piel ligeramente bronceada, como de una persona común y corriente que salía al exterior y era expuesto a los rayos del sol de cada día. El rostro era ovalado, de nariz recta, mentón duro, labios delgados y unos grandes ojos mieles que ahora la miraban confundido desde su posición.

Apretó los labios hasta convertirlos en una fina línea, no sabia como reaccionar al no reconocer al hombre. Pero este parecía que tenia suficiente confianza en la morena por haberle llamado son ese sobrenombre. De repente, no sabia si para su sorpresa o nervio, la mirada del chico se volvió en uno agradable y una sonrisa pequeña cruzo por su rostro mientras la observaba. Dio unos pasos entorno a ella. Christine no sabia si retroceder o no.

-Tu has de ser la famosa pelirroja – comento a medio camino deteniéndose a unos pasos del respaldo del sillón de tres personas.

Ahora fue Christine quien le observo confundida. Lanzo una mirada de reojo hacia su propio cabello –como si fuese la primera vez en años que lo comprobaba-, el color rojo intenso llamaba demasiado la atención. Su mirada subió de nuevo hacia el hombre frente de ella. La sonrisa se mantenía igual, sus manos habían sido colocado en el respaldo y se inclinaba un poco hacia ella como si quisiera verla un poco mas de cerca.

-Julián- Catherine interrumpió la interacción de ambos, regañando al castaño desde su posición recargada sobre la barra de la cocina.

-Lo siento querida- el susodicho llamado Julián volteo a ver a la morena dándole su perfil. Catherine solo le dirigió una mirada severa antes de voltearse de nuevo dándoles la espalda a ambos.

Ella observo a ambos, de nuevo esa extraña sensación de que se encontraba en un momento y lugar que no le correspondía. Esa interacción entre ambos había demostrado esa intimidad que ambos profesaban. El intercambio de miradas había sido más que suficiente para saber sobre la relación de esas dos personas. Se mordió su lengua regañándose por haberse dejado llevar por el impulso y las ganas de su deseo sin sentido.

-Soy Julián Dumont- la voz suave y tranquila del hombre la volvió a sacar de su mundo.

Notó que el ya no se encontraba detrás del sillón, si no justo frente a ella. ¿Cuándo se había desplazado hasta esa posición? Ni siquiera el arrastre que una persona normal hacia con los zapatos sobre la alfombra se escucho. De repente el hombre se había encontrado frente de ella. Se vio a si misma retrocediendo un paso hacia atrás. La parte de atrás de sus rodillas chocaron con la mesa de centro donde las llaves resonaron contra el vidrio por el brusco impacto.

-Tranquila- Julián coloco una mano sobre su hombro.

Alzó la vista y miro hacia los orbes miel del castaño. Este aun mantenía esa sonrisa pequeña y genuina, y de repente una ola de tranquilidad le lleno por completo, apaciguando los nervios y el repentino susto que hace segundo había tenido se desvaneció poco a poco de su sistema. Seguía observando esos ojos miel sintiendo esa confianza pura para él. Poco a poco una sonrisa fue surgiendo en la comisura de sus labios. Tal vez no era una sonrisa grande, era pequeña apenas visible, pero totalmente genuina.

-Christine Dux, es un placer- se presento, su voz parecía haber recuperado su fuerza al salir con naturalidad de su garganta

-El placer es todo mío- Julián tomo su mano derecha y la dirigió hacia sus labios donde deposito un pequeño beso sobe sus nudillos. Un gesto totalmente inesperado pero caballeroso. Un suave ardor creció en sus mejillas y supo enseguida que se había sonrojado.

-Julián, es hora

Catherine hablo y ambos voltearon a verla, la morena señalaba con un dedo el reloj de pared que se encontraba en la cocina el cual marcaba las dos menos diez minutos. Su otro brazo se encontraba frotando su gemelo sobre la playera de manga larga que la chica utilizaba. Como si el frio se colara bajo la prenda. Extraño al ser un día bastante caluroso, incluso en el camino hacia ahí se había preguntado interiormente si Catherine no estuviese muriéndose de calor con ese conjunto tan tapado y oscuro, pero no. La chica no dio ni un indicio de presentar calor, como ahora, solo presentaba como si el frio la invadiera.

Volteo a ver a Julián y este tenia un brillo en sus ojos de preocupación dirigido hacia la morena y con un tono igual dijo -Cat quieres que…

-No- le corto la morena sabiendo lo que el hombre le iba a decir- iré a cambiarme- la chica dio media vuelta y del mismo corredor donde había aparecido Julián hace poco desapareció ella.

-Tengo que irme

Julián le dirigió una ultima sonrisa mientras se agachaba cerca de ella para tomar la llaves que Cat había dejado, un extraño olor frutal le llego a sus fosas nasales en el proceso. Sonrio un poco más al conectar el olor del castaño con su peculiar forma de ser. Ambos eran relajantes, como si simplemente una sonrisa pudiese recuperar la estabilidad armónica en un campo de guerra.

-Le puedes avisar a Cat que le toca ir a centro comercial- del pantalón negro de vestir el hombre saco una hija doblada y se la extendió- será mejor que vallas ahora- señalo con la cabeza el corredor- al fondo la segunda puerta de la derecha.

Una cabeceada pequeña fue la despedida del hombre, se dirigió a la puerta y sin dar una mirada hacia atrás salió del departamento. Su mirada bajo al papel que le habían otorgado y después hacia el corredor. De nuevo ese aceleramiento en su corazón se presento en cuanto Julián se fue. Se mordió levemente su labio y con pasos dudosos llevo sus pies hasta donde le había indicado el castaño. El corredor apenas era iluminado por la luz que quedaba de la sala y la cocina entonces la mayoría estaba algo oscuro, aun suficiente para distinguir donde caminar. Vio varias puertas pero justo la puerta que le indicaron que buscara se encontraba abierta y una luz salía de ella. Aun lento se dirigió ahí. En cuanto llegó no sabia que hacer, si mantenerse en silencio ahí o salir corriendo ante lo que vio.

Lo único que supo es que su corazón paso a otro nivel de latidos por minuto…

Los guardias seguían parados en forma de combate en la entrada del callejón. Él seguía entre esos dos hombres que se había encontrado en el fondo de esa calle sin salida. El rubio con quien había chocado y accidentalmente había tirado se encontraba detrás de él a una distancia corta, podía sentir su aliento pegando en la parte de atrás de su cabeza.

Miro de reojo al otro hombre ahí, el compañero del rubio se había acercado a ellos en cuanto los guardias custodiaron la única entrada y salida del lugar. Tenía cabellos castaños de una extraña forma revuelta, era demasiado lacias y tal vez era por eso que resbalaban con facilidad hacia el rostro del susodicho. Tenía unos profundos y fuertes ojos color verde. Se mordió el labio inferior, nunca habían visto una mirada que expresara nada y aun así fuese tan dura. Era un hombre maduro, su fisonomía era alta y trabajada, sus facciones tenían una extraña mezcla entre delicado y rudo dándole una masculinidad asombrosa.

Volvió su rostro hacia los uniformados. Tenia miedo, no lo iba a negar. Había logrado escapar por primera vez de su custodia, ahora por un simple y tonto desvío todo se ha arruinado. Lo peor es que había logrado involucrar a dos inocentes en el asunto. Miro de nuevo a los dos hombres a su lado de una manera rápida. El castaño estaba parado a lado de ellos con los brazos cruzados aun así se podía notar esa aura defensiva que irradiaba. Su mirar paso al rubio, este mirada a los guardias con el entrecejo fruncido, como si el hecho de verlos en ese lugar se le hacia aburrido. Con asombro vio más allá de ese brillo de aburrimiento la certeza que el conocía a los guardias.
No… no a ellos, si no a lo que ellos cuidaban.

-No queremos molestarles, solo necesitamos al chico- la voz grave del jefe en guardia de ese turno se escucho devolviéndolo a la realidad. Conocía al hombre y siempre lo había visto como un hombre falso y sin escrúpulos.

Aun así, el miedo se intensifico, sabía que al final tendría que regresar con ellos. Todo había acabado, regresaría a la academia y recibiría el castigo apropiado. Era tonto radicar sus esperanzas en dos hombres desconocidos que por su culpa se vieron dentro de un problema que ni siquiera les concierne. Quería acabar con eso rápido así que dio un paso hacia delante con la intención de irse con esos guardias. Pero sus acciones fueron detenidas cuando una mano se coloco sobre su hombro deteniéndolo. Miro la mano sobre su hombre y subió la mirada por el brazo hasta el rubio. Este no lo miraba, si no a los guardias y noto un pequeño cambio en sus ojos, ahora un reflejo de ira salía de ellos.

-¿Por qué deberíamos de regresárselo?- la voz del rubio sonó ante su alarma a total provocación el cual surtió efecto.

Los guardias de inmediato se colocaron de nuevo en una posición de ataque, mientras el jefe miraba al rubio con confusión igual que molestia.

-Solo regrésanos al chico- a pesar de que el jefe de guardias quería sonar calmado era bastante notorio el tono de irritación que tenia por no haber sido obedecido a su primera orden.

-No- la respuesta del rubio solo logro tensar las cosas más.

El agarre en su hombro se hizo más fuerte y de nuevo volteo a ver al susodicho, este le jalo del hombro logrando que el perdiera el equilibrio y cayera sobre su trasero en el suelo. Tanto el rubio como el castaño se colocaron frente de él de una manera defensiva. Podía ver desde su posición entre las piernas de ambos hombres como el último gramo de cortesía y paciencia se esfumaba del jefe y solo mantenía la furia.

-No…- quiso detener a ambos chicos antes de que se metieran más en problemas

-No te muevas- el rubio le ordeno sin mirarle de nuevo. Como desde el inicio su mirada no se aparto de los tres hombres delante de ellos- Seyer…- por un instante el rubio miro de reojo al castaño y ese solo asintió mientras daba un paso hacia delante.

Asustado el pelirrojo observo como dos de los tres hombres daba paso al frente pero eso no detuvo al hombre Seyer ya que siguió dando pasos seguros hacía delante hasta que quedo a solo dos metros de los guardias. Vio que se preparaban, apretó los labios esperando el primer impacto cuando de repente la vista le fue obstruida por esos ojos chocolates se encontraban frente a él. No sabía si sentirse intimidado por el sonido de gritos y quejidos de dolor provenientes donde se encontraban Seyer y los demás guardias o por la mirada que el chico le mandaba.

-¿Cuál de ellos tiene inserción?- pregunto de repente en apenas un susurro el rubio, casi arrastrando las palabras

-¿Qu…que?- tartamudeo viéndose confundido de repente

-¿Algunos de ellos tiene una maldita inserción?- pregunto mal humorado el rubio

Ahora si entendió completamente a que se refería el rubio. Abrió los ojos con sorpresa. ¿Cómo era posible que esos hombres supieran eso? Nunca había conocido a nadie fuera de la academia que supiese sobre la inserciones de poderes que hacían en pocos alumnos o se podría decir a unos cuantos de los miles que lo poblaban. Ahora encontrarse con esas personas que sabían sobre eso, no sabía si temer o confiar.

-N..no, solo el guardia- su voz salía de manera torpe- porta un estabilizador

-Maldición- lanzando la palabra al aire se levanto y olvido al pelirrojo de nuevo- ¿Escuchaste Seyer?- pregunto al castaño.

Cuando el rubio de nombre desconocido se levanto pudo observar de nuevo la escena, un guardia ya había sido tumbado y ahora se encontraba en el suelo inmóvil y un pequeño charco de sangre empezaba a formarse a su alrededor haciendo que sus nervios se reflejaran más en su rostro. El segundo guardia estaba de rodillas, era claro que lo único que lo mantenía en esa posesión era la mano que sujetaban sus cabellos, algo que no duro mucho cuando Seyer tomo el ya ensangrentado cuchillo clavándolo en el pecho del hombre, justo en el corazón. Lentamente dejo libre la cabellera del sujeto y el cuerpo sin vida se desplomo junto con su compañero.

Quiso haber cerrado los ojos cuando paso, pero el impacto había sido demasiado y ni siquiera pudo moverse un milímetro de su lugar. Ni siquiera cuando sintió de nuevo esa oleada de amenaza cuando Seyer se agacho sobre el cuerpo inerte a recuperar su arma y mientras gotas de ese liquido rojo caían de la punta se encaminaba al guardia que ahora observaba al castaño como si hubiese visualizado el propio demonio en persona. Con manos temblorosas y torpes empezó a buscarse entre los bolsillos mientras retrocedía lo suficiente para obtener el espacio entre los dos. Pero el miedo que transmitía su cuerpo ni siquiera le dio oportunidad de sacar eso que tanto buscaba con fervor cuando dio media vuelta y salió corriendo.

El silencio siguió después de eso, lo único que podía escuchar con claridad era el latir frenético de su propio corazón que parecía que en cualquier momento iba a salirse de su pecho por lo fuerte que bombeaba. Su respiración era agitado a pesar de que no se había movido ni un centímetro de donde había caído desde hace rato.
Miro a su costado cuando escucho el sonido de unos zapatos, el rubio dirigía su andar aburrido y arrastrado hacia los cuerpos tirados, colocándose en medio de ellos los observo a ambos, dándole la espalda a uno se coloco en cuclillas frente al otro para examinarlo más cerca.

Él seguía sin moverse, viendo como ahora ambos hombres intercambiaban palabras susurrantes entre ellos, solo lograba ver sus labios moverse, pero no distinguía ningún sonido que salió de ellos. Un pequeño movimiento se hizo presente, miro con atención como uno de los guardias, el que se encontraba a espaldas a ellos se movía lentamente, como si la tarea fuese algo demasiado arduo. Con espanto reconoció un pequeño brillo plateado que salía del costado de su ropa.
Pasaron segundos tal vez, pero lo único que supo es que sus piernas reaccionaron y salieron disparados hacia ellos, a pesar de que su cuerpo era pequeño superando en fuerza por mucho por esos dos hombres logro aventar la mayoría de su peso hacia el rubio apartándolo del camino del objeto filoso.
Seguido sintió de inmediato el dolor en el costado de su torso, cerró los ojos y el grito desgarrador saliendo de su garganta no se espero. El mareo empezó a presentarse de inmediato, igual que la extraña sensación de liquido que salía de su herida, podía percatar voces lejanas pero que no entendía, un segundo después perdió la conciencia.

Era extraño la forma en que sentía que su corazón se encontraba en cada parte de su cuerpo, como sentía que ese latía con intensidad, sus labios se encontraban ligeramente separados temblaban. Y sus ojos no se apartaron en ningún momento de la escena frente de ella. Sabía que iba a ir directo a la habitación de la morena pero esperaba cualquier cosa, hasta el hecho de que la chica no le abriese la puerta, por eso encontrarla abierta de par en par fue bastante sorprendente pero ahora la imagen que veía también lo era.

Catherine se encontraba dando espaldas a la puerta, en una parte agradeció que así fuese, ya que la morena portaba en ese momento solo la ropa interior de la parte superior, el pantalón de mezclilla hacia sido cambiado por uno de algodón negro. El negro intensifico lo blanco y casi traslucida piel de la chica, le recordaba a su piel cuando estaba a muy baja temperatura; pero en Cat era natural, ese blanquecino casi un paso a enfermizo. La cintura estrecha subía hasta su torso donde solo la parte de atrás de la ropa interior verde se mostraba, su cabello estaba atado en un chongo mal hecho dejando que mechones negros rozaran de manera tentativa los hombros caídos.

Soltó un jadeo cuando la morena dio un paso para colocarse a perfil de ella, el fleco disparejo caí por un lado de su rostro impidiéndole ver los ojos pero si su nariz y los carnosos labios rosados. Solo se mostraba una parte del cuello femenino, no largo, solo lo preciso. Su vista como si tuviese vida propia bajo hasta el busto de la morena, el brasier verde cubría la mayoría de los pechos aun así se notaba el principio de ellos, Christine noto con total detalle como el pecho subía y bajaba lentamente igual que la respiración de la morena.

-¿Pasa algo?- la voz de la morena le saco de su ensueño

Dando un pequeño salto su vista subió topándose con los ojos grises cristalinos de la chica, millones de ideas cruzaron en esos segundos por su cabeza, tal vez de que Catherine se hubiese sentido acosada por la mirada o enojada de haber entrado a su habitación sin su consentimiento, esperaba eso y mucho más, pero nunca imagino lo que vio en esa mirada. La chica no reflejaba ni enojo, ni molestia ni incomodidad, solo indiferencia. Como si el hecho de que le hubiese cachado observándola tan atentamente fuese algo que siempre pasase.

-Yo…- su voz salió como un hilo y ahí noto el nudo que tenia en la garganta

-¿Si?- la morena aparto su vista de ella mientras tomaba del closet un suéter de tejido delgado color verde oscuro.

-El señor Julián… él- trago fuerte, sintiéndose como esos niños que apenas empezaban a aprender a hablar.

- ¿Te pidió algo?- Catherine camino hacia ella deteniéndose a una distancia prudente y cruzando los brazos esperando paciente a su respuesta.

-Me… dio esto- susurro apenas audible mientras bajaba la cabeza y buscaba entre sus pantalones, se sentía vergüenza y ya no podía atreverse a subir la mirada para enfrentar a la morena después de haberla observado tan fijamente. Cuando encontró el papel que el castaño le había dado, extendió su brazo otorgándole el papel doblado.

No supo que expresión tomo Catherine ya que aun seguía con la mirada fija en la alfombra solo sintió como ella caminaba de nuevo hacia ella deteniéndose ahora a unos centímetros de ella. Cuando tomó el papel los dedos de ambas se rozaron y una pequeña corriente eléctrica se sintió fluir haciendo que apartara rápido la mano.

-Tendremos que salir- un apenas susurro surgió de Catherine, Christine alzo la vista encontrándose a la morena observando lo que parecía una lista- ¿te importa caminar?- la mirada grisácea se encontró con la suya azulada.

-No, caminar esta bien- respondió

Catherine asintió y salió de la habitación sin decirle nada más, tomo eso como una indicación de que le siguiera. Salieron del edificio en silencio sin pronunciar ni una palabra, al igual que cuando llegaron. Christine no era de las personas que preferían en silencio, era más bien una típica chica que le gustaría tener una conversación con la gente que le rodea y sus momentos privados tenerlos en ciertos sitios. Pero con Catherine la cosa no podía ir así. Por más que Christine quisiera entablar una conversación con ella la morena siempre respondía de manera cortante, extrañamente nunca hubo una chispa de disgusto por el interrogatorio. Era como si simplemente la morena no tuviera nada más que agregar o no sabía que más decir.

El ya acostumbrado silencio estaba alrededor de ambas, la pelirroja veía alrededor, examinando más precisamente las casas alrededor, sonriendo hacia si misma al encontrarse con los jardines de los alrededores. El día empezaba a caer, aunque el sol aun estaba presente y el calor era inminente. Ella sentía como el pantalón de mezclilla se pegaba en sus piernas de una manera casi incomoda. Dirigió la vista a la morena y observo su conjunto. Se mordió el labio inferior al observarla mejor y notar de nuevo ese suéter tejido verde y ese pantalón negro.

-¿No tienes calor?- no se percato que dejo salir su pregunta al aire, y casi se mordió el labio inferior por tal movimiento torpe.

-No- contesto Catherine, cortante… como siempre.

Ahora su ceño se frunció ante eso. Dudo un poco si la morena estaba diciendo la verdad, el calor era demasiado y por las pocas personas que pasaban del otro lado de la banqueta podía asegurar que pensaban lo mismo que ella ante el vestuario de Catherine. Adelanto un poco los pasos hasta colocarse bien a su lado, le miro de reojo. Ella nunca volteo a verla, en la frente no había ni un rastro de sudor al contrario estaba demasiado fresca, y la piel que antes de por si tenia un aspecto blanquecino de mármol ahora estaba volviéndose algo grisácea, como enfermo. No pudo evitar volver a extrañarse por eso, pero decidió no hablar más.

Sabía que si lo hacia solo estaría metiéndose en cosas que no le eran sus problemas y tal vez hasta Catherine se sentiría algo incomoda. Tenia una suerte ya bastante grande el poder saber donde vivía la chica. O eso pensaba ella al ver que tenía una propia habitación, aunque la morena le había confirmado que el departamento no era suyo. ¿Tal vez de ese hombre Julián? Y todo eso le llevaba a preguntarse ¿Quién era Julián en la vida de la chica?
Sabía que tal vez las respuestas a esas preguntas nunca llegarían.

-Gracias- susurro de repente sin ver a Catherine

-¿De que?- trago fuerte cuando sintió la mirada fuerte sobre ella

-Por haberme permitido estar ahí, se que no es algo que pasa todos los días- miro de reojo a Catherine quien ahora de nuevo veía al frente mientras ambas avanzaban

-Te lo dije: es puro aburrimiento- contesto simplemente como si el tema fuese de poca importancia.

-Aun así…- se detuvo y de inmediato Catherine se detuvo a unos pasos después- gracias- no supo bien el por que, al igual que en el restaurante estiro su mano rozando la de Catherine sintiendo de nuevo esos escalofríos pero junto con algo más que antes no había notado, esa sensación de frio de parte de la piel de la morena- Estas fría- comento en susurro viendo la mano blanca

Como respuesta Catherine aparto la manó rápidamente y la coloco dentro de los bolsillos del pantalón negro, dio media vuelta dándole la espalda de nuevo cuando empezó a caminar retomando el camino.

-Tenemos prisa- dijo después de varios pasos alejados de ella, Christine solo apretó los labios en una fina línea y le siguió en silencio.

Dentro de la casa el timbre resonó varias veces por todos los corredores, ni un segundo más tarde volvió a hacerse y de nuevo una y otra y otra vez. Malhumorada una mujer de cabellos rizados largos y apenas alborotados, rubios castaños salió de una de las habitaciones, atravesando los pasillos con ese caminar elegante y hipnotizador que siempre le marco en la vida. Los ojos avellana estaban encendidos por el malhumor y el ceño ligeramente fruncido.
Ninguno de esos puntos logro disminuir la belleza fina de la mujer, el cuerpo esbelto y perfecto que el vestido blanco acentuaba más a cada paso que daba rozando la tela que la rodeaba. Tomo la manija y abrió la puerta de bruscamente a pesar de su apariencia frágil.

-¿Qué?....- el tono de demando se apago en cuanto observo quien se encontraba en la puerta- Edward…- susurro aun en estado conmocional

Edward no se quedaba corto en cuanto a expresiones y sorpresas, su mirada estaba fija en la bella mujer que le había abierto la puerta, se quedo hipnotizado por esos ojos avellana. Sus labios entreabiertos y sin saber que decir. Debía haber sospechado que algo así pasaría. Al final y al cabo había ido directo hasta su casa, era más que normal la alta posibilidad de que se iba a encontrar con la hermana menor de Caleb.

-Alice- contesto en apenas un susurro entre dientes

Una sonrisa pequeña pero honesta surgió en el rostro de la chica y abriendo la puerta se hizo a un lado con la intención de darle el pase de entrada. El rubio dudo un poco antes de dar el primer paso y cruzar la estancia hacia el pequeño recibidor de la familia Bax. Observo alrededor inspeccionando el lugar. La decoración pulcramente elegante y fina, nada ostentoso y fuera de contraste. Sabia que todo eso era gracias a la mujer detrás de él.

-Caleb no se encuentra- informo la mujer cerrando la puerta para caminar después con calma hacia él pero se detuvo apenas a unos metros de él, interiormente el rubio lo agradeció

-¿Tardara?­- Alice cerró los ojos cuando escucho la pregunta, afirmando sus suposiciones de que lo que Edward había venido. Negó con la cabeza y cruzo los brazos debajo de su pecho.

-No creo- miro hacia el reloj viejo y enorme que reposaba en el pasillo- ha estado afuera hace algunas horas… si gustas esperar- señalo con la cabeza hacia la puerta de la sala.

-Seria mejor que me fuera- exclamo de inmediato Edward ante el ofrecimiento, empezando a caminar hacia la puerta

-No sabia que eras un cobarde- comento Alice

Esas palabras hicieron que se detuvieron bruscamente, aun estaba de espaldas a Alice, pero sabia como estaría la mujer, sonriendo como siempre de manera arrogante y victoriosa cuando sabia de que tenia razón en algo, lastimaba que esa vez no era verdad; o eso deseaba. Él mantenía la mandíbula apretada y no respondió de inmediato, ni siquiera se tomo la molestia de voltear a verla si no hasta algunos segundos o minutos después. Alice aun le daba la espalda y eso le permitía una total visión de la cabellera abundante de rizos de la chica. Era toda una tentación para el esa cabellera, aun así no alargo la mano ni se movió de su lugar.

Alice ante el silencio que daba Edward estaba segura de dos cosas, que el hombre se había sentido ofendido por su comentario y por lo mismo se había rehusado en irse solo para demostrar la negatividad de sus palabras. Y lo segundo era que por más que pasaran los años Edward Leborgne nunca dejaría su orgullo de hombre verse en duda con nadie. Ni siquiera con ella. Sonrio con nostalgia ante varios recuerdos que se agolpaban en su mente. Lentamente dio media vuelta para enfrentarse con esa mirada bizarra de verdes y azules.

-Vamos a la sala entonces- señalo mientras dirigía sus pasos hacia la estancia

El rubio la siguió en silencio, la sala estaba decorada del mismo estilo que el recibidor, y podía asegurar que toda la casa tenia esa decoración. Caleb no era de los hombres que podían quedarse con un decorador de interiores para discutir de que color combinaba con los muebles del baño. No, la paciencia no era una palabra que el chico tenía. Todo lo contrario a su hermana. Observo a Alice que se encontraba ahora parada junto a un ventanal, sus brazos seguían cruzados bajo su pecho pequeño, los brazos delgados estaban despejados de tela y se notaba el tono bronceado y la tentativa piel suave que él mismo comprobó varios años atrás.
De repente sus recuerdos le vieron cortados por un repentino dolor en la cabeza, soltó apenas un gruñido y cerró los ojos para poder despejarse del dolor.

-Espera- la voz de Alice sonaba lejana pero lo suficiente audible.

Tiempo después, de nuevo los pasos de la mujer llenaron el cuarto, entreabrió los ojos y encontró frente a el las manos extendidas de Alice ofreciéndole un vaso con agua natural junto con un frasco de pastillas en la otra. Frunció el ceño

-¿Cómo…

-Yo también tuve mis propios efectos secundarios después de abandonar las secciones de inserciones- aclaro sin bajar los brazos- además se que Caleb te ha estado dando medicamento para tus dolores.

Asintió y no espero más por tomar el vaso de agua junto con el frasco donde saco dos pastillas antes de colocarlas en su paladar y tomar un gran sorbo de agua. Los efectos fueron inmediatos, el dolor empezó a desvanecerse poco a poco hasta quedar en un olvido y logro abrir los ojos viendo con claridad. Alice aun se encontraba frente a él observándolo con ese toque maternal y lleno de preocupación. Desvió la mirada incomodo.

-¿Mejor?- pregunto ella y solo logro asentir en silencio.

Alice observo al hombre mayor frente a ella, era extraño que ese hombre se comportara a veces como un total niño infantil. Su sonrisa se ensancho más al ver que este desviaba la mirada y un ligero rubor cubría sus mejillas, aunque no era muy visible para cualquiera. Ella lograba verlo gracias a la distancia corta que había entre ambos. Alzó la mano y la coloco en la frente de Edward, sintiendo ese pequeño cosquilleo en su mano todo lo que su piel tocaba la de él, pero no mostro signo alguno que eso le molestase o avergonzara. Pero si sonrio con mayor amplitud cuando el rojo en las mejillas del hombre se intensifico y ahora la mirada confundido.

Él sabia que ese inesperado movimiento de parte de Alice era en un sentido totalmente provocativo. Alice podía tener la apariencia de apenas y matar una inocente flor, pero él la conocía, ese lado oscuro que la chica tenia en molestar a las personas en situaciones incomodas y menos deseadas. O simplemente colocarlos en situaciones en donde uno preferiría ser comido por la tierra que tener que enfrentar de nuevo al mundo. Por eso le mando esa mirada interrogativa mientras por su mente trataba de descifrar a esa mujer que desde años atrás solo lograba dejarlo sin aliento ni sentido común.

Alice se vio sorprendida con el siguiente movimiento del rubio. Su mano con un movimiento veloz tomo la suya en su frente alejándola de el y terminando por entrelazar los dedos de ambos. Podía sentir como su mano vibraba de manera insistente entre el agarre posesivo de Edward. S aliento se vio afectado cuando él decidió dar un paso hacia ella. El pecho de ambos chocaron en una corriente eléctrica que recorrió su espina dorsal pero nunca apartaron la mirada del otro. Los labios de ambos se entreabrieron en un movimiento sincronizado como si ambos esperaran algo del otro. Algo que nunca llegó.

-¡Alice!- el grito de Caleb resonó en toda la casa y provoco que ambos se separaran.

Caleb ingreso a la sala como si un torbellino fuese, Alice de inmediato reacciono ante la imagen de su hermano, su cabello casi siempre perfectamente colocado estaba revuelto y hasta algo sucio, junto con sus rostro. La ropa algo desajustada y entre sus manos se encontraba un chico apenas adolescente que sangraba aunque Caleb trataba de detener la hemorragia con su mano derecha.

-¿Qué paso?- pregunto de inmediato acercándose para verificar al pelirrojo en manos de su hermano.

-Larga historia… necesito que lo cures- ordeno Caleb mientras pasaba a su hermana para colocar al chico en uno de los sillones, encontrándose con Edward a medio camino- ¿Qué haces aquí?- bramo

-No creo que sea lo mejor explicar eso en este momento- señalo lo obvio Edward mirando de soslayo al chico en brazos.

Caleb solo gruño y empujando a Edward a un lado coloco con poco cuidado al chico en el sillón, cuando se aparto se podía notar una que otra mancha de sangre en su ropa regalo del pelirrojo. Después volteo a ver a Alice sin quitar esa mueca de frustración.

-Cúralo

-Si no fuera porque es una emergencia- le regaño Alice acercándose al chico y arrodillándose a su lado.

Con cuidado levanto la playera desgastada y gris que el chico portaba, no tardo en hallar la herida en su costado, la sangre no dejaba salir impidiendo que pudiera verificar la herida bien. Volteo a ver a su hermano.

-Tráeme el botiquín- ordeno seriamente volviendo a fijarse en el chico mientras escuchaba los pasos de Caleb por la casa.

La experiencia en el supermercado fue en decir demasiado rápida y exprés. O era que tal vez las idas con su madre siempre procuraban ser de unas dos horas mínimo en cada visita, fuese cual fuese la cantidad que se compraba de mercancía. Catherine fue todo lo contrario, en cuanto entro a la tienda tomo lo que era necesario y sin buscar nada más ni cerciorar precios como siempre recomendaba su madre se dirigió a la caja y ahora ambas se encontraban de camino a casa.

Cada quien tenia dos bolsas, admitía que al principio fue un gran reto convencer a Catherine en que le dejara ayudarle. La morena tenia una extraña y particular manera de ser “caballerosa” y protectora. Pero entre miradas y ruegos de parte de ella logro toma dos de las cuatro bolsas de plásticos. Feliz con su victoria empezó a caminar siguiendo a su ídolo. Aunque en todo el camino ninguna de las dos volvió a tener una conversación.
Cuando llegaron a la edificación de departamentos el sol empezaba a meterse entonces el paisaje tenia una luz extraña entre naranjado y rojo alrededor. Catherine se interno dentro del edificio y ella le siguió sin más.

Cuando entraron al departamento, nos solo Julián ya se encontraba en casa si no una presencia más estaba en el lugar. De nuevo se vio súbitamente detenida en el tiempo mientras observaba al adonis que se encontraba sentado en la barra de la cocina. Los cabellos negros que revoloteaban desordenadamente perfecto, la piel el extremo blanco, pero al contrario de Catherine su piel se veía saludable y cremosa. Los ojos negros le miraban de manera interrogante.

-Bien… llegaron-Julián se levanto del sillón donde se encontraba sentado y se acerco a ambas quitándoles las bolsas sin esperar respuesta alguna- ¿Qué cenaremos?- pregunto totalmente tranquilo sin notar la extraña atmosfera que se volvió entre Christine y el chico de abundante cabellera negra.

-Espera a la cena- contesto Catherine teniendo la misma actitud de indiferencia. Camino hacia la cocina no sin antes pasar y revolverle la cabellera mas al chico sentado en la barra- Luke- saludo y por primera vez Christine noto el cambio de tono en que la morena hablo, dejando la indiferencia para dar paso a uno totalmente de cariño y maternidad.

-Cat- el chico hablo desviando la mirada de ella hacia la morena, se notaba los hombros tensos mientras observaba a la morena quien lo veía confundida- Kisa esta durmiendo… desde hace media hora.

Christine no supo nada más, Catherine había abierto los ojos y por segunda vez una expresión muy diferente a la que le mostro todo el día salió de sus ojos. Preocupación y …miedo. Con pasos rápidos se regreso hasta ella y sin más le tomo de la muñeca jalándola fuera del departamento. Christine enseguida noto el frio que la piel de Catherine transmitía y soltó un jadeo ante el contacto pero eso no impidió que la morena siguiese avanzando con rapidez hacia la salida.

-Catherine…¿Qué…- quiso saber entre la carrera

-Tengo que sacarte de aquí- solo contesto la morena mientras se acercaba al auto y le abría la puerta- entra… te llevare a casa- con esa sentencia la libero y rodeo el auto para entrar en él . Confundida entro al auto en silencio.

 
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